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Hacer testamento del silencio

Hacer testamento del silencio

Compuesto de 23 piezas breves que se entrelazan hasta el final, Luisgé Martín nos propone 23 situaciones en las cuales quiere buscar (o reencontrar) la paz, el silencio, el retiro, y no habla precisamente de ese silencio que se vende ahora enlatado en cómodos productos vacacionales, sino de otra forma de vivir y de entender la vida, apartándose de lo marcado por el capitalismo y siguiendo los aires puros de rebeldía entonados por el viejo Whitman, senda que otros siguieron en las cumbres, como hiciera el propio Kerouac en el Matterhorn americano, o William Blake, que intentó crear una comunidad alternativa de ciudadanos libres, que también se nombra en este breve e intenso volumen que nos plantea una vuelta a lo prístino.

También nos brinda el recuerdo este relato a esa gran película, Hacia rutas salvajes (Into the Wild, Sean Penn, 2007), con banda sonora de Eddie Vedder, una elegía a la libertad absoluta de la acción humana frente a la seguridad del rebaño.

Y para triangular una posible red de influencias, me gustaría nombrar la impar novela El barón rampante, donde el barón Cósimo decide un día no volver a bajar de los árboles como señal de protesta frente a un mundo que no le satisface.

"No es baladí, por tanto, la búsqueda incesante del hombre por el descanso interior, por el silencio, por la paz de espíritu: ya lo intentaba Séneca en De vita beata"

Lectura reflexiva que nos proporciona la pluma de Martín, que discurre entre el recuerdo, el diario, el periodismo de viaje y la crónica, ya que es el mismo autor el que habla en primera persona de su propia experiencia personal y se mueve por una geografía tangible, visitable, pero muy alejada de nuestros centros urbanos.

No es una crítica a la España vaciada, más bien conforma el testamento lírico de que otra forma de vida es posible. No obstante, a veces, los hombres eligen el infierno conocido antes que intentar abrir una brecha en el monte, por seguridad, por comodidad o por convencimiento de una idea espuria de felicidad, que tiene en la pertenencia de las cosas su correlato más cruel, pues nunca acaba de cumplirse ni de rellenarse. El otro correlato de esta sociedad es la ostentación de esas cosas más o menos inútiles en función de su precio.

No es baladí, por tanto, la búsqueda incesante del hombre por el descanso interior, por el silencio, por la paz de espíritu: ya lo intentaba Séneca en De vita beata, al que que siguieron tantos intentos posteriores en literatura que, más bien, tenían que ver con una proyección de ese deseo de soledad y apartamiento que con la propia consecución del mismo, toda vez que no es posible hallar la felicidad mediante el silencio, y aún menos en estos tiempos, en donde la prisa se muestra como una necesidad socialmente comprendida; puede comprobarse en esos coches, en ciudades de descanso estivales, que aceleran sin motivo alguno si no es por una inercia urbana, o los que hablan a voces sin tener en cuenta al otro, un reflejo de descompresión de la urbe en lo rural.

"El autor nos dirige por carreteras secundarias a una España no vaciada, sino a una España donde la forma de vida no pretende alcanzar los estándares marcados por las grandes compañías globales"

Son malos tiempos para el entendimiento de lo simple, de lo puro, o para la asunción de la belleza, en suma. La vida no necesita mucho para darse, todo lo demás es exceso. La felicidad no existe tal y como nos la han explicado desde la iconografía pop de la publicidad y la mala gestión del deseo, que acaba siempre en un centro comercial, como colmo de esa necesidad impulsada por la posesión.

Si hago estas concesiones intempestivas es porque lo provoca la lectura del libro, una lectura afable y ágil que se mueve entre el recuerdo, la literatura de viajes, el ensayo y, a veces, el periodismo de investigación, ya que el autor se traslada a una geografía del silencio desde una imagen primera que lo marcó en un viaje a Iquitos, una niña sonriente con todas las dudas por delante, que es la que mueve el relato: el saber si esa felicidad frágil de la selva amazónica, precaria según nuestros cánones, es posible hallarla en el mundo rico y artificial que nos hemos ido construyendo en Europa, en este “mundo civilizado” donde la posesión es el marchamo de la humanidad, y la comparación con el prójimo el medio en el que se tejen nuestras relaciones sociales últimamente.

