Imaginativa y sorprendente novela

En la novela Lo invisible, recién publicada por la editorial madrileña La Umbría y la Solana, el poeta, ensayista y crítico portugués Rui Lage (Oporto, 1975) convierte a Fernando Pessoa en detective de fenómenos paranormales, labor no siempre honrada por la que recibe la llamada de auxilio del párroco de Cova do Sapo, una aldea perdida entre Trás-os-Montes y el Alto Duero cuyos habitantes sufren cada noche un terrorífico e interminable poltergeist. A partir de las once, seres extraños, que nadie se ha atrevido nunca a enfrentar cara a cara, aporrean las puertas de las casas, ponen patas arriba el cementerio, esparcen por el pueblo los huesos de los muertos y desquician, con sus espeluznantes aullidos, al ganado y también, por supuesto, a los vecinos, que se atrincheran en sus casas haciéndose fuertes bajo las sábanas y que se encuentran al borde de la locura después de semanas y semanas aterrorizados, sin poder dormir. Movidos, más que por la piedad, por la perspectiva de una suculenta recompensa, Pessoa y su socio, Augusto Ferreira Gomes, emprenden un largo recorrido en tren que es casi un viaje en el tiempo y que los llevará de Lisboa al Portugal más profundo para vivir una aventura fantasmagórica en la que no faltan los misterios, las brujas, las ouijas, los muertos vivientes o los viajes astrales. Pero esta es solo la lectura más superficial que podemos hacer de la novela, imaginativa, sorprendente y un punto gamberra, a medio camino entre el género negro y el de terror, escrita con una prosa rica, elaborada, capaz de moverse con soltura entre registros cultos y vulgares, pues, por debajo, y al hilo del relato, Rui Lage lleva a cabo un agudo retrato histórico y sociológico, el del Portugal de 1931, mostrando el enorme contraste entre la Lisboa cosmopolita, burguesa y decadente, que la joven dictadura intenta hipócritamente moralizar, y el interior, un país arcaico y supersticioso, aplastado por la religión y la miseria, el de Cova do Sapo, que recuerda (no en vano son muy cercanos en el tiempo, y no tan alejados en el espacio) a la Tierra sin pan de Luis Buñuel, todo ello mientras, en un tercer nivel que podemos llamar intertextual, va realizando suculentos guiños a la vida y la obra del autor del Libro del desasosiego, desde su infancia en Sudáfrica (tan desconocida, y que el novelista rescata cargándola de sentido para dar verosimilitud al personaje), pasando por su condición plural y solitaria, su relación con Ofélia Queiroz, su destructiva dependencia del alcohol, la fraudulenta desaparición del ocultista Aleister Crowley o el hipnótico drama El marinero, hasta llegar a una insólita explicación en clave paranormal del fenómeno de los heterónimos, todo ello siempre bien traído y encajado, tanto que al final no resulta tan caprichosa ni descabellada la llamativa transformación en cazafantasmas de un poeta tan tímido y huidizo como Pessoa, un tipo poliédrico, amante —entre otras muchas cosas— del ocultismo, lector confeso de las historias de detectives de Conan Doyle o de Arthur Morrison, que, entre sus innumerables proyectos, concibió una serie de relatos policíacos protagonizados por un personaje llamado Quaresma, el descifrador, y que estoy convencido de que hubiera disfrutado de lo lindo viéndose tan peculiarmente retratado, convertido en audaz exorcista, en esta estupenda novela de Rui Lage.