Siempre es buen momento para regalar o regalarse un libro mudo que abra los ojos, agudice la imaginación y hable al interior de quien ve. Pero el momento se convierte en día de fiesta cuando ese libro aparece dibujado por Mitsumasa Anno, cuando evoca viajes por la geografía humana y por el tiempo, cuando dicho viaje cae en nuestras manos tras la duodécima noche de la Navidad, en la mañana del día de Reyes, cuando la visita de los astrónomos de Oriente hacia el oeste, siguiendo el curso diario del sol.
Decimos de “busca y encuentra” porque los Viajes de Anno participan de este género de didactismo lúdico que invita a reconocer motivos escondidos. Sin embargo, lejos del artificio mecánico en el que algunas veces incurren este tipo de álbumes, la búsqueda que propone Mitsumasa Anno tiene dos grandes virtudes: es particularmente rica en el rango de intereses, que abarca aspectos culturales en el más alto sentido de la palabra (historia humana y natural entretejidas) y deja espacio al encuentro casual, al vagabundeo del ojo, que peregrina como el protagonista por las páginas del libro. No es a la ansiedad del cazador de tesoros a lo que mueven los álbumes de Anno, sino al placer del paseante, al paisajismo a lomos de caballo o en canasta de globo aerostático.
Por lo demás, sus sugerencias de reconocimiento de los motivos, presentadas al final del texto, no son meras indicaciones o un solucionario al uso, sino textos reflexivos donde se verifica la experiencia autobiográfica y se ofrece un emotivo recuento personal: nos habla la voz de un viajero exótico, procedente de tierras lejanas, que se esfuerza por comprender y rendir tributo a aquello que ve, como un verdadero Rey Mago del más Extremo Oriente que se admira al descubrir las variadas manifestaciones del universal humano (así nos lo confiesa, por ejemplo, al evocar una boda florentina, tan distinta y tan parecida en sustancia a las de Japón: “cuando vi que la madre de la novia lloraba de emoción, recordé que los seres humanos somos iguales en todas partes”). Es un alto didactismo.
Por lo demás, el virtuosismo de su dibujo permite un recorrido por los paisajes itálicos, perfectamente integrados en ese “tiempo difuso”, mezcla de pasado y de presente, que presentan los álbumes de Anno (las piedras de las fachadas y las tejas almendradas comparten planos con los pósteres callejeros de Marilyn): es el tiempo de los cuentos, de los belenes.
La alusión al belenismo, tan italiano, no es baladí. Anno aprovecha su viaje a uno de los grandes ejes del cristianismo europeo para dar una vuelta de tuerca a su álbum y convertirlo no sólo en un viaje por el espacio sino también por el tiempo, por la historia sagrada. Demostrando su interés de verdadero viajero, Anno, tan alejado culturalmente de las tradiciones religiosas católicas, convierte las primeras páginas de su libro y las explicaciones del final en un belén ilustrado, diseminado por los bellos paisajes de la toscana (olivares, viñedos, pequeñas granjas…) escenas del evangelio navideño (la anunciación, el nacimiento, la huida a Egipto…), que, conforme avanza el viaje, continúan la historia de Jesús de Nazaret (encuentro con María de Magdala, última cena, prendimiento…) hasta la crucifixión final.
Ello le permite, como es signo distintivo de sus álbumes, rendir tributo a grandes maestros de la pintura occidental (Masaccio, Botticelli, El Bosco, Rubens, Millet, Goya, Cezanne…) junto con otros mil pequeños detalles entreverados de presente y cultura popular (así ocurre también en los belenes dispuestos como campo de juego por los niños), como los homenajes al cine, a la literatura infantil o a los cuentos populares: Ladrón de bicicletas, Pinocho, el Conejo Blanco de Alicia, los tres cerditos…
Todo ello mezclado con su reverencia por la belleza paisajística, con su tributo a los oficios tradicionales (herreros, toneleros, carpinteros, campesinos, pastores, pescadores, lavanderas…), con sus guiños a las modernidad (carteles, fútbol, cámaras fotográficas…), con su pericia postalista (monumentos romanos, venecianos, florentinos…) y con un espíritu risueño, loable, que completa el humano, lírico y sentido viaje: en lo alto del Puente Rialto dispone una cartela que juega con su apellido y que marca el tono de este admirable belén de su juventud europea. Dice así: “ANNO 1978”.
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Autor: Mitsumasa Anno. Traductor: Gabriel Álvarez Martínez. Título: Los viajes. Italia. Editorial: Kalandraka. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Autor: Mitsumasa Anno. Traductor: Gabriel Álvarez Martínez. Título: Los viajes. Europa. Editorial: Kalandraka. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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