Salva Rubio, autor del ensayo Tras los pasos de Indiana Jones (Minotauro) reflexiona sobre el pasado y presente de un personaje que cumple cuarenta años en la pantalla y más de un siglo en la ficción.
Según la mitología acuñada por George Lucas, ese tal Henry Walton Jones Jr., que prefiere ser llamado Indiana Jones, nació en 1899, justo antes del comienzo del siglo XX.
Las raíces decimonónicas de Indiana Jones surgen de un siglo en el que tantos exploradores, marinos, científicos, cartógrafos y comerciantes occidentales viajaron a tierras para ellos exóticas e ignotas, y nos trajeron grandes relatos de viaje y novelas de aventuras, desde por supuesto clásicos como Joseph Conrad o Jack London, a aventureros y estudiosos como Sir Richard Burton, Johann Ludwig Burckhardt, Von Humboldt o el mismo Charles Darwin.
Este tipo de hombre, o de mujer, como Mary Kingsley, Gertrude Bell, Isabella Bird o Nellie Bly, dejaron un legado de arrojo, curiosidad y valentía que en el siglo XXI ya no puede separarse de los desmanes del colonialismo al que a veces se adelantaron, abriéndole camino, y en otras ocasiones acompañaron, y que nos hace hoy preguntarnos, dando voz a otras culturas distintas de la llamada “occidental” hasta qué punto sus descubrimientos y logros fueron realmente tales. En todo caso, aún entre desmanes, enfermedades y conquistas, estos autores lograron certificar la existencia de ciertas culturas y formas de ser humanas que la maquinaria colonial terminaría arrasando, como mínimo en lo cultural.
Por supuesto, entre ellos también hubo arqueólogos o, citando el título literal de la película que ahora cumple 40 años, saqueadores (“del Arca Perdida)”; visionarios que creían en las leyendas olvidadas, ciudades perdidas y riquezas escondidas de dichas culturas. Enloquecidos por el calor, la jungla, el desierto y las moscas buscaron El Dorado, Troya, Dárdano o la Atlántida, y en algunos casos, incluso las encontraron. Ellos y ellas, desde el plácido Cunnington y sus puntas de flecha en Wiltshire, pasando por Pitt Rivers o el mentor de Carter, William Flinders Petrie, dieron forma a lo que hoy conocemos como arqueología.
Y es que cuando, según de nuevo, su biografía oficial, Indiana Jones decide estudiar dicha disciplina en 1922 (año, recordemos, de la apertura de la tumba de Tutankamón), ésta era prácticamente nueva. Surgió tras décadas de excavaciones destructivas a pico y pala, despreciando todo aquello que no brillara, cuando hombres y mujeres pulcros, pacientes y ordenados, armados ahora con paletas, cepillos y libretas, estudian, clasifican y ordenan cualquier descubrimiento, por humilde que fuese, de trozos cerámicos a clavos, ánforas o hachas de silex, para poder entender nuestro pasado más allá de la superstición y la ignorancia.
En este sentido, la humanidad e Indiana Jones comienzan tarde esta investigación sobre el pasado humano: los mayores descubrimientos ya se han realizado y tanto su estilo de trabajo anterior, invasor y destructivo, como su ética de claroscuros, contrabando y botín de guerra, construyen ese personaje a caballo entre dos mundos, éticas y morales.
Indiana Jones se mueve, pues, entre dos mundos: desde los descubridores que debieron provocarle admiración y fascinación durante su ajetreada infancia, hasta las revoluciones tecnológicas de mitad de siglo XX (justo cuando dejamos de saber de él) que revolucionan el oficio: desde las técnicas como la datación por carbono-14, hasta la actual tecnología LIDAR, que permite hacer modelos 3D de objetos sin desenterrarlos y que parecieron lograr que su trabajo de campo, sucio y polvoriento quedase tan obsoleto como llevar fedora en el mundo de hoy.
No en vano, precisamente por situar su nacimiento en 1899, Lucas hace que su personaje nazca cuando muere el siglo, al final de una época, y le hace ser casi tan joven como la nueva centuria, un siglo XX en el que no solo quedaba mucho menos que explorar y descubrir, sino que, como muchos opinan, comenzaría realmente con las masacres de la Europa del 14.
Indiana Jones, como nos cuenta su biografía, participó en la citada guerra, haciéndose pasar por el belga Henri Defense, y lo que vio en trincheras como Verdún le hizo distanciarse de los sangrientos asuntos humanos. Buscó a partir de entonces la aventura en templos llenos de trampas, pasadizos colmados de momias o junglas plagadas de insectos en un mundo en el que los imperios iban cayendo y sus mayores enemigos, los nazis, planificaban un imperio que iba a durar mil años y que se vino abajo sin haber logrado levantar más que los trágicos vientos cenicientos de Auschwitz.
Aunque se sabe prácticamente todo de las aventuras del doctor Jones en la década de los 30 (aventuras que les invito a conocer en Tras los pasos de Indiana Jones, publicado por Minotauro), poco se sabe de él durante los años 40 y las décadas posteriores; como si las masacres de la guerra, la modernidad y la tecnología desplazasen sin piedad la voz y la experiencia de un explorador de otro siglo al que ya nadie escucha: de hecho, el propio Lucas nos lo muestra, en la serie de televisión, en la última década de la centuria, como un nonagenario al que ya nadie escucha.
Estamos ya en los años 20 del siglo XXI, y es difícil suponer, a no ser que encontrara la vida eterna en alguna de sus aventuras, que Indiana Jones, nacido en 1899, esté vivo. Y sin embargo, lo está, más que nunca: a sus 78 años, Harrison Ford se encuentra, mientras escribo estas líneas, rodando nuevas aventuras del personaje en algún lugar de las islas británicas.
Quizá no es casualidad que Disney, actual propietaria de los derechos del personaje, fue fundada en 1923, exactamente cuando el joven Jones decidió dedicarse a la arqueología.
Parece adecuado que una compañía nacida hace casi un siglo, y un héroe centenario hagan todo lo posible por demostrar que sus historias aún serán relevantes y capaces de levantar entusiasmos, ilusiones y sueños un siglo después. A muchos de nosotros, al menos los nacidos en esa compleja pero fascinante centuria llamada siglo XX, nos tienen ya ganados.
Veremos si estas viejas historias aún importan a los hijos del nuevo milenio.
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Autor: Salva Rubio. Título: Tras los pasos de Indiana Jones. Editorial: Minotauro. Venta: Todostuslibros y Amazon
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