He venido a hablar de sus libros

José Besteiro no ha escrito una biografía, ni un ensayo ni una novela sobre Francisco Umbral, sino un libro que integra o supera todos esos géneros, al tiempo que añade el artículo, el documental, la crónica y no se sabe cuántas disciplinas más. Porque estas páginas encierran el monólogo de un hombre que admiraba, respetaba y leía con pasión al gran escritor, y mejor columnista, que era Umbral.

En esta making of, José Besteiro resume el origen de Francisco Umbral. Manual de Instrucciones (Renacimiento).

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Yo pensaba dedicarles un capítulo, porque los dos escritores fueron claves en mi vida, pero de repente me di cuenta de que tenía material de sobra para ocuparme monográficamente de cada uno de ellos. En el caso de Umbral sentí una especie de obligación añadida, porque vi un documental que Charlie Arnaiz y su socio Alberto Ortega habían producido para homenajearlo y pensé que le debía un libro.

La verdad es que me costó muy poco escribirlo. Yo tenía leída y subrayada casi toda su obra (más de cien tomos), y durante un verano, con disciplina espartana, me dediqué a releer un libro por la mañana y a escribir un capítulo por la tarde. Así hasta alcanzar el medio centenar. Ahí me di cuenta de que, como decía Gil de Biedma, leer es releer, y el resto es informarse. Efectivamente iba descubriendo cosas en las que no había reparado en la primera lectura, y me di cuenta de que mi pasión por Umbral no había decaído. Sus libros no me leían igual que hace 40 años, pero es lógico que así fuera porque yo ya no soy el mismo. Entonces era un adolescente picapiedra y ahora soy un amo de casa.

Los meses siguientes dejé reposar el texto y fui haciendo correcciones e incorporando alguna nota de actualidad, que acabé de completar cuando me mandaron la primera maquetación desde la editorial Renacimiento, pero el esqueleto quedó listo muy pronto. De alguna manera, a Umbral me lo sé de memoria, o sea que no tuve que hacer trabajo de investigación ni de documentación. Esto no es una biografía, ni un ensayo, sino una miscelánea, o sea que no precisaba de un gran aparato teórico para abordar el proyecto, y como tenía todos sus libros en casa tampoco tuve que ejercer como ratón de biblioteca.

El concepto lo tenía claro (la vuelta a Umbral en 80 libros), pero cuando releí el ensayo que Umbral le había dedicado a Gómez de la Serna (Ramón y las vanguardias), pensé que lo más inteligente era fusilar el formato. Puntualmente consulté algunos libros que se habían escrito sobre Umbral, pero no quería dejarme contagiar en exceso por otros puntos de vista, sino defender el mío. Sí recuerdo que busqué en internet fotos de Umbral para revisar la evolución de su estética. A partir de ahí todo fue coser y mecanografiar. Lo único que hice a mayores fue bucear en los recortes de prensa que guardaba mi madre y allí, en el baúl de los recuerdos, encontré algunas joyas: una página de la revista Tiempo donde Umbral me citaba en negritas y donde decía que era un periodista gallego que se lo estaba montando muy bien, unas fotos horribles que me hizo mi amigo Quique Fidalgo en la guarida donde escribía el maestro, y una carta que le dirigió al decano de mi facultad pidiendo ayuda para que Blanca Andreu se matriculase en periodismo. También releí con sorpresa y placer algunos libros suyos que me dedicaba confiando en mi talento y en mi juventud. Por desgracia, no encuentro Tamouré, que fue el primero que me dedicó, y tampoco encuentro De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, que me había dedicado por la misma época Blanca Andreu y que estaba prologado por Paco. Era de Hiperión y creo recordar que tenía una portada roja. Todo esto me hizo sentir nostalgia de aquellos tiempos en que todos los días eran sábado. A fin de cuentas y de cuentos, yo también creía que era un niño de provincias que se vino a vivir en otro Chagall, pero al final descubrí que en realidad vivía en El jardín de las delicias, de El Bosco. Nunca más salí de allí.

De adolescente yo soñaba con escribir un libro a medias con Umbral y al final me doy cuenta de que con todas las citas suyas que he usado, de algún modo hemos escrito un libro a cuatro manos, lo cual resulta todo un atrevimiento por mi parte, pero salió con naturalidad. Es como cuando resucitan a Frank Sinatra para cantar son su hija. También resucitamos la voz de Umbral gracias a la inteligencia artificial para anunciar la salida del libro. Me hubiera gustado que tuviera cien páginas menos, pero no tuve tiempo de hacerlo más corto. Quizá lo más duro fue luchar contra el poderoso influjo de la prosa de Umbral porque su estilo resulta muy pegadizo, casi tanto como las canciones del verano, y a medida que releía más páginas, más trabajo me costaba mantener mi propia voz. Con razón dice Lucas que Umbral es una piscina donde hay que mojarse, pero de la que hay que saber secarse. Es como un chicle que se te pega en el zapato y que no hay manera de quitar del todo. Se necesita mucha fuerza de voluntad para escribir un libro, aunque en este caso hubiera necesitado mucha más para no escribirlo. Como digo al final, Umbral no necesitaba este libro, pero yo sí. Y mucho. He venido a hablar de sus libros.

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Autor: José Besteiro. Título: Francisco Umbral. Manual de instrucciones. Editorial: Renacimiento. Venta: Todostuslibros.