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Ignacio Peyró: “Yo quería exactamente eso, una biografía con efecto chupito”

Ignacio Peyró: “Yo quería exactamente eso, una biografía con efecto chupito”

Ignacio Peyró (Madrid, 1980) ha publicado con la editorial Libros del Asteroide un libro titulado El español que enamoró al mundo: Una vida de Julio Iglesias. Dicho de otra manera, Ignacio Peyró, joven director del legendario Instituto Cervantes de Roma, ha biografiado a Julio Iglesias y, a la vez, ha sido capaz de arrastrar al afortunado lector que se asome a estas páginas al centro de una parábola de la evolución de la sociedad española, en los últimos cincuenta años, en un libro que se lee con la felicidad de quien sabe que tiene entre manos literatura de la buena, cosa que, en los tiempos que corren, no puede uno dejar de señalar como algo insólito o extraordinario.

El periodista Kino Verdú retrata así a este retratador: “Prosista de referencia en el español actual, Peyró se acerca por primera vez a la cultura popular con un retrato biográfico de Julio Iglesias desde sus comienzos marcados por la enfermedad hasta la consagración en Europa y América y su última conversión en meme. Al narrar la construcción del personaje, el libro se erige, también, en relato de cincuenta años de vida social española y en parábola de la evolución de nuestra sociedad desde el tardofranquismo hasta nuestros días. En la estela de las vidas de Pla y Maurois, de Chesterton o Evelyn Waugh, El español que enamoró al mundo busca redescubrir el arte del perfil en un libro con la intensidad propia del periodismo y el placer que solo da la literatura”.

Hablamos con el autor de la biografía del cantante Julio Iglesias, que desde ahora y para siempre es ya un personaje libresco salido de la iconografía literaria de Ignacio Peyró.

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—Voy directa al grano: ¿es una biografía por encargo?

—Es una biografía con plena coherencia. Yo escribí un artículo sobre Julio Iglesias en algún momento entre 2007 y 2009, del que me quedé muy contento. Tengo también algo escrito en algunos diarios que publiqué con esta misma editorial, Libros del Asteroide, en Ya sentaras cabeza: Cuando fuimos periodistas (2006-2011). Tengo un sentimiento de agradecimiento con respecto a esa España sentimental un poco melosa, es verdad, pero a la que creo que es justo mirar con indulgencia.

—Pero una biografía de Julio Iglesias en principio no encaja con tu estilo.

"Una persona que además se ha dedicado a hacer feliz a la gente a lo largo y ancho del orbe merece literatura a raudales"

—Si hay una vida que merezca ser contada, es la de Julio Iglesias. Además, puestos a mirar las mesas de novedades, si se publican libros de la peste bubónica o de Stalin, ¿cómo no va a haber libros bonitos sobre Julio Iglesias? Una persona que además se ha dedicado a hacer feliz a la gente a lo largo y ancho del orbe merece literatura a raudales.

¿Cómo nace la idea?

—Pues te lo voy a contar. Y esta es toda la verdad. Yo un día llego un poquito trompa, todavía en lo alto de la ola, y me pongo una canción de Cugat que me gusta mucho.

—¿De verdad que empieza así la historia de este libro?

—Sí, y mira, la canción no la recuerdo ahora bien, pero sería “Perfidia”, o una de estas que son un pelotazo de oxitocinas y endorfinas y alguna secreción cerebral más, satisfactoria y concreta dentro del espacio-tiempo de aquella madrugada (risas). Pero bueno, resulta que este señor está también tomando copas (el director de la editorial Libros del Asteroide, Luis Solano, que está a su lado en silencio, afirma con la cabeza el arranque de sinceridad peyroniana). Y yo le digo: “Luis, nos vamos a dejar de líos y vamos a hacer la vida de Xavier Cugat, que es que me fascina ese mundo”. Pero luego me quedé dándole vueltas a mi propia propuesta, pensando que Cugat tenía zonas oscuras en su vida y que eso era más complicado de llevar a una biografía.

—A ver si lo entiendo, porque esto parece la letra de una canción de Julio Iglesias: “Borrachera y perfidia”.

