Quiere el tópico que veamos en Grecia la cuna de nuestra cultura, entendiendo por “nuestra” la europea y americana, que comparten en mayor o menor medida la democracia como sistema político y la economía de libre mercado, con comillas en lo de “libre”. Y ello a pesar de que para un griego sería inconcebible elegir un diputado que le representase y más inconcebible aún que el tal representante fuera mujer. Grecia, patria de Homero, los grandes trágicos y algún nombre más, tampoco muchos.
Incluso para el lector habitual, el conocimiento de Grecia no va mucho más allá de lo dicho, o muy poco. Quizá algún nombre o título: Kavafis, Elytis o Zorba el griego (la película sobre todo). Por eso mismo debe ser bienvenida la Literatura griega contemporánea (1821-2021), de Alicia Villar Lecumberri. Apareció en primera edición en 2009 y ve la luz de nuevo en 2023, muy ampliado, con voluntad de alcanzar hasta hoy mismo: que un libro así llegue hasta dos años del presente se ve pocas veces. Creo que es la primera historia general en español dedicada a la literatura griega actual. Y conviene subrayar que esta Literatura griega contemporánea (1821-2021) no parece concebida en exclusiva para el especialista, sino para consulta y lectura de lo que en tiempos se llamaba el lector curioso. Pero precisamente de ahí su utilidad.
Al hilo de la lectura, recordamos o nos enteramos de aspectos que presuponen cuanto se va a decir. El primero, el enorme peso sobre los escritores griegos (entiéndase obviamente escritores y escritoras) de su aplastante tradición cultural, para nosotros cada vez más desconocida fuera de cuatro tópicos; pero para los griegos presente y muy presente. El eco del griego clásico explica —y es el segundo aspecto— la diferencia lingüística entre kazarévusa, algo así como la variante arcaizante de la lengua, que mira hacia el pasado, frente a dimotikí, la que quiere atenerse al uso coloquial, que ha acabado por imponerse. Diferencia que afecta, en el caso de la poesía, hasta a la métrica.
Ya en el ámbito geográfico, tampoco podemos olvidar algo obvio, y es que hay una Grecia continental pero también una Grecia insular y que si, por ejemplo, Corfú (y las islas que forman el Heptaneso) mira hacia Italia, Rodas (el Dodecaneso) mira hacia Asia, en concreto a la Turquía asiática. Así se explicará que encontremos no pocos escritores de formación italiana, pero también otros nacidos de origen asiático, y eso sin contar con el cruce entre la tradición cristiana ortodoxa y la musulmana. Justamente, estar entre Italia y Turquía ha sido fuente de no pocos episodios de la historia griega contemporánea. Porque, y es un factor crucial, si hoy la extensión de Grecia supera con mucho a la de 1821, hubo un tiempo en que el territorio griego se extendía a ambos lados del Egeo, es decir, también había Grecia en la península de Anatolia.
La verdad es que la de Grecia desde 1821 es una historia atormentada, con enfrentamientos con Italia y con Turquía, entre ellos la Gran Catástrofe, el intento griego de recuperar el territorio de la antigua Bizancio —la Grecia asiática— y su derrota ante la Turquía de Mustafá Kemal Atatürk (1919-1922), nacida de la Primera Guerra Mundial. Acabaría con Esmirna, hoy Izmir, arrasada, matanzas y catastróficos desplazamientos de población a uno y otro lado del Egeo. Se repite en la historia griega la injerencia constante de las grandes potencias europeas, marcada por el egoísmo y la cortedad de miras: desde la imposición inicial de la monarquía sin preguntar su opinión a los griegos, pasando por la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, hasta la reciente intervención económica por parte de la Unión Europea, de la cual hasta alguno de sus inspiradores hizo autocrítica. Es una historia que ha conocido golpes de estado, ilegalizaciones de partidos —sobre todo el Comunista—, dictaduras como la de los Coroneles… con las correspondientes consecuencias para la población: matanzas, traslados forzosos de población, persecución política, exilio… Tal vez no sea ajena a esta historia la búsqueda de arraigo para la identidad nacional presente en muchos autores… o la frecuencia de traductores profesionales entre los escritores que pueblan estas páginas.
