Con este artículo comienza su andadura Laura Riñón Sirera, escritora y propietaria de la librería Amapolas en octubre. “Mi trabajo no es otro”, escribe, “que hablar de autores y de obras, desvelar curiosidades y secretos, recomendar libros y, por encima de todo, ser anfitriona de un hogar en el que la literatura y la cultura merecen seguir latiendo”. Periódicamente irá desgranando sus opiniones literarias en Zenda
Virginia Woolf publicó Una habitación propia en el año 1929, un ensayo basado en las conferencias que la autora británica impartió durante el año anterior en dos universidades femeninas de Inglaterra. Existen multitud de ediciones de este libro, pero yo siento predilección por una editada por Lumen, bellamente ilustrada por Becca Stadtlander, y traducida por Jorge Luis Borges. A lo largo de la historia este ensayo ha servido de inspiración a las mujeres que han trabajado y luchado por tener el lugar que merecen. “Una mujer necesita una habitación propia y dinero para escribir ficción”, sentenció Woolf en esta inmortal obra. ¿Y para leer?, le preguntaría yo ahora, ¿hace falta lo mismo? Sé que alteraría su respuesta porque los tiempos, por suerte, han cambiado, pero algo me dice que, de poder hacerlo, Virginia Woolf cambiaría la independencia económica por la falta de tiempo. Uno de los males de este siglo. La mayoría de las personas justifican que leen poco porque a sus días les faltan horas, aunque es probable que esto suceda porque las invierten en otros placeres.
El placer también tiene sus prioridades.
Llevo toda mi vida buscando referentes literarios para colocarlos en los puntos cardinales de mi brújula. La lista sigue creciendo porque no dejo de descubrir obras interesantes, pero la vida es demasiado corta para leer todo lo que deberíamos leer, y por esta razón los libros que no nos provocan emoción alguna deben ser abandonados. Por encima del resto, hay dos mujeres que llegaron a mi norte para condicionar mi destino. La primera de ellas es Virginia Woolf y la segunda es Sylvia Beach, una entusiasta joven norteamericana que aterrizó en París durante la Gran Guerra. Se enamoró de la ciudad y de la que sería su pareja durante años y, a finales de 1919, diez años antes de la primera publicación de Una habitación propia, abrió las puertas de la que se convertiría en una de las librerías más famosas del mundo, Shakespeare and Company. Y, como si ese fuera su destino, el establecimiento se convirtió en uno de los lugares de encuentro de los miembros de la inmortal Generación Perdida, bautizada así por la también escritora Gertrude Stein. Desde Hemingway a Fitzgerald, todos los nombres propios de la época no solo se pasearon y encontraron cobijo bajo el techo de la librería, sino que muchos de ellos escribieron acerca de los felices años compartidos con su dueña. Beach fue la responsable de que el Ulises —prohibido— de James Joyce viera la luz. Y también fue una de las mujeres más importantes de la época en un París al que huían artistas de todo el mundo en busca de la libertad. La autora Andrea Weiss describe y analiza las vidas de aquellas famosas “mujeres de la orilla izquierda” —Rive gauche— en su libro París era mujer (Ed. Egales) y gracias a ella podemos hacer un recorrido de la mano de las escritoras Colette, Gertrude Stein o Djuna Barnes, de la editora Alice Toklas o de las libreras Sylvia Beach y Adrienne Monnier, entre otras muchas.
La primera vez que leí algo acerca de la historia de Sylvia Beach supe que mi destino empezaba a escribirse. Muchas plumas de reconocido prestigio inmortalizaron su historia, aunque lo cierto es que uno de los libros más interesantes para conocer mejor a la norteamericana es el que recoge una selección de sus cartas. Obra descatalogada que, tarde o temprano, rescatará del olvido algún valiente editor.
Amapolas en octubre no sería una realidad si no hubiera sido por la inspiración de estas dos mujeres, y me atrevería a decir que la librería se ha convertido en mi cuarto propio particular. Mi trabajo no es otro que hablar de autores y de obras, desvelar curiosidades y secretos, recomendar libros y, por encima de todo, ser anfitriona de un hogar en el que la literatura y la cultura merecen seguir latiendo.
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Autor: Jeremy Mercer. Título: La librería más famosa del mundo. Editorial: Malpaso.
Autora: Adrienne Monnier. Título: Rue de l’Odéon. Editorial: Gallo Nero.
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