Javier Peña llegó a contabilizar más de mil discursos salidos del teclado de su ordenador. Tras una remodelación de gobierno de la Xunta de Galicia en 2012 fue reubicado en Traballo e Benestar. Allí comenzó la escritura de Infelices (2020), una novela sobre el fracaso y la tiranía de las expectativas que le ayudó a enfrentarse a sus propias frustraciones. Ahora publica Tinta invisible, también con la editorial Blackie Books, una historia a medio camino entre en el ensayo y el memoir, una historia de amor y pérdida entre un padre y un hijo y los libros que les unen. Secretos y silencios, angustias y esperanzas de los grandes escritores.
Este miércoles, Javier Peña responde al cuestionario de Zenda.
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—¿Qué libro, película, serie, disco y obra de arte salvaría en un diluvio o un incendio?
—La insoportable levedad del ser, El tercer hombre, OK Computer, de Radiohead, y El rapto de Proserpina, de Bernini. Si me preguntas mañana, te diré cuatro nombres distintos.
—Puestos a salvar, elija una actriz, un actor, un personaje histórico y un político actual.
—Katharine Hepburn, Michael Caine y Johannes Gutenberg. Político, mi familia política. Mi suegra, por ejemplo.
—¿Qué aventura, real o literaria, le gustaría haber vivido?
—Me gustaría poder visitar la biblioteca de Babel, de Borges; o la biblioteca laberíntica de El nombre de la rosa.
—¿Y qué recuerdo personal le gustaría que jamás se perdiera en el tiempo, como lágrimas en la lluvia?
—El de las dos personas más importantes que he perdido en la vida: mi amiga Paula y mi padre. Mientras siga contando sus historias sé que seguirán vivos de algún modo, así que seguiré hablando siempre de ellos.
—¿Cuál es su primer recuerdo lector?
—El primer libro que recuerdo haber leído es La vida de un oso gris, de Ernest Thompson Seton. Apasionante, ¿verdad?
—¿Cuál es el último libro que ha leído?
—La biografía de Marguerite Duras que escribió Laure Adler.
—¿Puede recomendar un libro clásico?
—Oblomov, de Iván Gonchárov.
—¿Y uno actual?
—Los ingrávidos, de Valeria Luiselli.
—¿Qué libro no ha podido acabar?
—No me gusta criticar los libros de otros escritores. Me entristecería mucho que un día alguien respondiese a esta pregunta citando un libro mío, y me enseñaron a no hacer lo que no me gustaría que me hiciesen.
—¿Puede recitar de memoria un poema?
—Sí, tengo buena memoria, aunque la voy perdiendo.
—¿Cuál es la canción más hermosa del mundo?
—La que cantas con la persona a la que quieres. Hoy te diría «Hotel Supramonte», de Fabrizio de André.
—¿Puede decirnos una heroína y un héroe —literarios o cinematográficos— imprescindibles?
—Anna Karenina y Josef K.
—¿Y un personaje malvado que le fascine?
—Tom Ripley.
—¿Tiene una editorial y una librería preferidas?
—Editorial, Blackie Books, claro, que es la mía. Y desde niño, Anagrama. Librerías, todas en las que he presentado y me han acogido con los brazos abiertos. Pero dejadme que mencione Eixo, en Ourense, porque cuando presenté allí mi primer libro gané algo más que unos libreros, gané unos amigos.
—¿Cuántos libros hay en su biblioteca? ¿Qué porcentaje, aproximadamente, ha leído?
—En mi casa debe de haber unos mil doscientos, en casa de mis padres tengo más. Leídos, no creo que superen el 60%.
—¿Con qué libro se ha emocionado más? ¿Ha llorado tras la lectura de alguno?
—Nunca he llorado leyendo. No sé, me emocionó, por ejemplo, Nada se opone a la noche, de De Vigan, pero no hasta las lágrimas.
—¿Se ha excitado alguna vez leyendo? Si es así, ¿con qué libro?
—Sí, muchas veces. Es curioso, pero creo que una novela tan poco sensual en apariencia como El americano tranquilo, de Graham Greene, tiene alguna escena tan hermosa como, digamos, evocadora.
—¿Cuál es el rasgo principal de su carácter?
—La inseguridad.
—¿Y su principal defecto?
—Soy manipulador.
—¿Qué aprecia más de sus amigos?
—Que me quieran. Me sorprende a diario. Creo que tienen que ser muy buenas personas para quererme.
—¿Cuál es su ocupación preferida?
—Leer y escribir.
—¿Y su sueño de felicidad?
—Leer y escribir sin necesidad de usar redes sociales para promocionarme.
—¿Cuál es el estado actual de su espíritu?
—Inquieto.
—¿Qué detesta más?
—El egoísmo cuando se pasa de la raya y se convierte en narcisismo.
—¿Qué faltas le inspiran la mayor indulgencia?
—Las que provoca el egoísmo cuando no se pasa de la raya.
—Ojalá que no tenga que ir nunca a una isla desierta, pero si así fuera, ¿qué libro se llevaría?
—El Señor de los Anillos, sobre todo por la extensión.
—¿Y a qué persona?
—Diría a mi mujer, pero no le deseo una estancia conmigo en una isla desierta. Así que, como lo interpreto como un castigo, a la conselleira para la que escribí discursos en la Xunta.
—Si todas sus respuestas han sido sinceras, diga ahora una mentira.
—Yo siempre soy sincero.
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Autor: Javier Peña. Título: Tinta invisible. Editorial: Blackie Books. Venta: Todostuslibros
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