Veinticinco años después de que acabara la guerra de Bosnia, las decenas de miles de mujeres que fueron violadas y los hijos que tuvieron fruto de aquellas agresiones son hoy en día «supervivientes de la guerra y víctimas de la paz», según Teresa Turiera-Puigbó, que ha recogido su voz en un documental.
Aunque este año se cumple el 25º aniversario de los acuerdos de Dayton, «la guerra todavía no ha acabado para estas mujeres», ha asegurado a Efe la directora de este documental, que forma parte de un proyecto más amplio, que incluye una obra de teatro y una exposición. La obra de teatro, que se puede ver este mes en el TNC de Barcelona, también se titula Hay alguien en el bosque, una frase que procede de la entrevista que el equipo del documental hizo a Nevenka, una mujer croata que fue agredida en su casa del bosque. «Todavía tengo miedo. Me siento como si hubiera alguien en el bosque», confiesa, incapaz de acabar el relato de la agresión.
La mayoría de las víctimas de la guerra de Bosnia son de origen musulmán, pero también hay de origen croata, serbio y gitano, y por eso el documental recoge el testimonio de Meliha (musulmana), Nevenka (croata) y Milica (serbia). Milica tenía dos hijos pequeños cuando un grupo de hombres entró en su casa y se la llevaron, junto a su hermana, a un lugar donde la violaron brutalmente al menos seis de ellos, antes de que perdiera el conocimiento y la cuenta.
«Durante mucho tiempo, estas mujeres se han sentido culpables o abandonadas. Muchas no se han atrevido a hablar con nadie de lo que les pasó pero, cuando empiezan a hacerlo, a menudo se convierten en heroínas para otras mujeres que han pasado por lo mismo y que se animan a seguir su ejemplo. Es muy reparador hablar», ha asegurado Alba Masic, especialista en desarrollo y justicia transicional que ha participado en el coloquio celebrado en el CCCB tras la proyección. «El documental habla de la lucha de estas mujeres contra la indiferencia, el tabú y el estigma —añade Turiera-Puigbó— y, de alguna manera, también es una herramienta de reparación, porque creemos que hablar del tema ayuda a cerrar heridas».
Los niños que nacieron fruto de aquellas agresiones tienen ahora alrededor de 25 años y también están presentes en el documental. Uno de ellos es Alen, para quien la guerra empezó diez años después de los Acuerdos de Dayton, cuando sus padres adoptivos le contaron que su madre biológica lo había abandonado porque era el resultado de una violación. «Ponemos hincapié en los hijos porque el trauma es intergeneracional, y si no se repara se hereda», señala la directora.
El documental también entrevista a un criminal de guerra que fue juzgado por agresiones sexuales y que, a pesar de que la justicia internacional lo condenó, lo sigue negando todo. «Fue un paso adelante que se hicieran aquellos juicios y que se reconociera la violación como arma de guerra —defiende Turiera-Puigbó—, pero tenían que haber ido acompañados de recursos para empoderar a las mujeres y animarlas a denunciar». «Es muy importante que las mujeres se atrevan a hablar y que haya una reparación —agrega Masic—. Ellas saben que nadie les podrá devolver lo que perdieron, sólo buscan el reconocimiento. Las comisiones de la verdad son importantes porque las víctimas se sienten escuchadas y reconocidas como víctimas y los culpables como criminales».
Hay alguien en el bosque se ha estrenado este mes en la plataforma Filmin, lo hará próximamente en el canal holandés de documentales NPO bajo el título There’s Still Someone In the Woods, y tiene previsto proyectarse en el Festival Mess de Sarajevo cuando la pandemia lo permita.
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