La hipótesis Sapir-Whorf afirma que el idioma que utilizamos moldea nuestro modo de ver la realidad. No está confirmada, tiene partidarios y detractores, pero sirve para poner a trabajar nuestras neuronas en La llegada, la brillante película de Denis Villeneuve basada en el cuento La historia de tu vida, de Ted Chiang.
Si no has visto la película ni has leído el cuento es mejor que dejes este texto para más adelante o para más atrás, según se mire. Te voy a destripar el argumento principal sin ningún tipo de miramiento, como si fuera un heptápodo recién llegado a la Tierra, una especie que no necesita adoptar el anglicismo spoiler.
En la imagen que precede a este texto la lingüista Louise Banks trata de leer un mensaje extraterrestre escrito en un idioma que no contempla el tiempo como algo lineal. En ese círculo puede haber un mensaje breve, una novela o un libro de historia. Los autores del texto, por llamarlo de algún modo, son unos bichos extraterrestres de siete patas que no ven el tiempo como nosotros. Las palabras principio y fin, pasado o futuro, tienen para ellos un sentido relativo. Ya saben qué va a pasar y qué hizo que pasara lo que está pasando ahora mismo. En su mundo no lineal la libertad de acción consiste en seguir un guión conocido de antemano.
No está claro si el huevo es previo a la gallina, si estos extraterrestres escriben distinto porque su percepción de la realidad es diferente o si ven el tiempo de otro modo porque su idioma moldea su pensamiento, como le sucede a la protagonista.
En todo caso, no descarto que los humanos nos estemos volviendo heptápodos. Quizá no debido al idioma que usamos, pero sí al formato. Pasamos de la literatura oral a la escrita, de interpretar elementos visuales en portadas de iglesias a ver películas, y ahora nos hacemos un lío monumental tratando de entender mensajes que caen a toda velocidad en las redes sociales y nos mareamos con las gafas de realidad virtual. Conseguiremos leer bien los nuevos medios, sin duda, pero quizá eso cambie nuestro modo de ver el mundo. Puede que al final del cuento seamos nosotros los alienígenas.
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