Así, de esa niña amazónica, el autor nos dirige por carreteras secundarias a una España no vaciada, sino a una España donde la forma de vida no pretende alcanzar los estándares marcados por las grandes compañías globales, presentándonos a diferentes personajes que “fracasaron” en una vida normalizada y que ahora se arreglan con muy poco, desmontando el relato de la economía expansiva para sustituirla por una economía improductiva.

Crisis, cambio, metamorfosis.

Personas que hacían mucho dinero, o jubilados, que deciden volver al terruño para retornar a la tierra prometida de una infancia demasiado breve. Viejos punkis que ahora cultivan la tierra y reparten lo conseguido en pequeñas comunidades agrarias.

“Se marchó buscando el triunfo, la grandeza, la fortuna, y no encontró nada de todo eso, sino una ciénaga en la que era fácil hundirse”.

Generaciones que, marcadas por la idea del triunfo en pleno franquismo, huyeron a la ciudad en busca de la tierra prometida, para acabar viviendo en casas de extrarradio a jornada completa, donde no poder ver el sol, ni el río, ni la vida simple. Horarios agotadores para sobrevivir como nunca nadie se había planteado. Víctimas de un desarrollismo feroz, alienados por no encontrar la fortuna ni el desarrollo personal.

"Encontrar la ataraxia no es fácil en estos tiempos en donde las manzanas de Tántalo son tantas y tan confusas"

De lo que habla el libro de Martín es del enésimo fracaso del sistema capitalista que, por una parte, necesitaba una ingente cantidad de mano de obra barata, y por otra no tuvo en cuenta la calidad de vida de los asalariados; ese fracaso se sustituyó por la vuelta del hombre al pueblo, a lo rural. Por tanto, este libro relata la narración de la vuelta, y eso se articula, en los grandes relatos mercantilistas, como el fracaso, como una anomalía en el sistema de flujo de mano de obra, que hoy se confunde, salvando las distancias, con los apátridas, los nómadas digitales y los expatriados que, en rebaño de ciberproletarios, van habitando lugares semiparadisíacos hasta convertirlos en lodazales de la especulación inmobiliaria: más de lo mismo.

“Encontrar el valor necesario para huir de un tipo de vida que, detrás de la apariencia de esplendor, solo muestra insatisfacción y desgracia […]”.

Encontrar la ataraxia no es fácil en estos tiempos en donde las manzanas de Tántalo son tantas y tan confusas. El ansia eterna imposible de calmar, quien maneja el deseo maneja la vida y eso la publicidad y la psiquiatría lo saben.

"Esta lectura acusa las lineas de tensión entre los defensores de la modernización y los nostálgicos de cualquier tiempo pasado..."

Luisgé Martín afirma que quiere encontrar una España “primitiva y ensimismada”, objetivo casi unamuniano, la España verdadera; pero cuál es la España verdadera, si es que existe, porque la ruralidad no está reñida ahora con la modernidad y los avances tecnológicos.

¿Es quizá esa España encarnada en la Castilla de Delibes de El camino?

El debate está servido.

Esta lectura acusa las lineas de tensión entre los defensores de la modernización y los nostálgicos de cualquier tiempo pasado…

Así nos encontramos en San Miguel de Serrezuela, en Pinarnegrillo, Villarbón, Los Ancares, Espinareda de Vega, Riba de Santiuste, buscando la conexión con la vuelta, el motivo de la vuelta al origen charlando con los paisanos que decidieron volver golpeados por la vida, o porque ellos decidieron golpear esa vida de gomaespuma.

Una lectura necesaria, atractiva para tiempos irreflexivos en los que se produce una tercera migración hacia los lugares de descanso, que ya no son más que centros masificados, extensiones de las urbes que se dejan atrás para soñar tal vez, algunas noches, con lo que perdimos.

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Autor: Luisgé Martín. Título: Donde el silencio. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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