Un crimen de honor es aquel que se comete contra una persona a la que se acusa de traer el deshonor a su familia. Los motivos más comunes son: rechazar un matrimonio convenido entre familias, cometer adulterio o iniciar una relación amorosa con otra persona sin la aprobación de los varones. Precisamente, el objetivo del mismo es restituir mediante la violencia, e incluso el asesinato, la honra perdida. Aunque también hay víctimas hombres, la mayor parte son mujeres.
Este tipo de crímenes se cometen para seguir unas normas culturales. Tradiciones ancestrales que se mezclan con aspectos religiosos y que aún perduran en el siglo XXI. Según la ONG española ACCEM, la mayoría de países en los que se cometen este tipo de crímenes están situados en Oriente Medio: Turquía, Jordania, Líbano, Yemen, Iraq, Irán, Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos. También en algunos países africanos: Sudán y Egipto. La creciente emigración desde estos países hacia Occidente ha traído el problema a Europa y Norteamérica.
El ministerio del Interior del Gobierno Británico, recoge datos de los años 2019 y 2020 en Inglaterra y Gales, excluyendo la zona de Manchester. En total se registraron 2024 delitos motivados por cuestión de honor, de los cuales 74 fueron mutilaciones genitales, 140 matrimonios forzosos y otros 1810 sin clasificar, aunque etiquetados dentro de este grupo general. Según un artículo publicado en The Guardian en octubre pasado, los delitos de honor se incrementaron en el Reino Unido un 81% en los últimos cinco años. Profesionales de la justicia dicen que los datos oficiales pueden ser solo la “punta del iceberg”.
En estos datos no se tiene en cuenta el caso de Banaz Mahmod, ya que su asesinato se cometió en 2006. Su cadáver fue encontrado a finales de abril por la policía, tres meses después del crimen, dentro de una maleta enterrada en el jardín de una vivienda en Birmingham. Aún tenía los cordones en el cuello que sus asesinos utilizaron para estrangularla. Este caso tuvo una gran repercusión mediática y, recientemente, ha vuelto a la palestra por la emisión de la serie Honor —Honour—, una producción de la cadena británica ITV. En España puede verse en Filmin.
Banaz era hija de un matrimonio de kurdos que emigraron de Iraq al Reino Unido huyendo de la persecución a la que Sadam Hussein les sometió en los años 90. Renunciaron a su tierra para sobrevivir, pero no a sus tradiciones. La familia Mahmod tenía unas profundas y tradicionalistas ideas culturales y religiosas musulmanas. Una, muy relevante para ellos, es que el padre decide con qué hombre se tienen que casar sus hijas. Cumpliendo con tan arraigada costumbre, eligió un marido para Banaz diez años mayor que ella. El matrimonio salió mal. De hecho, ella lo denunció varias veces por maltrato y violación. Hasta en cinco ocasiones la policía desestimó el testimonio de la joven kurda.
Banaz no soportó su situación matrimonial. Por eso, huyó de la casa de su marido y volvió al hogar de sus padres. Entonces, su pesadilla se recrudeció por la presión de su padre. Sin embargo, encontró la felicidad durante un tiempo junto a Rahmat Sulemani, un hombre al que conoció y del cual se enamoró. Comenzaron una relación que la familia de Banaz desaprobó rotundamente. Sulemani también era kurdo, pero iraní en vez de iraquí y no era un musulmán ortodoxo como la familia de ella. Si a todo esto se añade que la joven había traicionado la decisión de su padre, su futuro se complicaba enormemente.
Tenía prohibido verse con su novio. A pesar de ello, encontraban las situaciones y los momentos propicios. Una noche, un conocido de la familia captó la imagen de ambos mientras se besaban. El tío y el padre de Banaz vieron esta fotografía y dictaron su sentencia de muerte. Para ellos, era mucho más importante mantener el honor de la familia, o sea, la palabra dada del matrimonio de conveniencia de su hija, que su vida.
Es, precisamente, Sulemani quien denuncia la desaparición de Banaz, no su familia. Cuando, esta vez sí, la policía de Londres atiende el caso, el padre de la chica dice que no está preocupado porque su hija se ha marchado de casa durante unos días en otras ocasiones y siempre ha vuelto. La inspectora responsable del caso, Caroline Goode, interpretada por Keeley Hawes (Bodyguard, Line of Duty, Los Durrell), sospecha que esto no es cierto y refuerza la investigación.
Esta serie da pie a plantear en clase una reflexión en torno a si la responsabilidad personal puede ser colectiva o es exclusivamente individual. Es cierto que esta clase de delitos se cometen en unas comunidades de inmigrantes concretas, pero es una injusticia señalar a todos los kurdos porque no todos asesinaron a Banaz. En las sociedades regidas por leyes democráticas solo los que cometen los delitos son los responsables, y es a estos a quienes la policía tiene que perseguir para capturarlos. Posteriormente, la justicia deberá demostrar y juzgar a los que idean, participan y ejecutan estos asesinatos. O sea, la responsabilidad es individual, no colectiva.
Es muy sencillo sucumbir a la tentación de generalizar en estos casos. ¿Estamos a favor o en contra de alguien simplemente por el hecho de nacer en un país o pertenecer a una comunidad religiosa? Una respuesta afirmativa a esta pregunta nos llevaría al tribalismo sin sentido y a las trincheras a la vuelta de cada esquina.
Siguiendo el mismo razonamiento, no se puede culpar a la sociedad de los actos individuales. No hay legitimidad social que avale un delito. Nadie puede escudarse en costumbres modernas o ancestrales para justificar la comisión de un crimen. Tan dañino e injusto es acusar a una comunidad de cometerlo como ampararse en ella para perpetrarlo.
Para reforzar esta idea, la serie presenta a otras personas de origen kurdo que contribuyen al esclarecimiento del caso. Una de ellas, la más crucial para su resolución, es la hermana de Banaz. Mayor que ella, se jugó la vida por dar información a la policía. Ella sí consiguió huir de las garras de su familia. Sin embargo, ha pagado un alto precio por ello, ya que actualmente vive bajo un programa de protección de testigos. De la misma manera, un hombre kurdo contribuyó con la traducción de conversaciones telefónicas de los implicados a dar con algunas de las pruebas claves del caso. Por supuesto, también se debe mencionar a Sulemani. Su valentía al denunciar la desaparición propició el inicio de la investigación policial, por lo que queda absolutamente nítido que personas con el mismo origen y raíz cultural tuvieron comportamientos diferentes.
Honor es una serie muy adecuada para tratar en las aulas la responsabilidad individual. Para resaltar la importancia del individuo por encima de la sociedad. Para formar ciudadanos libres con derechos, pero también con obligaciones.
Título original: Honour
Título: Honor
Temporadas: 1
Episodios: 2
Duración: 50 minutos
Plataforma: Filmin
Productora: ITV
Director: Richard Laxton
Guionista: Gwyneth Hughes y Caroline Goode
Protagonistas: Keeley Hawes, Mark Stanley, Michael Jibson, Buket Komur y Rhianne Barreto
En una sociedad en la que lo único que vale es el dinero, lo único que faltaba es que la caja tonta, o la caja furcia, se burlase del honor, como si el honor fuera esa distorsión social que hay en los países musulmanes. A venderse por la audiencia, es lo que hay.