"Digamos que Cugat era la liebre que me llevó hasta la verdadera pieza, que era Julio"

—(Risas) Sí, más o menos. El hilo de aquella noche, por decirlo así, me llevó directo hasta Julio Iglesias. Digamos que Cugat era la liebre que me llevó hasta la verdadera pieza, que era Julio. Julio era lo innombrable, como el Dios del Antiguo Testamento. Así que me dije que yo podía nombrarlo. ¿Por qué no? Y mira, buscando concomitancias de estas azarosas de las que nos alimentamos los escritores, siento que este libro es también un homenaje, de alguna manera, a cierto Madrid que me gusta. Caí en la cuenta de que durante unos años relativamente felices estuve medio viviendo por donde Julio había vivido (yo tenía una novia allí), en Cristo Rey, un barrio que ha mantenido el olor franquista hasta muy tarde. Realmente era un microcosmos que empezaba en General Ampudia y terminaba en la parte más moderna, que era un asador, no te digo más. Una medio novia que frecuenté en la zona un tiempo me contaba que veía al padre de Julio entrar en la parroquia de San Juan Crisóstomo repartiendo viruta entre los pobres, un tipo muy simpático y un gran sinvergüenza, que sin embargo no faltaba a misa los domingos. Eso a mí me disparó la fantasía. Y de alguna manera me terminó de decidir. Cambié definitivamente a Cugat por Iglesias.

—El Peyró narrador de mundos cultos y antiguos biografía a una estrella del pop. Tus lectores están tan atónitos como yo misma.

—He preferido no preguntármelo demasiado. He preferido abordar con sencillez algo que es un tema interesante. Hay vidas e historias que cuando uno las conoce se dice “esto merecería una película o una serie en Netflix”. Pues yo creo que esta vida de Julio Iglesias merecía ser trasladada con una cierta ambición literaria. Se podría haber tratado desde muchos puntos de vista: académico, de historia cultural, antropológico, una cosa más archivística… pero yo quería hacerlo desde un lugar cronicado. Desde mi mirada y mi voz.

—En España el género biográfico sigue sin tener demasiados adeptos.

"Es difícil el género biográfico porque el escritor ha de moverse en un equilibrio narrativo muy complejo"

—Pues es verdad, pero a mí siempre me ha interesado mucho y lo he leído con verdadera pasión: André Maurois, Pla, Emil Ludwig, Stephan Zweig. Un gran hombre a los ojos de un escritor. Es difícil el género biográfico porque el escritor ha de moverse en un equilibrio narrativo muy complejo.

¿Cómo te enfrentas tú al personaje biografiado?

—Yo no compro a Julio Iglesias recién salido al mercado, sino como un producto consolidado y hecho, y por tanto lo abordo sin mala conciencia. Me he leído de él hasta las últimas raspas. Jamás pensé que fuese a ir a la Biblioteca Nacional para consultar los archivos de la revista Semana, pero debo decir que me lo he pasado muy bien. Me lo he leído todo, pero todo lo que hay publicado sobre Julio Iglesias, que no es poca cosa.

—¿Te apoyaste en declaraciones de gente cercana a Julio?

—Lo ha leído mucha gente, pero más para contrastar datos, que por otra parte son bien conocidos; gente muy cualificada gracias a la que podemos decir que este libro pasó el primer filtro, que siempre es el más difícil. Aprobó con nota la auditoría de veracidad. Además, yo no quería, desde luego, que Julio estuviese ausente de su libro, pero no me parecía bien contar su vida solo con su versión, porque dice cosas de sí mismo a veces antitéticas. He leído, por ejemplo, una declaración en la que afirmaba: “Yo a los 20 años cantaba horriblemente”. Y en otras declaraciones: “Yo siempre he cantado bien; éramos Sinatra y yo”. Entonces, como biógrafo, ¿con qué te quedas? No he querido hacerle excesivo caso.

—¿Cómo organizas biográficamente una vida tan llena de cosas?

"Es muy curioso tener que contar algo que en el fondo es bien conocido"

—Es muy curioso tener que contar algo que en el fondo es bien conocido. He querido ser cronológico y no anticipar cosas. Primero le mandé diez folios al editor, pero me dijo “no”. Y yo sabía que no. Entonces me encerré 24 horas, se lo mandé rehecho y ahí sí coincidimos. Yo buscaba cosas complicadas, pero que tenían que darse todas a la vez en el tipo de biografía que quería escribir: ligereza, rapidez, una distancia sana con el biografiado, no parecer arrogante, no perdonarle la vida, no ser un fan, no querer destruir al personaje y especialmente dar un olor de época en algunos momentos, sobre todo en aquellos que tienen más olor a época: tardofranquismo, desarrollismo, Benidorm, cigarrillos con filtros de madreperla… todas esas cosas. Quería ser preciso y el lector ha agradecido el formato de capítulos cortos. La gente se lo ha leído de manera ágil. Yo quería exactamente eso; una biografía con efecto chupito.

—Y hay mucho humor; un humor muy tuyo.

—Mi planteamiento era ese: si la vida de Julio Iglesias no es divertida, en el sentido de que, si un escritor no es capaz de sacar color de ahí, entonces ¿de dónde puede sacarlo? Me ha dicho algún lector que el tono es muy inglés, que le recuerda en algo a Pickwick. Me encanta que haya lectores capaces de ver esas cosas, porque al final, los ingleses saben contar las cosas.

