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Habitarse a sí misma

Habitarse a sí misma

Dueña de una terrible sensibilidad, Jente Posthuma (Enschede, 1974) traza en este libro el recorrido oblicuo, tortuoso y a la vez sereno, de dos hermanos que se acercan, se alejan, se encuentran, vuelven a extraviarse. Contrario a lo que podría parecer, En lo que preferiría no pensar no es, o no únicamente, un libro sobre el suicidio: es sobre el antes y el después. Asistimos al desvanecimiento paulatino del hermano de la protagonista: sus idas y venidas, sus intentos fallidos de aferrarse a la vida, su vana búsqueda del sentido. Pero el foco no es él, sino ella, cuya existencia está condicionada por el otro.

A diferencia de otras novelas recientes sobre el tema —pongamos, Ceniza en la boca de Brenda Navarro, o Las herederas de Aixa de la Cruz—, la escritura de Posthuma es cauta, contenida: no pretende narrar a voz en cuello, sino obligarnos a descubrir la historia; no busca expresar una verdad, ni desgranar un mensaje, ni conducirnos a la catarsis; no intenta instalarse en el terreno de la certeza, sino en el del titubeo. Su propósito es más complejo, y consiste en someter a examen las distintas capas de significado escondidas en el suicidio del hermano. Así, vemos a la narradora en un arduo proceso de inmersión en las vidas de Mengele, de Osho, de Philippe Petit, en las motivaciones —oscuras, egoístas o elevadas— que les servían como directriz, como santo y seña vital y espiritual, en las pasiones que les permitieron llevarse al límite de sí mismos. ¿Qué relación guardan ellos con su hermano, un hombre mediano, camarero en Nueva York, mejor que ella en prácticamente todo?

"Habituada a existir a costa de su hermano, a ser en tanto que no es el otro, a amarlo de forma incondicional y casi unilateral, se halla trágicamente a sí misma a partir de su muerte"

En realidad, si lo miramos detenidamente, Posthuma plantea —a través de un juego dialéctico entre los dos protagonistas— una lectura de los tiempos modernos: estamos ante una sociedad acostumbrada a regirse por sistemas de pensamiento, moldes prestablecidos, a menudo ideológicos, que sirven como faro en la medianoche, algo a lo que busca anclarse el hermano en todo momento. Su crisis es una crisis del yo, de una individualidad que persigue un espejismo, de un hombre que anhela desesperadamente encajar en cualquier sitio, o divisar un horizonte, y fracasa en el empeño. Paradójicamente, a medida que él se va apagando, ella emerge. Habituada a existir a costa de su hermano, a ser en tanto que no es el otro, a amarlo de forma incondicional y casi unilateral, se halla trágicamente a sí misma a partir de su muerte. De algún modo, a través del hermano —en un guiño a La señora Dalloway de Virginia Woolf—, decide abrazar la vida y enfrentar el vértigo que conlleva el ser uno mismo: «En momentos vacíos, como cuando estoy esperando el tranvía, siento que aterrizo en mi cuerpo. No es lo mismo que caer; primero siento las piernas, luego los pies y después el suelo. Y entonces estoy de pie, como alguien que sabe lo que hace en el mundo».

He señalado ya que En lo que preferiría no pensar es una novela sobre el antes y el después. Esto es verdad hasta cierto punto: en el antes, la protagonista vive por y para su hermano; en el después, decide aprender a habitarse a sí misma. Tal vez, y como ella misma sugiere, la clave de lectura esté en algún lugar en medio, es decir, en el instante: «Si piensas: voy a recordar este momento el resto de mi vida, entonces lo recuerdas».

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Autora: Jente Posthuma. Título: En lo que preferiría no pensar. Traducción: Catalina Ginard Féron. Editorial: Bunker Books. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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