Jardín de versos para niños, de Robert Louis Stevenson, contiene algunos de los poemas más populares entre los británicos. Hiperión los recupera acompañados de ilustraciones, como ya hiciese en 2001.
NIÑOS EXTRANJEROS
NIÑO sioux o iroqués,
niño turco o japonés,
helado niño esquimal,
yo me siento vuestro igual.
Vosotros veis arces rojos,
hay leones en vuestros ojos;
coméis huevos de avestruz
o tortuga, o alcuzcuz.
Vuestra vida es divertida
pero a mí me va la mía
y estoy seguro que a ratos
os gustaría cambiaros.
Coméis cosas muy curiosas,
pero prefiero mis cosas.
Vivís más allá del mar;
yo en casa, y no se está mal.
Niño sioux o iroqués,
niño turco o japonés,
helado niño esquimal,
yo me siento vuestro igual.
LOS VIAJES DEL SOL
DE NOCHE,
cuando pillo yo la almohada,
el sol, en cambio, no se va a la cama;
él sigue dando vueltas a la tierra
y haciendo cada día que amanezca.
Mientras aquí del día disfrutamos
y en el jardín a pleno sol jugamos,
los niños de la India tieenen sueño,
les dan un beso y ya se están durrmiendo.
Y cuando acabo yo de merendar,
el sol se está poniendo por el mar,
y más allá del mar, al otro lado,
los niños están todos levantados.
EL FAROLERO
MI cena está casi lista y el sol ya se va a marchar;
me asomaré a la ventana y veré a Leerie pasar;
a esta hora todos los días, y sin que ninguno falle,
con su luz y su escalera pasa encendiendo la calle.
Tom quiere ser conductor y María navegante,
y mi papá es un banquero muy rico y muy importante;
pero cuando crezca yo y pueda elegir a solas,
¡Leerie, yo quiero ir contigo encendiendo las farolas!
Nosotros tenemos suerte, hay una frente a la casa;
Leerie se para y la enciende como hace con otras tantas;
¡oh Leerie, antes de marcharte con tu luz y tu escalera,
mira a la casa y saluda a este niño que te espera!
MI CAMA ES UN VELERO
MI cama es un cómodo velero;
mi niñera me ayuda al embarcar,
me viste con mi traje marinero
y me lanza en lo oscuro a navegar.
De noche subo a bordo y me despido
de todos mis amigos de la playa;
cierro los ojos y la vela izo,
y ya no veo nada ni oigo nada.
Si puedo, llevo cosas a la cama
como todo marino previsor:
un buen trozo de tarta de manzana
o, algunas veces, un juguete o dos.
Paso toda la noche navegando
hasta que sale el sol y me despierto
y en el seguro puerto de mi cuarto
atracado aparece mi velero.
LA LUNA
TIENE la misma cara que el reloj del salón;
ilumina la tapia cuando salta el ladrón,
las calles y los campos y los muelles del puerto,
y el pájaro que duerme en el árbol del huerto.
Al gato cazador y al ratón que es su caza,
al perrazo que aúlla a la puerta de casa,
al dormilón murciélago que de día se acuna,
les encanta moverse a la luz de la luna.
Pero todos los seres que llamamos diurnos
procuran evitar sus efluvios nocturnos;
y así flores y niños se ponen a dormir
hasta que ya es de día y el sol vuelve a salir.
EL COLUMPIO
¿TE gusta mucho poder columpiarte
y ascender, descender…?
¡Es de las cosas más emocionantes
que un niño puede hacer!
Dándome impulso domino el jardín
y veo allá a lo lejos
ríos y montes, ganado y, en fin,
lo que hay por esos pueblos.
Bajo después y al bajar puedo ver
el césped en el suelo,
voy por el aire, me impulso otra vez
¡y subo, y bajo, y vuelo!
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Autor: Robert Louis Stevenson. Título: Jardín de versos para niños. Editorial: Hiperión. Venta: Amazon y Casa del libro
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