Si le piden a la novelista Guadalupe Loaeza comparar el mundo de hoy con el de su novela La amante de Río Nilo, transcurrida a mediados del siglo XX, la escritora hace una mueca y lamenta que los humanos vivan en una especie de aturdimiento. «La humanidad vive distraída con sus juguetes, el internet, las redes sociales y eso. Todo lo aprendemos por dosis pequeñas; si queremos saber de un libro, leemos la sinopsis y creemos que es suficiente; estamos olvidando la cultura, desbordados por un exceso de información«, dijo este domingo la autora en entrevista con Efe.
Susy y su marido juegan a que se aman. La prioridad de Paul Antebi es hacer dinero, mientras su esposa lleva dentro el dolor de la guerra. Carece de abrazos y llena el vacío con una obsesión por comprar y figurar en las reuniones de la alta sociedad. Un juego ilegal de seducción parecido al amor revive a Susy, pero hay una trampa y la respetada dama va a parar a la cárcel de Lecumberri, asunto alrededor del cual gira la obra de 57 capítulos.
Loaeza desarrolla la trama y a la vez retrata en su libro el México de entonces, marcado por la corrupción, el machismo y la doble moral. Convierte al novelista Carlos Fuentes en un personaje, diserta acerca de los judíos, sobre las certezas de un primer amor y otros temas de la realidad mexicana de hace casi un siglo. «Al lector lo invito a meterse en ese mundo. Eso es lo que debo hacer como novelista, como narradora: tratar de que el lector se meta en la piel de los personajes», afirma.
Con más de 30 libros publicados, Loaeza es una intelectual con los pies en la tierra, columnista del diario Reforma y promotora de libros. Sin embargo, en el proceso de escritura se abre y acepta recibir visitas del más allá. «A mí me visitaba Susy, lo juro. No sé cómo funciona. Sentía que se sentaba a los pies de mi cama y me decía: «Lupita, sé respetuosa con lo que escribas y cuenta la historia de Herschel, mi primer amor. Cuenta de Herschel, porque yo me morí pensando en él».».
Muchos años después de los tiempos de Susy Avramow, las mujeres tienen derecho al voto, a interrumpir su embarazo y han librado una lucha por la igualdad en la cual cada día son más ganadoras. Sin embargo, en México andan a la deriva porque las matan por racimos mientras el poder mira para otro lado. «El presidente que tenemos no es feminista, no quiere a las mujeres. Es un problema de educación generacional, es un machista», lamenta Loaeza al referirse al actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Reconoce la periodista que cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernaba, el machismo también estaba, pero jamás hubo burlas a las mujeres, como hizo López Obrador con la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez. «Los del PRI eran machistas, pero nunca vi que se burlaran de las diputadas ni de las senadoras. Eran institucionales. Ahora aquí no valen las instituciones, y por lo que se refiere a las mujeres, cada 8 de marzo el Palacio Nacional está rodeado de bardas», opina.
La amante de Río Nilo recrea una época aún alejada de los viajes al espacio, los adelantos tecnológicos y el internet, pero en algunos momentos con más autenticidad porque no existía la distracción del mundo virtual. «Yo les llamo juguetes, con ellos nos bombardean a toda hora», reitera Loaeza.
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