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J. M. Coetzee: «Me encuentro cada vez más distanciado del inglés y de la cultura que representa»

J. M. Coetzee: «Me encuentro cada vez más distanciado del inglés y de la cultura que representa»

El escritor sudafricano John Maxwell Coetzee, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2003, ha asegurado que, a pesar de haber creado toda su obra en inglés, se siente “cada vez más distanciado” de esa lengua, y ha reflexionado sobre la posibilidad de que un libro y su traducción puedan ser equiparables, sin distinguir el original del traducido.

Maxwell Coetzee ha hecho esa reflexión en la Universidad de Murcia (UMU), donde ha sido nombrado Doctor Honoris Causa en reconocimiento a su brillante trayectoria y su contribución a las letras con una obra que trasciende los límites tradicionales de los géneros literarios, ensanchando los de la novela o el relato, según ha defendido su padrino en la ceremonia, el profesor José Carlos Miralles Maldonado, catedrático de Filología Clásica.

La de Murcia es la primera universidad española que reconoce con esta distinción al reputado escritor, cuya obra, de gran “profundidad y hondura”, según la ha definido el rector, José Luján, aborda temas como el contexto del apartheid, la convivencia, la libertad o el respeto a la diversidad.

En ese contexto, Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) ha hecho una honda reflexión sobre el papel que juegan las lenguas en el desarrollo de la persona, y ha destacado cómo en el continente africano “la lengua de la educación, los negocios y el gobierno es, por lo general, un idioma heredado de un antiguo colonizador, normalmente el inglés o el francés”, que difiere de la lengua materna.

Él mismo ha experimentado esa realidad en su propia familia, donde en casa se hablaba el neerlandés y el alemán, que eran las lenguas maternas de sus abuelos, y el inglés “en el mercado”.

Aunque domina ese idioma, del que ha sido profesor y en el que ha escrito toda su obra literaria, ha asegurado que cada vez siente más que sus libros “no pertenecen a la lengua inglesa ni a su cultura”, como tampoco pertenecen, por ejemplo, a la lengua ni a la cultura francesa las traducciones que de ellos se hacen al francés.

“A medida que envejezco, me encuentro cada vez más distanciado del inglés y de la cultura que representa”, ha insistido, y se ha preguntado si es cierto que “toda escritura tiene que pertenecer a algún lugar”.

Para contestar a esa cuestión, el autor de En medio de ninguna parte, Desgracia o Elisabet Costello, entre otras, ha relatado cómo hizo un experimento junto a la traductora que habitualmente lleva su obra al español, Mariana Dimópulos, cuando publicó su novela corta The Pole.

Entre ambos, revisaron tanto el original como la traducción para tratar de borrar “todas las huellas de pensamiento específicamente inglés, de modo que al final no pudiéramos detectar cuál era el texto original y cuál la traducción”.

El experimento, asegura, “fracasó”, puesto que el resto de traducciones se hicieron a partir de la obra en inglés, y The Pole, como el resto de sus novelas, siempre se consideró escrita en esa lengua originalmente, pero Coetzee ha valorado que, a nivel conceptual, ese experimento dio lugar a reflexionar sobre si es posible que la traducción de un libro pueda llegar a ser mejor que la obra original.

“¿No podrían existir libros que no tuvieran un original, que funcionaran en muchas lenguas y tuvieran la misma validez en todas ellas?”, se ha cuestionado también para cerrar su discurso, cuyo tema, el de las traducciones y el conflicto entre lenguas, ha elegido, ha dicho, por ser la UMU en sus orígenes “sede de uno de los Studia Linguarum, aquellos lugares creados por la Orden de los Dominicos para el estudio y la traducción de idiomas extranjeros y en particular el árabe”.

«Al igual que ocurre con el árabe, que ya no es la lengua de la ciencia y la filosofía, el latín ya no es la lengua en la que se enseña”, ha apuntado, motivo por el cual, incluso en un acto solemne como el de hoy, la audiencia acepta escuchar un discurso en un idioma extranjero, el inglés, pronunciado por “un forastero sin una gota de sangre inglesa en sus venas y para quien el inglés es una lengua adquirida […] pero también un idioma profesional, el idioma en el que se trabaja en la industria literaria”.

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