—¿Cuánto tardaste en escribirlo?

—Bueno, eso no puedo decirlo con mi editor delante. (Risas) No, en serio, ha sido un libro intenso pero ligero. Ha sido muy satisfactorio escribirlo. A ver, yo no te voy a mentir. Prefiero estar tumbado en una playa esperando un daiquiri antes que estar escribiendo intensamente. Pero, puestos a trabajar, este libro me ha absorbido un tiempo muy exclusivo y muy agradable.

—En ese tiempo de escritura, ¿qué te ha sorprendido del personaje?

"Puedes intentar diseccionarlo al escribir la biografía, pero es casi como intentar diseccionar el alma buscando un pensamiento, o sea, algo inasible; imposible"

—Varias cosas. Hay alguna cosa desalentadora que aprendí, que es lo indefinible, lo carismático que es el personaje. Por qué él se sienta medio repantingado en un sofá y parece un tipo interesante que está a punto de beberse una leche de pantera, y tú te sientas así, en la misma posición, y parece que estás convaleciente de un catarro. Es decir, hay personas que exudan un carisma muy propio que todo el mundo entiende, que todo el mundo sabe leer sin dificultad. Eso puedes intentar diseccionarlo al escribir la biografía, pero es casi como intentar diseccionar el alma buscando un pensamiento, o sea, algo inasible, imposible.

—¿Cómo lo hiciste, entonces?

—Me planteé que lo mejor, al menos para mí, era tratar de contar a Julio en su muy exitoso repertorio de gestos. Nada explica el extra espiritual que él tiene, y que es una de las cosas que lo separan de haber sido otra cosa que no fuera Julio Iglesias. Qué sé yo, Juan Pardo, por ejemplo. Julio tiene algo sutilmente arrollador, una fluidez, una manera de estar a gusto consigo mismo, un sentido del éxito que lo hace único. Eso es algo que yo he visto como lo ve todo el mundo, pero no he intentado ni por un momento llevar al libro un retrato psicológico plagado de adjetivos. Creo que el personaje se deja retratar mucho mejor mostrando sus acciones.

—¿Se te ha quedado algo del personaje?

"Hay un nivel de imperfección en determinados personajes que es tolerable e incluso amado por la gente"

—Dos cosas fundamentales. Julio tuvo una visión, un empeño muy ambicioso en ese momento que le podía haber salido mal, que fue irse fuera, al extranjero. No temió quemar las naves, así que se fue a América con todo lo que tenía, y sorprendentemente le salió bien. La lección ahí es que hay quijotadas que la vida premia. Y también hay una cosa muy bonita. Hay un nivel de imperfección en determinados personajes que es tolerable e incluso amado por la gente: los discursos de Churchill con el frenillo, o Nat King Cole cantando en español, que no sabes si está cantando una canción de amor o un prospecto farmacéutico. Y ese es el caso de Julio Iglesias, un señor lleno de tics raros, que ya nació viejuno, que tiene una voz que hoy lo habría dejado en dieciseisavos de final en Operación Triunfo y que, sin embargo, triunfa. Frente a eso, por poner un ejemplo más o menos contemporáneo a él, Luis Miguel, con perdón, que es más canónicamente guapo, con una voz indiscutiblemente torrencial, sin embargo es un tipo mucho menos interesante, mucho menos complejo y mucho menos seductor que Julio Iglesias.

—¿Crees que Julio Iglesias leerá alguna vez tu libro?

—Sí, supongo que sí.

—¿Y lo leerá Isabel Preysler?

—Sí. Estoy seguro. De hecho, me gustaría mucho que así fuese. ¿Sabes? La gente en aquel momento fue muy cruel, machista y racista con Isabel Preysler. Hay cosas que se escribieron de ella que dan vergüenza ajena.

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Raoul
Raoul
8 horas hace

Sorprende que un escritor al que se le presenta como “prosista de referencia en el español actual” (a saber quién es el tal Kino Verdú), que ha escrito “una parábola de la evolución de la sociedad española” y que ofrece “literatura de la buena”, utilice expresiones como “hasta las últimas raspas” o “efecto chupito”. La referencia a Pickwick produce una sonrisa piadosa (dejemos lo de ser escritor inglés en español a Javier Marías), y aunque la entrevista está bien planteada y el libro puede ser interesante, al leer a éste y a otros autores actuales, cuánto se echa de menos a auténticos escritores como el rey de Redonda: ahí tiene razón la entrevistadora, cuando afirma que en los tiempos que corren la buena literatura es algo insólito o extraordinario.

Ana
Ana
1 hora hace

El don de la bilocación: estar en la Biblioteca Nacional consultando ‘Semana’ y al mismo tiempo dirigiendo el Cervantes de Roma.

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