Lo anterior constituye una trama de fondo que reaparece una y otra vez y sobre la que se teje la historia de la literatura griega contemporánea. Pero vamos con su organización interna. La “introducción” la aclara suficientemente. Esta es una historia periódica, estructurada en dos partes. Hasta la posguerra (mundial, naturalmente: 1944-1974) se distingue una serie de períodos que se dejan reconocer como los habituales en la disciplina: romanticismo, realismo, costumbrismo, parnasianismo, simbolismo, etc. En cambio, después de la guerra, cuando el número de autores, muchos de ellos vivos hoy, se multiplica y la distancia temporal disminuye, avanza por generaciones. La autora justifica su modo de proceder: “Invitamos al lector a sumergirse en el mundo literario griego actual partiendo de un marco general, el europeo” (p. 11). Resulta cómodo para aquel o aquella que recuerde mínimamente qué se entendía por costumbrismo, pongamos por caso, relacionar el concepto con su presencia griega destacando peculiaridades y diferencias. Por ejemplo, tras una introducción general al Romanticism que, por cierto, no olvida música ni pintura aunque sea de forma sumaria, se distingue entre la Escuela del Heptaneso, aquella con centro en Corfú, que estaba más cerca en todos los aspectos de Italia, frente a la Escuela de Atenas. Y a la inversa, cuando aparece el Modernismo hay una nota para aclarar el peculiar sentido del término en la tradición hispánica antes de ocuparse de Kavafis y Seferis.
Tras las introducciones consagradas a los períodos vienen unas páginas para cada autor. Hay un esquema que se repite. Naturalmente, la vida de no pocos autores griegos daría de sí para una novela: circunstancias políticas, exilio, etc. Pero nunca falta, tras la breve biografía con mención de los estudios cursados y la dedicación profesional, la relación de títulos publicados y, dato muchas veces interesante, editoriales en que publicó; y, a continuación, caracterización de la poética del autor y de su obra. De hecho, cuando se trata de poetas, Alicia Villar cita ampliamente sus versos, lo que vale como antología mínima y puede invitar a la lectura. Solo un ejemplo, de Aranitsis (p. 556): “Su abuela dijo estas son las hipótesis / para el hombre que vive solo: / primero la muerte segundo / la curiosidad por la muerte / y tercero / no tengo ni idea”, lo que ya nos dice algo de un aparente popularismo y un peculiar sentido del humor. Cuando se trata de novelistas, el procedimiento consiste en la síntesis argumental y temática. Cierto que, en muchos casos, sobre todo con los autores de después de la guerra, estamos ante notas sumarias (la proximidad temporal dificulta proceder de otro modo); pero muchos autores —por ejemplo Solomós, Kavafis, Seferis, Kazantzakis— reciben tratamientos más extensos que dan una idea global de su obra. Y la tradición siempre está ahí: no es trivial enterarnos de que, frente a otros contemporáneos, Kavafis prefiere recordar la poesía helenística o bizantina antes que la polis ateniense.
Prestar atención a bibliografía e índices en el caso de la Literatura griega contemporánea (1812-1921) no es trivial. En cuanto a la primera, tras las obras no traducidas, hay una utilísima bibliografía con las que conocen versión española, no solo estudios sino también obras de creación. En el índice onomástico, la autora se ha molestado en alfabetizar por el nombre transcrito al español, pero añadiendo además el original, cosa que se agradece, al menos lo agradecemos los que no hemos olvidado el alfabeto griego.
Cuando se llega al final de la obra nos quedan un par de impresiones que conviene definir. La primera es que cuanto se cita —y es mucho— ha sido leído de primera mano; desde luego en su mayor parte y en español era terra incognita. Solo el esfuerzo ya impone respeto. La segunda tiene que ver con cómo entender el libro. Más que ante una historia que pida lectura continuada de principio a fin —aunque es posible hacerlo y no deja de deparar sorpresas y suscitar curiosidades—, estamos ante una útil obra de consulta, en la que es fácil situar a cada escritor en su momento y contexto, hacerse una idea de lo esencial de él y averiguar por dónde acceder a su obra. A mí me parece que con semejante esfuerzo de sistematización nos ha hecho un inmenso favor a cuantos amamos la lectura y somos mínimamente curiosos.
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Autora: Alicia Villar Lecumberri. Título: Literatura griega contemporánea (1821-2021). Editorial: Sial/Trivium. Venta: Todostuslibros.
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