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Intersticios sobre el agua

Al leer Después de la piscina, de Mar Carrillo de Albornoz, se ha generado en mí la duda de si estamos ante un conjunto de microcuentos, treinta y tres concretamente, o ante una novela de intersticios. Podríamos hacer uso del término recouil, extraído de la narratología francófona, que se traduciría como «conjunto» y hace referencia a los derroteros de la novela actual que ya no presenta una cohesión estable entre los capítulos, sino que se compone de fragmentos que bien podrían ser relatos independientes. ¿Pero por qué hablo de intersticio y no de fragmentación? Pues porque este conjunto de cuentos se sostiene sobre el detenimiento. El detenimiento de esperar la escena concreta en la que hacen el amor en ¿Conoces a Joe Black?, del encanto del mirlo sobre la rama, de la imagen extraña de unos azulejos y lo que proyectan, del momento en que se trata de discernir sobre el cristal si una imagen pertenece a lo que hay tras él o, en cambio, está detrás nuestra y es un reflejo. Si me preguntaran cuál es el tiempo y el espacio de Después de la piscina, sólo podría decir que la transición. Es por esto por lo que utilizo la palabra «intersticio», porque no nos encontramos simplemente ante una novela de fragmentos focalizados en la misma narradora, sino que la narración parece activarse en los momentos detenidos entre las acciones. Esta novela hace «suyo el paréntesis», del mismo modo que lo hacen los niños en uno de los cuentos, titulado «Nuestra casa», y recrea el detenimiento propio del acto literario y de muchos acontecimientos que quizá nunca llegan a suceder porque no son propicios en un mundo hiperacelerado como el nuestro. Pero en Después de la piscina quedan recogidos e hilvanados a través de una narradora autodiegética —de la que poco se conoce— a la que no le interesa producir narraciones, sino crear un lugar de acogimiento para la espera, que es donde se activa el recuerdo, la contemplación y la puesta en duda de lo real.

"Huye de la economía de las narraciones contemporáneas y la comunicación, boicoteando las primeras mediante la pausa descriptiva y la enargeia, y la segunda mediante el lenguaje poético"

Si hay algo que vengo observando en las novelas que reivindican la lentitud es que esto les hace tomar conciencia del artificio literario y llevar la narración hacia el territorio de lo metaliterario y lo pictórico. En Después de la piscina la lentitud adquiere una dimensión formal y suspende la historia mediante la pausa descriptiva, que mezclada con lo poético y la enargeia —descripción vívida que recrea lo descrito a ojos del auditorio— hacen que la ficción se toque con lo real y lo confunda. Esto va unido con la performatividad de la palabra, entendida esta como su potencialidad de crear realidades, y se hace evidente en ciertas escenas, como cuando «un niño pequeño camina por la cubierta, señala con el dedo y dice: piscina». Por tanto desde la formalidad de la novela, es decir, desde la inclusión de las pausas descriptivas y el lenguaje poético se consigue que la narración se aleje de la productividad para invocar junto con el ojo interno del lector el objeto descrito. La novela presenta diferentes descripciones, desde el color, «Me detengo en la portada. Me gusta bastante su tono mate, color natillas sin canela o arroz con leche cristalizado cremoso»; a la propia sonoridad de las palabras, «Orquídea. Las últimas sílabas son más oscuras y ensimismadas. La palabra misma evoca algo cerrado, y sin embargo, cómo se expandía sobre la tela blanca de la falda»; para hacer de lo narrado una suerte de invocación.

Después de la piscina es de este modo un ensalzamiento de la suspensión que da origen a lo literario. Huye de la economía de las narraciones contemporáneas y la comunicación, boicoteando las primeras mediante la pausa descriptiva y la enargeia, y la segunda mediante el lenguaje poético. El acto literario se crea desde el intersticio que es donde reside su potencialidad y los cuentos que este libro agrupa lo ponen de manifiesto. Estos cuentos parecen creados en el instante en que antes de salir de la piscina, te detienes a observar en la pared de azulejos la sombra del agua que es a su vez la luz que deja pasar.

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Autora: Mar Carrillo de Albornoz. Título: Después de la piscina. Editorial: Tres Hermanas. Venta: Todos tus libros.

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