En la adaptación al cómic de La pirámide inmortal, novela de 2014 de Javier Sierra (Premio Planeta 2017), el escritor y el dibujante Cesc Dalmases desmitifican la figura de Napoleón, que protagoniza la novela original, al presentarlo como Indiana Jones y enfrentar a los personajes a la muerte, que “ya no es un misterio místico, sino una enfermedad a vencer”.
—¿Cuál es ese punto de partida de esta adaptación de La pirámide inmortal?
—Javier: Esto surge en 2014, cuando se publica la novela original y cae en manos de Rubén González, que es un experto en el mundo del cómic. Inmediatamente vio que la novela era fácilmente trasladable al noveno arte porque tiene un poco todos los ingredientes esenciales que se necesitan para obtener un buen resultado. Las historias de cómic que tienen un trasfondo histórico detrás funcionan muy bien: un escenario exótico, un personaje internacionalmente reconocible como es Napoleón y, por supuesto, una trama de acción, que es lo que se necesita como combustible primordial cuando se dibuja una historieta. Así que Rubén González fue el que propuso a Norma, que no es mi editorial habitual, adaptar esta obra al cómic. Allí lo acogieron con entusiasmo.
—¿Y cómo se unieron todas las personas implicadas en el proyecto? ¿Cómo surge?
—Estuvimos unos meses buscando el mejor equipo para construir una superproducción dentro del mundo del cómic, al pensar en el gran formato como los álbumes de Tintín. Para hacernos una idea, buscábamos un dibujante que recogiera el espíritu histórico de manera convincente, y ahí es donde surgió el nombre de Cesc Dalmases. Se embarcó inmediatamente, y lo que hemos hecho ha sido invertir una cantidad de tiempo que no es lo habitual en un proyecto de estas características. Pero yo creo que al final ha sumado mucho, porque el proyecto ha resultado muy rico en matices, en ambición. Es un proyecto que recoge el espíritu de la novela e incluso le da una dimensión superior.
—Antes de comenzar con esa nueva perspectiva, ¿cómo recibió esta noticia, Cesc?
—Cesc: Venía de trabajar en una adaptación de novela histórica y sabía por dónde tenía que tirar, cómo tenía que documentarme, dónde buscar, cómo presentarlo… Mi reto principal era, sobre todo, intentar encontrar una imagen y estética concretas para este cómic, que saliese un poquito de lo que ya había hecho para otros trabajos y que fuera algo más personal.
—Javier: Se tuvo que enfrentar al reto de crear un Napoleón atípico, joven, más fácil, aguerrido, aventurero… No es tanto político, sino más bien una especie de Indiana Jones.
—Cesc: Está a medio camino. Resulta atractivo y no deja de lado esa parte de documentación histórica. También era muy importante conservar el entorno y diferenciar cuándo está en París o en Egipto. Para ello intervino Roger Surroca, que potenció el color en cada escena. Ya no es exactamente el color, sino la luz y la atmósfera de cada viñeta. Se ha hecho un trabajo bastante exhaustivo. Hay momentos en la historia que requieren de un color mucho más fluido, incluso un poco psicodélico.
—¿Consideran que es una nueva forma de contar la historia?
—Javier: El gran objetivo de esta criatura es convencer a los propios lectores de la novela de que se acerquen al cómic. Aunque se cuenta en esencia el mismo relato, la manera de interpretar es diferente. Tenemos un storyboard de lujo y se podría saltar al cine. No solamente está reflejado lo escrito, sino que se pone la cámara en una posición determinada con tomas aéreas, grandes angulares, escenas de batalla… Hay acción.
—Cesc: El trabajo de dibujante se parece al de un director de fotografía. No solo es dibujar, porque yo soy contador de historias a través de imágenes. Una historia tiene narrativa, diferentes lecturas y viñetas con las que hacer un recorrido, como aquel que ha visto una película.
—Javier: Esta aventura gráfica se completa con explicaciones inéditas en la parte final del cómic. Se habla de grandes personajes de la historia que han pernoctado en la Gran Pirámide, como Napoleón. Al buen lector eso le va a dar una perspectiva de 360 grados sobre el propósito último de esta historia, que se basa en cómo un hombre, en el siglo XIX, se enfrenta a una prueba de valor en la que muestra que no tiene miedo a nada, ni siquiera a la muerte.
—¿Qué es lo que buscaba Napoleón dentro de la Gran Pirámide?
—Javier: Convertirse en mito. Él era un joven general, como tantos otros en la Francia posrevolucionaria. Necesitaba abrirse camino cuando le encargaron la conquista de Egipto para entorpecer las relaciones comerciales de los ingleses con Oriente. Egipto era el origen del conocimiento, era la fuente a la que acudieron los griegos para construir la civilización moderna. Si él conquistaba ese Egipto, podría volver a Francia convertido en una especie de dios.
—¿Nos cuesta enfrentarnos a la muerte?
—Javier: Nos cuesta hacerlo en esta sociedad. Nuestra civilización se ha construido sobre el materialismo y el consumismo. Cuando llegamos a ese punto en el que la materia ya no importa, sino que decae y ya no consumes nada, deja de interesarte socialmente. Pero todas las civilizaciones anteriores, sin excepción de su época o de su latitud, han tenido a la muerte como el asunto central. Hoy la muerte no es un misterio místico, sino una enfermedad a vencer. Por eso surgen todas las ideas de inmortalizar y de encontrar remedios a todos los problemas que da el paso del tiempo. No se piensa en el lado trascendente, en que dentro de nosotros hay algo que es inmortal y se llama alma. Esta es capaz de vencer la cárcel de la materia. El cómic recupera eso y lo pone en el contexto del antiguo Egipto hasta que llega la Revolución Francesa y con ella el mundo moderno, materialista y que empieza a darle la espalda a la muerte.
—¿Se rompe con los límites de edad?
—Cesc: Esa es la intención. Es un cómic que pretende no ser solo para aquel que ha leído la novela. Quien lo haya leído lo puede ver de diferente manera, y quien no lo haya leído puede hacerlo con un formato nuevo e ir a la novela. Se trabaja para que llegue a escuelas e institutos. El cómic es un formato que es fácil para trabajar ciertos hechos históricos, y a veces se olvida, porque va un poco de capa caída.
—Javier: De hecho, se ha creado una unidad didáctica para que los profesores puedan descargarla desde la página de la editorial y donde el cómic se convierte en un argumento educativo. Forma parte del espíritu de este proyecto el romper esa inercia que le da la espalda al cómic y que no lo toma en consideración en el mundo de la educación.
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