Foto de portada: Iván Giménez.
John Connolly (Dublín, 52 años) contrarresta la oscuridad de las novelas de Charlie Parker con un humor que lo convierte en una de las compañías más agradables del circo mundial de la literatura. “Estoy en mi despacho, en casa. No he viajado desde el pasado mes de diciembre, que creo que es el periodo de tiempo más largo que estoy en casa desde que empecé a publicar. A estas alturas es probable que mi familia quiera matarme”, bromea desde las primeras líneas de esta entrevista que, por las circunstancias, se celebra en la distancia y por correo electrónico.
La serie que empezó con Todo lo que muere en 1999 ha llegado con La mujer en el bosque a su capítulo 16 en español —todas las novelas y los relatos publicados por Tusquets desde 2004—, y en inglés tiene ya dos más, así como una tercera que llegará a finales de año, una precuela que los aficionados a este detective oscuro y singular llevábamos mucho tiempo esperando.
Para quienes no conozcan a Charlie Parker, solo diremos que no hay un detective igual y que muy pocas series han aguantado el pulso al tiempo con tanto acierto. En una conversación en la que habla de la música de las novelas o de cómo envejecen los personajes, Connolly asegura que no está cansado de ellos y que los lectores tienen Charlie Parker para rato. De hecho, con el material que ya ha escrito, el lector español tiene hasta 2024. Algunas de las respuestas destriparían el argumento de esta novela, así que diremos solo que, a pesar de todo, no se muestra pesimista y que nunca se ha considerado dentro de la tradición noir pura, porque esa tradición es esencialmente desesperanzada.
—Desde La ira de los ángeles —la novela número 11 de la serie— y quizás desde antes, los casos de Parker se adentran cada vez más en lo sobrenatural. ¿Por qué?
—Supongo que es un aspecto de las novelas que me ha ido interesando cada vez más, a pesar de que The Dirty South, que se publica en inglés a finales de año, prescinde casi por completo de ello. Esto es en parte porque es una novela ambientada en sucesos que ocurrieron antes de Todo lo que muere —Tusquets, 2004—, y en ella encontramos a un Parker que todavía no ha entrado en contacto, o al menos no es consciente, con ese aspecto de su existencia. La mujer en el bosque, por el contrario —y A Book of Bones [todavía no publicada en España], que es su secuela directa— están entre las novelas más inclinadas hacia lo sobrenatural de todas las que he escrito y describen la mitología del Atlas Fracturado, lo que le relaciona con las historias y novelas cortas de Música nocturna (2017). Creo que estos elementos intensifican los aspectos emocionales, psicológicos y metafísicos de Parker y la gente que está alrededor de él.
—A pesar de estar tan sumergido en lo sobrenatural, todo puede ser distinto y siempre se mantiene una forma racional de explicar casi todo lo que pasa en las novelas de Parker. Además, en Parker, a Miscellany [un compendio de artículos y reflexiones sobre el mundo Charlie Parker con una tirada limitada a 1.000 ejemplares, que el autor ha repartido a lo largo de los años] dice que juega con la tolerancia de los lectores hacia lo sobrenatural. ¿Cómo mantiene el equilibrio?
—Creo que los que siguen leyendo la serie ya están cómodos, o resignados, con el elemento sobrenatural o, también, con la posibilidad de que haya una explicación. Además, su introducción en las novelas de Parker ha sido muy gradual. Siempre ha estado presente, pero ha ido creciendo de manera intencionada a medida que avanzaban las novelas. Es una progresión. Empecé en Todo lo que muere [la primera de la serie], pero no creo que los lectores lo hubieran aceptado si La mujer en el bosque hubiera sido la primera. Lo sobrenatural da también una textura a los libros, y siempre juego con la perspectiva. Para Parker y quienes lo observan, todo ocurre en un plano racional, pero para los responsables de los asesinatos la explicación es completamente antirracional. Y las dos perspectivas nunca se confrontan ni se cruzan, y esto es intencionado.
La factoría del mal
Esta historia tiene un malvado que es de lo mejor de la factoría que ha creado a El coleccionista, Mr Prudd o Cyrus Naym. Se llama Qualy y es un abogado inglés elegante y temible, un tipo siniestro obsesionado con el Atlas y que hará cualquier cosa por conseguir el libro y despertar a los demonios dormidos del mundo. Es inevitable preguntarle si nos vamos a quedar con él a lo largo del tiempo. “Qualy aparece en una novela corta en 2013 y desde entonces siempre ha estado conmigo. Curiosamente me gusta, no lo veo como un personaje demoníaco. Es un ser pragmático, como casi todos los abogados. Lo que más me interesa es encontrar una forma de que los lectores empaticen conmigo incluso con lo peor de los peores personajes, porque eso profundiza y complica su respuesta, su relación con la novela. Es relativamente fácil crear monstruos, pero es mucho más complicado hacerlos humanos”, explica.
—Un héroe como Charlie Parker se mide por sus enemigos. El propio Qualy le dice: “Eres un hombre notable, pero solo eso. No importa lo que otra gente diga”. ¿Cómo es realmente Charlie Parker?
