Tenemos excedente de teatro social. Hay demasiadas obras que nos cuentan lo que ya sabemos: la sociedad es injusta, los bancos son malos, los pobres lo pasan mal y los políticos son corruptos. El aplauso final de estas obras no tiene tanto que ver con la calidad del texto, sino con el deseo del público de dejar claro su compromiso social. Con la entrada está incluida la dosis de compromiso político de la semana.
Escribió The Arbor en un cuaderno escolar con un bolígrafo verde, color con el que aparece impresa la obra en esta edición. Por carambolas del destino la obra acabo estrenándose en el teatro Royal Court de Londres, ganó el Young Writers’ Festival y más tarde fue representada también en Nueva York. El director de esta primera función le encargo una segunda: Rita, Sue and Bob Too que fue adaptada al cine. Su última obra fue Shirley.
El desconocimiento de los códigos teatrales se pone de manifiesto desde la primera acotación:
“La CHICA estaba con su novio. En casa de un amigo de él. Conocía al chico desde hacía años, pero solo llevaba tres meses saliendo con él.”
El tono de las acotaciones es de cuento infantil, de redacción escolar, pero lo que viven los personajes es un relato de terror.
La CHICA llevaba dos días discutiendo con Yousaf, que le decía que estaba saliendo con otro. Estuvo dos días golpeándola. Ella no aguantaba más. Hacía el turno de dos a diez, así que por la tarde se fue a casa de su madre.
No hay una búsqueda de estilo, ni un mensaje, ni un punto de vista. Es como si la historia se contara a sí misma.
La situación es tan dura que la autora para sobrevivir necesita disociarse de lo que le está pasando. Ese distanciamiento —no brechtiano— te atrapa como lector porque no hay una válvula de escape, ni una resolución o monólogo que liberé la tensión. Contemplas cómo los personajes se van perdiendo en el laberinto de una clase social sin salida, sin el alivio de una moraleja, redención o desahogo emocional.
No son personajes buenos atrapados en unas circunstancias difíciles. Son violentos, racistas, primitivos, están llenos de desprecio a los demás y a sí mismos. Están mucho peor que la familia Joad de Las uvas de la ira porque ya no les queda ni una estructura, ni una moral familiar en la que refugiarse. Tampoco asoma por ninguna parte la conciencia de clase.
Este texto es un manual para aprender a escribir escenas dramáticas en las que los personajes están completamente superados por la situación, y lo único que saben hacer es emborracharse, golpearse entre ellos o a la policía. Destrucción y autodestrucción.
El príncipe Segismundo fue capaz de despertar de la pesadilla de su prisión y aprendió a soñar una vida de príncipe, pero la plebe no tiene las mismas oportunidades. Andrea no despertó de su pesadilla, con graves problemas con el alcohol murió a los 29 años de un derrame cerebral.
Su talento no fue suficiente para escapar de la maldición de la marginalidad y la pobreza. Las últimas palabras de la protagonista cuando habla de su barrio anticipan el trágico destino de esta escritora.
CHICA: Puede que sea un estercolero, pero lo echo de menos. Qué raro ¿verdad?
La edición se completa con las otras dos funciones de la autora. Es la primera obra de teatro que pública esta editorial y han hallado una obra llena de dureza y verdad. Un texto que no se olvida fácilmente.
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Autor: Andrea Dunbar Título: The Arbor. Dentro del libro: Obra Completa. Editorial: Ediciones Barrett. Venta: Todostuslibros.
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