El escritor francés Hervé Le Corre, que presenta en el arranque del festival BCNegra su última novela, «Bajo las llamas», ambientado en la Comuna de París de 1871, considera que «los períodos históricos más dramáticos son los más novelescos, porque obligan a todos a tomar partido y a no ser neutros».
«Bajo las llamas» (editado por Roja y Negra en castellano y Bromera en catalán) se sitúa en los últimos diez días de la Comuna con un París lleno de trincheras en el que comienzan a desaparecer mujeres muy jóvenes y las sospechas se centran en un fotógrafo cuyos trabajos son algo peculiares.
Una de esas mujeres secuestradas es Caroline, la prometida del sargento Nicolas Bellec, combatiente del bando comunero, que colaborará con el comisario Antoine Roques en una carrera contrarreloj mientras caen los obuses y empiezan las ejecuciones sumarias.
En una entrevista con EFE, Le Corre señala que su interés por situar la novela en ese período responde a que «en esos momentos históricos dramáticos parece que todo está permitido a los seres humanos, en lo mejor y en lo peor», y precisamente por eso se podría imaginar «en el caos dramático de una guerra, por ejemplo, todo el desorden personal, humano, trágico que puede acontecer a los personajes».
Son momentos, subraya Le Corre, en los que «la gente se ve obligada a actuar, a reaccionar y no pueden permanecer neutros».
«Bajo las llamas» es la secuela de una novela anterior del autor, «Les hommes aux lips de sauphir» (2004), en la que ya utilizó al psicópata Henri Pujols.
«Cuando escribí ‘Les hommes aux lips de sauphir’ ya quería escribir entonces sobre la Comuna, pero no me atreví, porque me parecía un período demasiado enorme, impresionante y no me sentía con fuerzas suficientes para hablar de ello», dice.
Ahora, Le Corre ha optado por ambientar la historia en los últimos días de la Comuna, «los más dramáticos, cuando se produce la masacre con un balance de entre 20.000 y 25.000 muertos, una auténtica guerra civil», subraya.
Escogió la Comuna por su «formación política», pues cuando era adolescente la Comuna de París le pareció «un momento heroico, con una especie de romanticismo revolucionario» y además en Francia durante mucho tiempo fue «un punto de referencia para la izquierda francesa, pero hoy el público, los lectores, ya han olvidado ese período».
Sobre la contribución histórica de la Comuna, Le Corre cree que, «a pesar de haber sido una derrota que dejó una esperanza revolucionaria trágica, su principal aportación fue una reflexión sobre el papel del Estado».
Un Estado «del que nos podemos liberar, la autoorganización y luego todas las medidas de progreso social que la Comuna intentó poner en marcha sin éxito porque sólo duró ocho semanas», agrega.
Buscando paralelismos con la actualidad, Le Corre opina que el movimiento de los «chalecos amarillos» fue inesperado, porque se produjo «al margen del marco de reflexión habitual de la izquierda, y de hecho nos ha costado entenderlo».
Pero poco a poco, añade, los «chalecos amarillos» se han ido mostrando como «un absoluto balón de oxígeno, pues, de repente, parecía que la sociedad francesa se despertaba y volvía a poner en el corazón de los debates la cuestión social».
Los «chalecos amarillos» son, a decir del autor, «los hijos olvidados o abandonados» de la presidencia de Emmanuel Macron, quien «se sirve de los rituales propios de la República Francesa, una presidencia ultrapotente y los palacios del poder, para llevar a cabo su único proyecto: liberalizar la economía y romper las resistencias con una represión policial cada vez más violenta».
Precisamente, esa represión policial es seguramente el único paralelismo que se puede trazar con la Comuna de París: «Cuando los poderes se sienten amenazados el reflejo es la violencia represiva».
Para esta novela, el escritor de Burdeos aprovechó el trabajo documental previo sobre el paisaje urbano del París decimonónico, pero añade: «En este caso me he tenido que documentar más sobre los hechos históricos, la relación de fuerzas, la cronología, la manera en cómo la ciudad de París resultó en parte destruida por la represión».
Desliza Le Corre un «guiño» a los impresionistas con un homenaje personal al pintor Pissarro, que «tenía ideas progresistas, era favorable a la Comuna».
La justicia, el amor y la felicidad ejercen de motores en las actuaciones de los personajes de su novela, reconoce el autor galo, para quien «el hilo rojo es la historia de amor entre Nicolas y Caroline y la incertidumbre sobre su reencuentro».
El principal reto que tuvo que afrontar Le Corre fue «insertar la intriga policial en la novela histórica», ante el temor a que pareciera demasiado artificial, también era un riesgo el exceso de documentación histórica, porque quería «una novela con acción y con personajes».
Tras «Bajo las llamas», el autor volverá a la actualidad nuevamente con una novela negra, en este caso ambientada en su Burdeos natal.
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