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Guillermo Arriaga: «Los libros pueden ser las velas en la oscuridad»

Guillermo Arriaga: «Los libros pueden ser las velas en la oscuridad»

El escritor mexicano Guillermo Arriaga se define como un contador de historias y la que relata en su última novela, Premio Alfaguara 2020, es de amor y violencia: «Si mis personajes tienen esperanza, todos podemos tenerla», indica sobre la situación actual que vive el mundo por el coronavirus y en la que los libros, sostiene, pueden ser «velas» en la oscuridad.

«No maldigas la oscuridad, mejor enciende una vela». Arriaga, en una entrevista telefónica con Efe, recuerda un proverbio chino para estos días en los que la pandemia del coronavirus gobierna nuestras vidas y que, en su caso, ha supuesto la cancelación de la visita a España que tenía previsto desde México para recoger el Premio Alfaguara que le fue concedido el pasado mes de enero por su novela Salvar el fuego. Una novela de tintes «shakespeareanos», que relata una «subversiva» historia de amor en el México contemporáneo: la de Marina, una coreógrafa de clase acomodada casada y con tres hijos, con José Cuauhtémoc, un homicida condenado a 50 años de prisión. Y a través de esta improbable relación, Arriaga realiza un retrato de las paradojas de su país, un relato contado desde diferentes puntos de vista y en varios tiempos narrativos. De «trepidante y apasionada» calificó el jurado que le concedió el premio esta novela de Arriaga (Ciudad de México, 1958), quien además de escritor es cineasta y autor de las películas Amores perros, 21 gramos o Babel.

Arriaga se describe también como un «humanista, un gran admirador del género humano» y explica que le interesa estudiar cómo las circunstancias pueden transformar a las personas y que así escribe sus novelas. «Yo no tengo idea de qué trata la novela mientras la estoy escribiendo. Tengo una vaga noción de la trama, pero muy vaga, y empiezan a aparecer personajes que no sabía que existían, circunstancias que ni siquiera tenía previsto que pudieran acontecer. Siempre escribo un poco perdido, es como meterme en un bosque y ver adónde llego sin mapas, sin brújulas, sin nada que me lleve», explica el autor. De ahí que, ante el azar, Arriaga se dedique en sus obras a «explorar, no los modos probables sino los modos necesarios de actuar de un personaje».


Los protagonistas de esta novela son subversivos «porque su amor se sale de las condiciones normales: es un amor que provoca, incita, irrumpe, y del tipo que las sociedades intentan controlar lo más posible», dice Arriaga, que sitúa la trama en la frontera de México y Estados Unidos, donde transcurren negocios ilegales de tráfico de personas, de armas y de droga, una zona que fue muy peligrosa pero que ya no lo es, pues la violencia ha sido controlada, indica el escritor, que aclara que México «no es un país en guerra». «Cuando se habla de México parece que toda la nación esté en llamas y no, son focos localizados, y hay zonas exentas de crimen. Hay muchos países habitando este país, y eso quise retratar».

Arriaga reconoce tener «adicción» a la escritura y recuerda cómo, tras publicar su aclamada El salvaje en 2016, comenzó enseguida con Salvar el fuego, con la que ha estado cuatro años. Y acaba de empezar con su siguiente proyecto narrativo, del que lleva ya 70 páginas redactadas, «pero voy a dejarlo un poco de lado para concentrarme en la promoción» de la actual, asegura.

La literatura y el cine son para este creador mexicano «parte de lo mismo»: «Soy un contador de historias, a veces a través del cine, otras veces a través de la novela», sostiene. Pero admite que la escritura exige un proceso de reflexión muy diferente al del cine en relación a sus lectores y espectadores: «Es muy distinta la relación con el que me lee que con el que me ve. En la novela es el lector el que decide los tiempos y en el cine están determinados por el autor». «Amo ambos mundos», declara. En esta ocasión, y con los tiempos que corren, Guillermo Arriaga confía en que los lectores puedan viajar y tener experiencias «en otros mundos» a través de la literatura aunque no se pueda salir de casa. Porque ahora, considera, la literatura puede «abrir espacios» más que nunca, y por eso dice que nada le honraría más que conseguir ese efecto en los lectores con su última novela.

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