—Yo sé quién es y quizás, en algún punto al final del camino, habrá una conclusión de la serie, total o parcial, que dará al lector la verdad sobre él. Yo creo que tiene todo el sentido, pero ¿qué voy a decir? Por ahora, sin embargo, se parece a Jesucristo en su voluntad de sufrir dolor por otros y porque es alguien que asume la necesidad del sacrificio como preludio a la redención. Tiene también una profunda certeza espiritual: sabe que existe un mundo más allá de este, un mundo en el que su hija le está esperando [Jennifer Parker muere al principio de la primera novela de la serie, pero Parker, de alguna manera, se sigue comunicando con ella]. No necesita fe. Sabe lo que viene. Lo que no sabe es por qué lleva ese peso encima, aunque algo se sugiere en A Book of Bones.
La música es esencial en las novelas de Parker. No aparece tanto como podría pensarse, pero Connolly sabe bien lo que suena en cada ocasión y, de hecho, ha ido editando discos con toda la música de sus novelas. Le encanta hablar de ello, y en la pregunta sobre la música que mejor describe el alma de su antihéroe se explaya emocionado: “No estoy seguro de haberla encontrado todavía. Muchas de las piezas de la selección muestran distintos aspectos de su personalidad. Por otra parte, todavía recuerdo cuando Low me mandó la maqueta de Murderer, que me pareció la música perfecta para definir el alma de El Coleccionista. This One Eats Souls de The Blackeyed Susans es Brightwell —otro de los malos— en esencia; y siempre he creído que Keep The Streets Empty For Me —de la que nunca he conseguido la licencia para una de mis recopilaciones— reflejaba algunos de los rasgos de los protagonistas de Los amantes (2010). Parker es más nebuloso, si bien mi amigo Tom Hyland, veterano de la guerra de Vietnam que me ayudó mucho en la documentación de Voces que susurran (2011) siempre creyó que I Never Meant To Hurt You, de Spiritualized, captaba algo de la esencia de Parker, especialmente en sus aspectos marciales”.
Una teoría moral de la novela de detectives
En La mujer en el bosque surgen temas como la violencia machista o el machismo. Al preguntarle por su interés por los asuntos sociales surge, sin querer, una teoría del detective. Así lo explica: “Hay una conciencia social en el corazón de la ficción de detectives que no existe en los procedimentales o en los thrillers. El detective es el que sigue a nuestro lado cuando las fuerzas de la ley y el orden ya no lo hacen. Sus razones para actuar, además de las financieras, son esencialmente morales, podríamos decir incluso cristianas. Él o ella no permiten que los débiles sean oprimidos por los fuertes, que los pobres se conviertan en víctimas de los ricos. Los lectores estadounidenses conservadores me escriben a menudo para quejarse de que soy demasiado político. Yo siempre ofrezco la misma respuesta: no son libros políticos, son esencialmente morales, y su moral está embebida en la tradición del género de detectives.»
—Si seguimos a vueltas con la evolución de los personajes, vemos que Louis y Angel [la pareja gay de asesinos profesionales amigos y colaboradores de Parker] se han vuelto más melancólicos y reflexivos. ¿Nos estamos haciendo todos viejos?
—Los personajes están envejeciendo y sus perspectivas cambian en consonancia. Angel y Louis se han dado cuenta de que, al aliarse con Parker, se han condenado a una muerte violenta, pero que si llega el caso, habrá merecido la pena. Y, por su parte, Parker siempre ha distinguido entre ley y justicia, aunque al final sabe que el mundo es un lugar mejor si las dos funcionan conjuntamente. La justicia que uno ejerce por su cuenta es mejor que nada, pero Parker ha ido evolucionando también en este sentido últimamente.
—Para un autor que escribe poco a poco, sin una ruta previamente fijada, y a partir de una pequeña idea, ¿cómo ha sido escribir la novela corta The Sisters Strange para Internet?
—Más difícil de lo que pensaba. La publicamos en seis idiomas, lo que implicaba trabajar con —y pagar a— cinco traductores y coordinar los esfuerzos de los editores. Pero quería dar algo a los lectores durante los peores momentos del confinamiento, sobre todo desde que la publicación de mis últimos libros en varias lenguas se ha tenido que posponer por el cierre de las librerías. La novella era algo que se podía leer de manera sencilla en la pantalla del teléfono, ahora que pasamos tanto tiempo delante de ellas. También es una vuelta a la voz en primera persona, algo que no hacía desde El invierno del lobo (2015), y pensé que a los lectores les podría gustar escuchar la voz de Parker más que la de un narrador omnisciente. Posiblemente lo revise y lo amplíe para publicarlo más adelante.
—Para terminar, me gustaría hablar de su profundo amor por los libros y del poder que ejercen sobre nosotros, un poder que aquí se ve en su vertiente más oscura y obsesiva, pero que ya se trataba en The Caxton Private Lending Library and Book Depository o en El libro de las cosas perdidas…
—No creo que los libros y las historias sean objetos imperturbables. Cada lector los leerá de una manera diferente, aportándole su experiencia vital y transformándolo en consecuencia. También me fascina la idea de los libros como una especie de infección. Cuando leemos un libro, particularmente uno que nos afecta mucho, ese libro nos cambia. Nunca volvemos a ser los mismos. Ser lector es estar dispuesto a dejarte abierta esa posibilidad de transformación. Pero también es interesante, en el caso del Atlas Fracturado, explorar las posibilidades de historias que son más negativas y malévolas y que influyen en la gente y en consecuencia en el mundo en el que viven.
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