En el pleno corazón del romanticismo desplegó su verbo: la luz y las sombras encontraron una expresión fulminante en su poesía. A continuación reproduzco Inscripción para una fuente que mana en un brezal, de Samuel Taylor Coleridge.
Inscripción para una fuente que mana en un brezal, de Samuel Taylor Coleridge
¡Sicamoro, a menudo con música de abejas!
Tales tiendas querían los Patriarcas. Cubran
esas añosas ramas intactas largo tiempo
la taza pequeñita y redonda, que ampara
de las hojas caídas una piedra, y envíe,
tranquila como el hálito de un infante dormido,
primavera esas aguas frías al caminante,
con palpitar seguro y suave. Que no cese
el cono de arenita en su mudo danzar,
al fondo, como un paje de los Ellos, pues baila
ahora, tan menudo y alegre como ellos,
sin turbar a la fuente en su tersura clara.
Aquí hallarás frescor y crepúsculo y musgo,
un blando asiento y una sombra profunda y vasta.
Más árboles no busques: ni lejos los verías.
Bebe, pues, peregrino, y descansa. Y si tienes
muy limpio el corazón, también podrá tu espíritu
refrigerarse, oyendo algún sonido dulce
de las brisas o las abejas murmurantes.
Versión de Màrie Montand
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