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Instagram.love (Siguiéndote por Europa), de José María Plaza

Instagram.love (Siguiéndote por Europa), de José María Plaza

Esta es una larga novela de viajes y de intriga sentimental. Mientras Frank, un arquitecto neoyorkino, espera a su prometida en París, sube a Instagram una foto que es casi idéntica a la de una desconocida; movido por la curiosidad empezará a seguirla, primera en la red y luego a través de sus acelerados viajes. Tras hacerse guiños, deciden finalmente verse en un café de Estambul, pero la historia no ha hecho más que empezar. En este improvisado recorrido por diez capitales históricas de Europa, Frank se topará con gentes de distintas edades y países que le harán reflexionar sobre el destino, el fututo, los amores y qué es lo que buscamos en el amor.

En Zenda reproducimos el comienzo del Capítulo 18, «Volver», de la novela Instagram.love (Siguiéndote por Europa) (FondeFrida Ediciones), de José María Plaza.

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En ningún momento Frank pensó que sucedería lo que había sucedido esa madrugada en la casa de Erika. No recordaba nada, pero todos los indicios apuntaban a una realidad que no había propiciado.

En ningún momento.

Ni siquiera  se le pasó por la imaginación, como si fuera uno de esos sueños imposibles que nos permitimos, y quizás nos los permitimos porque sabemos que son imposibles.

Erika había dejado bien claro que no soportaba a esos hombres –en su opinión, casi todos- que, cuando están con una chica, siempre tienen un objetivo muy marcado. Siempre el mismo. Le resultaba agotador.

Entre Erika y Frank, sin embargo, no hubo esa tensión sexual que solía convertir los encuentros en caminos de una sola dirección: se divirtieron tranquilamente, hablaron, bailaron y, por alguna razón que ahora no recordaba, le acompañó a su casa en lugar de irse a la de Fede.

Y entonces…¿Qué había pasado?.. ¿Por qué?

"No parecían un hombre y una mujer que se acabasen de acostar por primera vez. Ni tampoco dos jóvenes que se habían conocido la tarde anterior"

Tenía la cabeza confusa y el estómago pesado. Habían bebido demasiado.

El sol llevaba tres horas sobre Berlín. Frank se vistió apresuradamente –ni siquiera se duchó- y fue a la cocina a despedirse de Erika, quien ya había preparado café y le invitó a una taza.

-¿Quieres una tostada?

-Oh, no. Tengo el cuerpo revuelto.

-Sí, bebimos demasiado, pero nos lo pasamos bien. Hacía mucho tiempo que no estaba tan a gusto con un hombre.

-Gracias –le sonrió Frank-, pero el mérito fue tuyo, que me enseñaste esos lugares tan interesantes de Berlín. Yo tan solo me dejé llevar.

No parecían un hombre y una mujer que se acabasen de acostar por primera vez. Ni tampoco dos jóvenes que se habían conocido la tarde anterior. En realidad eran como dos viejos amigos con muchas vivencias en común.

"Frank no quiso preguntarle por qué ni entrar en un diálogo que se podía convertir en íntimo"

Frank oyó el sonido de una puerta que se abría al fondo y poco después, el ruido de la ducha. Debía ser Emmanuelle, su amiga común. Apuró el café y se despidió. No quería que le viese a esas horas en casa de su amiga.

-Me voy. Fede estará preocupado.

-No lo creo. Es un hombre de mundo, lo comprenderá. Además –sonrió, y esa sonrisa era una despedida- te dejó en buenas manos.

-Sin ti me hubiera perdido.

-Perdido estabas cuando salimos del baile, je, je… No recordabas la dirección de casa de Fede, así que tuve que traerte aquí.

-Me salvaste la vida.

-Tú también me salvaste… -susurró.

Frank no quiso preguntarle por qué ni entrar en un diálogo que se podía convertir en íntimo. Así que se acercó a Erika, la besó en la superficie de los labios y se despidió, rozándole la mejilla con sus dedos.

El escritor José María Plaza, en un café de Roma, una de las diez ciudades en las que se mueven los personajes de Instagram.love (Siguiéndote por Europa)

Una vez en la calle, buscó un café tranquilo.

Lo primero que hizo fue escribirle a Fede para anunciarle que estaba bien y preguntar por la dirección de su casa. Pidió un café y un botellín grande de agua y se sentó en una mesa al lado de la ventana. No miraba la calle, pero necesitaba alargar su mirada para dar vueltas a lo que había pasado antes de tomar cualquier decisión.

"A esas horas cualquier neoyorkino normal estaría profundamente dormido, pero David no era un neoyorkino normal y sus horarios resultaban incontrolables, incluso para él mismo"

Lo que realmente le preocupaba no era el despertarse en la cama con Erika, sino lo que vino después.

