Los relatos reunidos en Primera persona de Margarita Robayo se publican vertebrados por la autoficción. La autora se despoja en ellos del pudor y redime —con la literatura— todo lo que es salvaje y honesto de su propia vida. La escritura de estos relatos alumbra una obra de contundente belleza fragmentada.
Escribir sobre uno mismo invita a reconstruirse, a cerrar historias y llenarlas de significados. Al pasar la vida al papel, Robayo se desprende con arrojo de su intimidad y la ofrece altruista y despiezada al lector.
El mar abre esta amalgama de recuerdos. Es la constancia de restos de memoria enhebrados en agua salada, la geografía de la experiencia hilada con la costa natal, el viaje eterno de ida y vuelta. Parece decirnos la autora que del mar y de la esencia de uno mismo no se puede escapar. Amar al padre es el catálogo edípico de las relaciones de la protagonista. Como personaje secundario de novela de Philip Roth, su interés por los hombres de mayor edad vehicula la trayectoria emocional (sexo, conversación, conexión, tránsito) de esta vieja-niña. Rapto de locura es la confrontación razón vs. locura. La locura de su madre se convierte en una estación de paso provocada por las telenovelas. Ese relato ficticio e histriónico del audiovisual amarra al relato real condenándolo a la exageración y al retorno inmisericorde a la niñez. Leche evoca con admiración explícita el proceso de lactancia que vive la protagonista con su hijo Vicente. La culpa que acompaña a cualquier madre se le encarna en el pecho y en la forma de crianza seguida. Residencia presenta a la mujer poeta reflejada en la mirada de quienes disfrutan su poesía. Es, nuevamente, este relato, astilla dolida de la identidad femenina. La narración presenta uno de los tendones sobre los que se yergue la escritura: el afán de venganza. Esto es lo más importante que deben saber –parece decirnos la autora–, escribir es vengarse o exculparse. En Mudanza su protagonista arrastra un inaudito afán de permanencia. ¿Puede uno permanecer en algún sitio si no es aferrado intermitentemente a su biblioteca? En Historia general de tu vida un narrador en segunda persona ajusta cuentas. Mi debilidad es el relato cruento del asalto de la vulnerabilidad femenina. Narra una violación y los ecos de esta agresión perviven, años después, en la mujer que escuchó a escondidas esta confesión de culpabilidad. La narradora afronta además algunos envites a su vulnerabilidad como escritora mujer y que ella enfrenta con conceptos que se presumen femeninos (y feministas). Este relato emerge como defensor de la escritura de las mujeres, de quienes no suelen ser reconocidas en este oficio. La narradora se desmarca de las etiquetas estereotipadas sobre “lo masculino” o “lo femenino” en la literatura y aboga por el arte en cuanto arte, el arte sustentado en la calidad y no en cuota. Aullidos sordos en el bosque es el cuento pausado y placentero del accidente del amor. En Educación sexual, un grupo de adolescentes encara la sexualidad en un entorno –casi carcelario- controlado por una educación extremadamente religiosa.
En los textos de Robayo las mujeres acumulan culpa, de la que se desprenden al avanzar en la narración, convirtiéndose en relatos porosos atravesados por la violencia, el desdén y la lucha.
Primera persona está escrito desde el puerperio, desde las mujeres con dudas, desde las madres primerizas, escrito desde las mujeres que se creen débiles (porque las hicieron creerse débiles), las que lo intentaron, las que se culpan y las que aman sin sentir que transgreden norma ninguna. Este tercer título de la joven Tránsito Libros es un nuevo hilo enhebrado que cose heridas abiertas en el alma de las mujeres.
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Autora: Margarita Robayo. Título: Primera persona. Editorial: Tránsito Libros. Venta: Amazon
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