Cada dos años Javier Marías reúne en un volumen los artículos de prensa que publica semanalmente, en los que reflexiona acerca de toda clase de asuntos, entre ellos los políticos que, asegura, le provocan «una sensación muy mala», porque ya ni siquiera hay hipocresía en ellos, solo «desfachatez».
Cuando la sociedad es el tirano, editada por Alfaguara, reúne los 96 artículos que se publicaron en el suplemento dominical El País Semanal entre el 5 de febrero de 2017 y el 27 de enero de 2019 y donde advierte de la demagogia, los extremismos y los tics dictatoriales.
Javier Marías (Madrid, 1951) se pregunta qué clase de políticos tenemos ahora «que ya ni siquiera se esfuerzan por disimular, ni siquiera dicen palabras huecas como «creemos que lo mejor para el país es…» o «lo mejor para los ciudadanos es…» Es una cosa tan descarada como decir que «quiero este ministerio» o «yo no me conformo si no me dan Navarra», dice en una entrevista con Efe. Una actitud «descarada, de ambiciones mezquinas pequeñoburguesas, mediocres…» de una generación de políticos, los actuales, que son «todavía peores que los anteriores» y que le producen un efecto de «zoco», de «regateo indisimulado», asegura el escritor y académico. Y señala que aunque la hipocresía «es una cosa muy fea», al fin y al cabo «reconoce que algo de lo que se está haciendo no está bien y lo niega, enmascara o disimula».
Según Marías, «hemos pasado a la desfachatez, ya ni siquiera hay hipocresía», sostiene el escritor que recuerda que después de que la gente acudiera a votar a las urnas masivamente, los políticos están «cada uno con lo suyo». Es todo «de una puerilidad, irresponsabilidad e inmadurez…» recalca Marías, que considera que «la sociedad está haciendo generaciones cada vez más infantilizadas y las educan en la intolerancia a la frustración».
Y cree que hay un «manoseo y una manipulación del lenguaje continuos». Como la Guía de comunicación inclusiva de la alcaldesa del Ayuntamiento de Barcelona, Ada Colau, que el escritor considera algo «disparatado». «No son consejos, son normas disparatadas y locas. Conminan a las empresas que quieran contratar con el Ayuntamiento de Barcelona a tener que decir esa serie de sandeces, es una especie de chantaje del lenguaje», dice el académico, para quien la lengua es una de las cosas más libres que hay en el mundo.
En uno de sus artículos Marías considera que «tal vez lo malo no sea nunca tanto lo que nos pasa cuanto lo que nos hacen creer que nos pasa». Y explica que, aunque es algo que ha ocurrido siempre, da la impresión de que en estos tiempos está ocurriendo más por las noticias falsas, la tergiversación de la realidad y la «insólita influencia que tienen los políticos, excesiva». Además, la credulidad de la gente ha aumentado en los últimos años, sostiene Marías: «La gente se cree cosas absolutamente inverosímiles, como si la capacidad de raciocinio estuviera medio suspendida. Eso de «lo que dicen los míos va a misa aunque la realidad lo desmienta».
Ajeno a las redes sociales, Javier Marías cree que es más libre al escribir al no estar pendiente de lo que dicen de él. Ni ordenador, ni contactos en redes sociales: «No me interesa lo que digan sobre mí porque no soy lo bastante vanidoso como para interesarme en mirar lo bueno, ni lo bastante masoquista como para ponerme a ver lo malo.
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