Así que llamó a David, su mejor amigo. A esas horas cualquier neoyorkino normal estaría profundamente dormido, pero David no era un neoyorkino normal y sus horarios resultaban incontrolables, incluso para él mismo.

-David.

-¡Frank, qué casualidad! Precisamente iba a llamarte.

Frank ni siquiera le escuchó. Tenía sus propias preguntas.

-Tengo que hablarte.

-Yo, también, pero empieza, empieza tú…

-Es algo muy personal.

-Somos amigos. Los mejores.

-Tienes razón. Tienes razón. Es que… -dudó- quería preguntarte si has tenido alguna relación más o menos estable, una novia o algo parecido.

-Tu sabes que sí.

Era como si el viaje a Europa le hubiese borrado la memoria compartida.

-Y durante  esa relación ¿también has tenido alguna amante?

-Ya me conoces.

-¿Alguna amante más o menos fija?

-Más o menos.

-Y durante ese tiempo que te veías con las dos ¿has tenido líos con alguna otra…?

-No los buscaba, pero llegaban.

-Y cuándo te enrollabas con ellas, ¿a quién sentías que estabas traicionando: a tu novia o a tu amante?

-A ninguna de las dos.

-¿Seguro?

-Seguro. Si no hubiese aprovechado esas ocasiones, sí que hubiera sentido que me estaba traicionando a mí mismo. Tengo las cosas muy claras.

-¿Y ellas?

-Espero que también. Yo no las engaño. Bueno, tampoco les digo toda, absolutamente toda la verdad. La verdad absoluta suele ser agotadora, decepcionante, pero nunca les miento descaradamente.  Hay que tener principios… ¿Por qué me haces estas preguntas?

-No, por nada. Por preguntar. Como nunca hemos hablado de ello.

-¿Y has esperado a irte a la otra parte del mundo para sacar el tema?

-Es que tenía dudas.

"Había dejado la arquitectura a un lado para seguir un camino que aún no estaba seguro a dónde le llevaría"

David, que era un hombre de mundo, conocía bien la naturaleza humana. Había dejado la arquitectura a un lado para seguir un camino que aún no estaba seguro a dónde le llevaría.

-¿No pensarás tener un lío con una francesita, precisamente ahora?

-Tú mismo me lo aconsejaste el primer día, cuando estaba en París. ¿No lo recuerdas?

-Entonces me pareció un buena idea, pero ahora, precisamente ahora, NO.

-¿Por qué?

-Por lo que te quería contar y por eso iba a llamarte. Ayer me encontré casualmente con Rachel. Iba muy seria, como siempre, pensando en el trabajo, preocupada por no sé qué tontería del despacho, algo muy aburrido. Para cambiar de tema le dije que te dedicara más atención, que Europa estaba llena de mujeres muy guapas.  Estaba bromeando, pero ella pareció tomárselo muy en serio. Entonces se olvidó de lo de su despacho, me preguntó qué es lo que sabía. Le dije que nada, pero que te tenía muy abandonado y… No creí que le afectara tanto la bromita. Me llamó por la noche y me preguntó si creía que debía dejar todo y viajar a París para encontrarse contigo.

-¿Y qué le respondiste?

-Nada, no me dio opción. Se contestó a sí misma, ya la conoces. Me preguntó donde estabas exactamente, le dije que seguías en Estambul, pero imaginé que ya lo sabía. ¿No habláis todos los días?

-No, no hemos podido. Y no estoy en Estambul, sino en Berlín.

-¿En Berlín? –se extrañó-. No me habías dicho nada. Ahí conozco yo un piso de alemanas que… Bueno, mejor que no las conozcas ya. O sea, que estás en Berlín.

-Por poco tiempo. Me voy esta misma tarde.

-Es lo mejor, porque Rachel está dispuesta a encontrarse contigo en París. Te llamará en cualquier momento para decírtelo.

-¡Mierda! La llamada de ayer en la playa –al escuchar lo de la playa, David pensó que la noticia le había hecho delirar a su amigo, ignorando que en Berlín hay una playa artificial-. Ni siquiera miré de quién era… Voy a llamarla ahora mismo –consultó la hora-, bueno, un poco más tarde. Te dejo, David, que tengo que hacer un montón de cosas antes de irme.

"Volvió a mirar el reloj y decidió esperar media hora más para no sacarla tan prematuramente de la cama"

Lo más urgente era hablar con Rachel, devolverle la llamada y adelantarse a su propuesta del viaje a Europa con otra propuesta similar. El orden los factores, que en la suma no importa, aquí era significativo, y lo supo. Volvió a mirar el reloj y decidió esperar media hora más para no sacarla tan prematuramente de la cama.

