Hay veces —no muchas ni tampoco pocas— que el mundo editorial regala joyas a los lectores cuyo propósito trasciende lo económico y, voy más allá, incluso lo artístico. Para hablarles de esta que hoy les traigo me voy a poner en plan comercial. Cuento con una dilatada experiencia en el oficio, créame, así que le advierto: es muy probable que termine generándole una necesidad que antes de empezar a leer esta columna no tenía.
No puedo, para empezar, porque Heroínas no es un producto que se pueda vender, se regala. Y no quiero porque ni siquiera es un producto. Es un proyecto. Un proyecto con un propósito claro: impactar en el mayor número de personas, sean o no lectores habituales, para homenajear el papel de la mujer tanto en el mundo de la ficción como en el otro: este en el que nos toca vivir. Es muy necesario, diría que obligatorio, que quienes tenemos el privilegio de intoxicar los cerebros de otras personas reivindiquemos el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. Por ello, a las ya mencionadas se han sumado las voces de Elia Barceló, Arturo González-Campos, Alaitz Leceaga, Manel Loureiro, Raquel Martos, José María Merino, Bárbara Montes, Blas Ruiz Grau, Karina Sainz Borgo y Mikel Santiago. Voces que, al mutar en palabras, se convierten en el antídoto más potente contra lo que es la peor pandemia que ha asolado nuestro planeta desde que la evolución genética otorgó más fuerza física al macho de homo sapiens sapiens que a la hembra: la falta de igualdad entre el hombre y la mujer.
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