Dos periodistas, la madrileña Inés Martín Rodrigo y el barcelonés Toni Cruanyes, han ganado respectivamente los premios Nadal y Josep Pla con dos libros que anclan en la memoria histórica y familiar personal.
Ambos premios se han dado a conocer en un encuentro exclusivo con la prensa al haberse suspendido la tradicional velada literaria de la noche del Día de Reyes a causa de la ola de ómicron en la pandemia de coronavirus.
La 78 edición del prestigioso Premio Nadal ha sido para Inés Martín Rodrigo por su novela Las formas del querer, en la que narra la historia de la protagonista, Noray, quien, como la autora, cree en «el poder terapéutico y reparador de la literatura, y ahora más que nunca con la pandemia».
Al conocerse el fallo, Martín ha confesado: «Es un sueño cumplido, la prueba evidente de que las ficciones que nos inventamos para nosotros mismos a veces se hacen realidad» y ha tenido palabras de recuerdo para su madre Aurora —-«todo lo que hago es para ella y también esta novela»—, que murió cuando la autora tenía 14 años.
«Lo que no se nombra no existe y por eso decidí escribir esta novela, en busca de un poco de luz en mitad de los tiempos tan oscuros que nos está tocando vivir, y no solo por la pandemia», ha señalado Martín Rodrigo, para quien «las palabras escritas, leídas han sido siempre el mejor refugio, como lo son para Noray».
Ante una crisis emocional muy grave que la lleva a tocar fondo, Noray recurre al «refugio de las palabras» como la propia periodista madrileña he hecho tantas veces, y el personaje se enfrenta asimismo, en un juego metaliterario, a la escritura de una novela que lleva tanto tiempo rehuyendo.
En esa novela Noray se apoyará en los recuerdos de su abuela Carmen, la de su propia familia, paralela a la de España, desde la Guerra Civil hasta los comienzos del siglo XXI, acompañada por los personajes protagonistas de su vida y también de los secundarios que viven en los márgenes de la realidad; y «se dará cuenta de que la mejor manera de amar es siendo fiel a sí misma».
Inés Martín comenzó a escribir esta novela hace casi dos años y medio, de la mano de la que fue su primera editora, Belén Bermejo, que falleció hace algo más de un año y que decía: «La alegría es nuestro deber diario».
El duelo de la madre en su juventud y de la editora y amiga es algo que le ha acompañado siempre, porque «el duelo no se cura, es una forma de vivir y eso le pasa a Noray».
La ganadora del Nadal ha asegurado: «No se trata de una novela autobiográfica, aunque Noray tiene muchas cosas de mí, ella pierde a dos seres muy queridos, que le han enseñado a vivir, a querer, a disfrutar de la vida y, ante esa pérdida, no sabe cómo afrontar el futuro pero tampoco el presente y la única manera de seguir adelante es escribiendo».
Ambas, autora y protagonista, comparten también el haberse criado entre libros, y la propia Martín señala que los libros ganadores del Nadal y el Pla «comparten gran parte de su esencia, como es esa memoria familiar», pues en un momento tan preciso como el actual, en medio de una pandemia, ella lo tiene claro: «Es importante recuperar esa memoria para poder saber no sólo dónde estamos o adónde queremos ir sino de dónde venimos».
El jurado del Nadal, formado por Alicia Giménez Bartlett, Care Santos, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y el editor Emili Rosales, ha recomendado asimismo la publicación de El teatro en medio del océano, texto presentado por Marta Camino (seudónimo).
El Premio Josep Pla ha correspondido al inclasificable libro La Vall de la Llum, del periodista de TV3 Toni Cruanyes, quien ha confesado que después de escribir varios ensayos de política internacional o local, «ha sido un reto estrenarse en un género nuevo como la narrativa memorialística».
El premio, ha añadido, es un impulso para darse ánimos y mostrar «un camino que tiene mucho por explorar».
En su caso, el libro nace del ámbito familiar e íntimo: «Es una ficción, pero no era la intención, porque el primer objetivo era recuperar la memoria, y el motor para escribirlo fue la muerte del abuelo en una residencia geriátrica durante la primera ola de la pandemia a principios de 2020».
Cruanyes ha utilizado las herramientas de la investigación periodística pero también la memoria familiar como «fuentes de consuelo» y ha encontrado en su abuelo a «alguien que quería ser recordado, que quería trascender».
A través de su abuelo, el presentador de TV3 recupera la historia de un tiempo y de un país y rememora «las raíces profundas de un pasado, de una generación entera que sobrevivieron a una guerra civil cuando eran niños y que han vivido al final de sus vidas una pandemia«.
Cruanyes ha revelado que en la investigación previa ha descubierto «secretos de familia», pero también ha «revisitado» la población costera de Canet de Mar, el paisaje de su infancia.
Ese valle de la luz a que alude el título es «un pueblo costero, de cañas, viento y hambre, es el escenario en el que se desarrolla la historia de una familia de origen payés, que en los últimos cien años se ha abierto a un mundo que se transforma a mucha velocidad».
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