Pidió un trozo de pastel de manzana, dispuesto a hacer tiempo mientras trataba de olvidar lo que aún no había olvidado, y se le repetía, como la voz de la conciencia, desde que se levantó de la cama de Erika: se había acostado con otra, con alguien a quien acababa de conocer.

Frank, al darse cuenta de su acto, no sintió que estaba traicionando a Rachel.

La primera imagen que le llegó, esa que espontáneamente brota, no fue la de su prometida, sino la de su misteriosa amiga de Instagram.

Ahí estaba lo más grave: sintió que era a Beatrice a quien había sido infiel.

Aquel descubrimiento, no solo le turbó y le desconcertó tanto que aún no se había repuesto de la impresión, sino que le hizo ver que, a su pesar, se había metido en un terreno muy peligroso del que, de seguir así, le iba a resultar muy difícil escapar.

Además, y aquí habló su orgullo, era absurdo y patético sentir que se ha sido infiel a alguien con quien no hay ninguna relación y que, para colmo, dos días antes estaba besándose con un larguiruño melenas delante de sus narices.

Todas estas ideas que Frank sintió, como un latigazo, al levantarse de la cama, las estaba desarrollando ahora, con un cierto método, mientras tomaba su segundo café con pastel de manzana.

‘¡Tengo que volver con Rachel. Tenemos que vernos ya!’

"Tras aquella melodía alegre, llena de acción, que parecía viajar por las galaxias, y donde una ronca voz femenina pugnaba con la batería y las guitarras, se percibía una melancolía acariciada"

Era una decisión sensata. La mejor. Así se lo confirmó a sí mismo y el ambiente le apoyaba o ese creyó al oír la canción que ahora sonaba en el aire. Tras aquella melodía alegre, llena de acción, que parecía viajar por las galaxias, y donde una ronca voz femenina pugnaba con la batería y las guitarras, se percibía una melancolía acariciada.

Así se sentía ahora que había tomado la gran decisión.

Se aproximó a la barra y preguntó a la camarera por la canción.

-Es Irgendwie, Ingerdwo, Irgendwan, de Nena.

-¿Nena? No parece un nombre muy alemán

-Es un apodo que la pusieron de niña cuando estaba de vacaciones en España; pero es alemana; morena, pero alemana. Aquí todos la conocen.

-¿Qué significa ese título? –preguntó Frank-. No sé alemán. Los americanos, siento reconocerlo, somos muy limitados en los idiomas. Creemos que con nuestro inglés podemos dominar el mundo.

-Ya. Estamos acostumbrados.  El título es De alguna manera, en algún lugar, en algún momento…

‘Es la historia de mi vida –pensó Frank, y luego añadió-, la historia de cualquier vida de alguna manera, pero ¿por qué la siento tan encima?’, se dijo y para intentar aclararse preguntó.

-¿De qué va la canción?

La camarera estaba tarareándola.

-Es una historia de amor, como tantas otras, que habla de que el amor está hecho de valentía. También habla de los castillos de arena…

-Es peligroso construir castillos de arena.

-Todos hemos construido castillos en la arena. No pasa nada si sabemos dejarlos en la playa como recuerdos de un verano y de un tiempo, inevitablemente, fugaz. Lo peligroso es empeñarse en vivir en esos castillos de arena.

"La conversación se interrumpió porque un tipo se acercó a la barra casi al mismo tiempo en el que Frank recibió un mensaje de Fede: le decía que se pasara por casa cuanto antes"

Y lo dijo todo seguido, sin coger aire, como si fuese la toma única de una película. Se notaba que había reflexionado sobre esa canción. Frank quedó admirado.

-¿Eres poeta? –no se le ocurrió otra pregunta.

-Soy actriz. Por eso estoy trabajando de camarera en este bar, como, de alguna manera,  todos los actores en todas partes del mundo en algún momento

-Lo que me acabas de decir, y tienes mucha razón, ¿es de alguna obra?

-Seguro, pero aún no está escrita.

La conversación se interrumpió porque un tipo se acercó a la barra casi al mismo tiempo en el que Frank recibió un mensaje de Fede: le decía que se pasara por casa cuanto antes. Como no tenía llave, pagó rápidamente, miró a la camarera, con la que le hubiera gustado seguir hablando, y aceleró el paso.

Desde casa de Fede llamaría a Rachel en cuanto se quedase solo. (…)

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Autor: José María Plaza. Título: Instagram.love (Siguiéndote por Europa). Editorial: FondeFrida. 510 páginas. Venta: Amazon.

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