El escritor británico Ian McGuire regresa con El abstemio, una novela que de haberla escrito en los años 70 le habría preocupado por sus «consecuencias», porque es escenario de fondo de uno de los hechos que marcó la relación entre Irlanda y el Reino Unido en el siglo XIX: el de los «Mártires de Manchester».
Así, casi como una obsesión, se puso a investigar para crear la que es su tercera novela, un libro ambientado en esa atmósfera «negra como el hollín» de ese Manchester industrial, porque en estas páginas hay «muchos vínculos» con el presente ya que «es una historia de unos hombres que estaban dispuestos a hacer lo que fuera por sus ideales, y eso es algo muy relevante ahora». Es una historia en la que sus protagonistas son el policía irlandés Jammes O’Connor, quien es trasladado a Manchester para investigar estos hechos, y Stephen Doyle, un irlandés que luchó en la guerra de Secesión americana y que vuelve a la ciudad británica para vengar la muerte de estos tres irlandeses independentistas. Un caso que los enfrentará.
Son dos hombres que arrastran un pasado que más que separarles les une, pese a que luchen por causas diferentes hasta el último aliento. Por eso, reconoce entre risas, si hubiera escrito esta novela en los años duros del IRA, los años 70, habría sido «más difícil» y habría estado «más preocupado por las consecuencias». «Ahora es más mucho más fácil hablar de estas cosas». «Me interesaba explorar el poder del fanatismo, o de distintas maneras de abordar el mundo políticamente», matiza el autor de la aclamada y premiada novela La sangre helada.
En El abstemio McGuire se mete también de lleno en el dolor de las víctimas y, como hizo Fernando Aramburu en Patria, rasga en la piel de Rose, la hermana de un buscavidas irlandés que sufre las consecuencias de la sociedad después de que los fenianos lo asesinen por chivato. Porque, desarrolla McGuire, estos revolucionarios irlandeses y el IRA tenían «una táctica muy clara y deliberada»: «el propósito era matar a informadores, aterrorizar a los supervivientes y advertirlos de que si se chivaban su destino era la muerte».
«Rose es sin duda un personaje muy interesante: ella es víctima a su manera y sufre a su manera, es una persona que es capaz de evitar el dejarse arrastrar por la violencia, y eso es una perspectiva más pragmática. Ella entiende lo que le pasa, y está de duelo, pero no se le ocurre vengarse. Quería un personaje que ofreciera otra perspectiva a la violencia, que fuera más sensible, más sensata y más sana mentalmente», describe. Así que, además de sentir el temor de las víctimas, en El abstemio McGuire consigue también que el lector huela la atmósfera contaminada y se encuentre molesto por eso mismo de lo que se quejan sus personajes: la suciedad o la humedad de ese Manchester del siglo XIX.
«Vivo aquí y me era fácil salir a dar un paseo por la ciudad. Eso fue parte de mi investigación, y aunque la ciudad ha cambiado mucho hay partes que no lo han hecho tanto. Es una ciudad de callejuelas y barrios que te transportan a los tiempos victorianos», expresa este autor, que también pone de manifiesto los lazos que había entre los irlandeses independentistas que emigraron a Estados Unidos.
Respecto al título, el escritor lo tenía claro, porque se trata de una de las claves de la novela, ya que el policía O’Connor vive lejos de la bebida después de haber tenido un problema con ella tras la muerte de su esposa, una adicción a la que regresa, pero no como una recaída final, y que le vuelve a «conectar con la vida de una manera controlada», tanto como para afrontar su vida y hacer que el transcurso de la novela avance con agilidad. En este sentido hay que poner de manifiesto la relevancia del valor de la redención en esta obra para así plantear que tanto O’Connor como Doyle tienen sus motivos, bien armados, de lucha. «Quería que la novela no fuera una novela de blanco o negro, de que las cosas se olvidan», apunta.
Desde su casa, McGuire se despide con un avance, el de que ya está con su próxima novela, pero también con un lamento ante la pregunta de qué pierde la cultura británica tras la separación del Reino Unido de Europa. «Pierde mucho, y seguro que no somos conscientes todavía, y ese es uno de los temas que más me entristecen, que no nos daremos cuenta de lo que ha significado la UE para el Reino Unido hasta que sea tarde», concluye.
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