No hay duda de que el libro del maestro Enrique Florescano, La función social de la historia, resume perfectamente la titánica labor de su autor para dar sentido a una historiografía que intentara ir más allá de visiones sesgadas y maniqueas del conjunto de hechos que definen y han definido a los pueblos del mundo. En ese sentido, esta obra, publicada originalmente en 2012 y que Taurus acaba de reeditar, puede considerarse, como bien apunta el historiador Rodrigo Martínez Baracs, como el «testamento intelectual» de uno de los historiadores mexicanos más importantes de todos los tiempos, fallecido hace apenas un año. En este magnífico ensayo, Florescano, quien consideraba el estudio y la investigación histórica como un oficio de comprensión, responde a preguntas fundamentales como ¿para qué se estudia historia?; si esta disciplina es o no un tribunal donde podemos juzgar a nuestros antecesores; o hasta qué punto la historia es una especie de pedagogía para nuestras propias vidas. Y es que para Florescano —autor de obras como Etnias, Estado y nación, ensayos sobre las identidades colectivas en México, Quetzalcóatl y los mitos fundadores de Mesoamérica o La historia y el historiador— la más antigua función social de la historia ha consistido en dotar a los pueblos de un pasado común y fundar en ese origen remoto una identidad colectiva a través de la indagación sobre el significado de la vida de los seres humanos en el transcurso del tiempo, analizando la capacidad de la historia para tejer solidaridades y dotar de identidad a los grupos humanos, al tiempo que explora el conocimiento de lo extraño y lo remoto y el significado de una cierta disposición humana al asombro y una práctica de la tolerancia, teniendo siempre en cuenta la máxima de que en toda reconstrucción crítica del pasado debe imponerse la obligación de incluir las interpretaciones de los sectores más marginados y oprimidos que forman parte del conjunto de hechos historiografiados, así como la manera en que se ha ido construyendo el conocimiento histórico, desde la narrativa oral, el rito y el mito, hasta la memoria como imperativo moral y sus relaciones con la ficción. Sin duda un libro imprescindible que seguirá siendo leído y estudiado.
FILEY, LIBROS EN YUCATÁN
Bajo el lema «Leer con los cinco sentidos» acaba de comenzar en Mérida, Yucatán, un encuentro literario que poco a poco se consolida como un referente centroamericano para el mundo editorial. Este año, los 120 expositores entre casa editoriales, universidades, instituciones públicas y librerías de todo México que conforman el cartel de la Feria Internacional de la Lectura de Yucatan, la Filey, esperan nada menos que 200 mil visitantes, una cifra nada despreciable en una zona donde el turismo parece ser lo más importante y lo único que se promueve. El programa lo protagonizan, además de los 500 sellos editoriales que ofrecerán sus catálogos, un nutrido grupo de escritores entre los que destacan Elsa Cross, Alejandro Zambra, Dahila de la Cerda, Coral Bracho, Aura García Junco, Eduardo Antonio Parra, Guadalupe Nettel y el regiomontano David Toscana, quien recibirá en el marco del evento el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco que otorga la Universidad Autónoma de Yucatán. Es de justicia reconocer que esta feria tiene abierto el futuro después de doce años luchando por promover la lectura y hacer por todo lo posible para que los libros encuentren lectores.
EN EL MÁS ALLÁ NOS VEREMOS
Estos días un tema ha acaparado las conversaciones literarias bajo el volcán: la publicación de la novela póstuma de Gabriel García Márquez, que se ha puesto a circular recientemente. Y en esas conversaciones se ha formulado una pregunta inquietante: ¿se estará removiendo Gabo en su tumba? Porque una cosa se afirma aquí y allá: el autor de Los funerales de la Mamá Grande dejó dicho que no se publicara. Y como casi siempre sucede, su voluntad se la han pasado por el arco del triunfo. ¿Triunfo económico? Seguramente para sus herederos, que sabemos, porque así lo han declarado, que no lo han hecho con esa intención. Otra cosa es que haya prevalecido la curiosidad por saber en qué meandros escriturales andaba Gabo. ¿Pero estamos seguros de que Nos vemos en agosto descubrirá a un García Márquez inédito hasta ahora? Yo creo que no. Y ahí está la cuestión.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: