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John Macfie: «Yo crecí con Stevenson»

John Macfie: «Yo crecí con Stevenson»

John Macfie tiene aspecto de escritor de novela de aventuras: una especie de Julio Verne de ojos transparentes, barba abundante y jersey amplio de lana adaptado a su imponente presencia y tal vez a las decenas de horas de lectura en la cubierta de un ballenero o a las largas travesías a bordo del Nautilus. En cualquiera de esos lugares John Macfie se movería, estoy convencida, con total desenvoltura. Me recibe amable, con un destello de curiosidad en los ojos y tras presentarse y pedir disculpas por la ausencia de su esposa, con elegante naturalidad desaparece al fondo del pasillo, en la cocina, donde prepara huevos cocidos, tostadas, nata batida, té y café negro. Son las 10:00 AM de un sábado de noviembre en Edimburgo. John me ha abierto la puerta de su casa, que actualmente funciona como un acogedor y singular bed & breakfast y en otro tiempo fue habitada por la familia de Robert Louis Stevenson.

Andaba estos días siguiendo los pasos del joven Stevenson en su ciudad natal cuando, en uno de los libros que manejaba, descubrí que la casa donde la familia vivió y donde murió el padre de Stevenson había sido transformada en un pequeño hostal de propiedad privada. Por supuesto, busqué y encontré una página web con un número de teléfono al que estuve llamando a diferentes horas del día, sin éxito. Tampoco me respondía nadie al mail. Se me acababan los recursos de contacto y los días escoceses, así que, desesperada, decidí acercarme dando un paseo por el agradable barrio infantil de RLS en mitad de un viento incesante que bajaba las temperaturas aumentando la sensación de frío unos doce grados centígrados por debajo de lo soportable para cualquier ser humano. Por suerte, la dueña de la casa (la reconocí por la fotografía de la web) salía en ese momento con unas bolsas de basura y sin pensarlo dos veces, me dirigí a ella. “Sí”, me dijo mirándome con cierta desconfianza cuando le confesé que lo único que quería era visitar la casa de Stevenson. “La entiendo, pero esto no es un museo (me señalaba el letrero grabado en piedra en el dintel de la puerta de entrada, donde lo ponía claramente). “No es un museo” repitió. “Lo sé; lo que quiero es reservar una noche de habitación y el correspondiente desayuno”. La mujer me miraba impasible con las bolsas de basura en la mano. “No hay habitaciones”, zanjó, dando por terminada la conversación, pero yo no me moví del sitio. Puestos a perder y marcharme con las manos vacías, decidí pecar de insistente: “De acuerdo, pero ¿puedo al menos, desayunar?”. Tras pensarlo un momento, y para mi sorpresa, suspiró: “Bueno. Supongo que sí. Pero a las 10 en punto. Espero que tenga palabra, porque hay gente que reserva y luego ni aparece. Espero que cumpla”, sentenció, y aquello sonó a amenaza. “No se preocupe, señora, I am not that kind of person; le aseguro que seré puntual”. La mujer asintió y luego añadió a modo de advertencia última antes de cerrar la puerta en mis narices: “Regentamos esta casa desde hace treinta y un años, pero es mi marido quien le podrá dar la información que usted necesita. Él estará realmente encantado de charlar un rato con usted sobre Stevenson y sobre esta casa y sus fantasmas”.

Luego entendí por qué.

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—¿Cómo llegó usted a vivir en el hogar de Robert Louis Stevenson, John?

"Para mí, caminar por entre las estatuas y los grabados y los libros de Stevenson era algo natural"

—Yo crecí con Stevenson porque llegué aquí cuando tenía diez años, que es cuando mis padres compraron esta casa. Para mí, caminar por entre las estatuas y los grabados y los libros de Stevenson era algo natural; al dormir, mi madre me leía sus poemas infantiles y paseábamos por el mismo jardín por el que el niño Robert Louis paseaba con su nanny a esa misma edad. En los años universitarios me alisté en el mismo club al que casi un siglo antes había pertenecido RLS aquí, en Edimburgo, y mientras crecía y estudiaba leí su obra, estudié su vida y me interesé por la gente que a su vez sentía la misma admiración por el escritor. Luego mis seis hijos, algunos de los cuales aún son pequeños, me han servido para arrojar una nueva mirada sobre los cuentos, las historias y los poemas de Stevenson. Ellos continúan, de alguna manera, la herencia viva de admiración y lecturas de la obra del escritor.

—¿Qué destaca usted de la persona de RLS?

—Su absoluta dedicación a su arte. Él decide, cuando tiene 12 años, que va escribir. Y lo hace sometiéndose conscientemente, casi durante veinte años, al ejercicio incansable de observar la vida, los seres humanos, el mundo, como un científico que estudia una muestra; con el único objetivo de transformar la realidad en materia literaturizable, si me permite la expresión. Él es el maestro de su propia voz. Y nada ni nadie lo detiene.

—¿Por qué La Isla del Tesoro es una obra maestra?

"Como sabrá, La Isla del Tesoro apareció hace 140 años, concretamente el 14 de noviembre de 1883. Hoy es 14 de noviembre de 2023"

—Mire, antes de contestarle a eso, y no sé seré capaz porque es la pregunta más difícil que me han hecho nunca (risas), quisiera añadir algo: RLS no es sólo el autor de Treasure Island y Dr. Jekyll and Mr. Hyde. Quien lo lee detenidamente enseguida descubre que era un hombre complejo: poeta, dramaturgo, gótico, historiador, antropólogo, victoriano e incluso posmodernista, en el sentido de adelanto estético de su obra y su mirada. En definitiva, un destacado escritor moderno en constante experimentación. En cuanto a la obra maestra, bueno, me alegra que, de alguna manera, usted haya venido a visitarme, como acudiendo a una llamada secreta para realizar esta singular celebración: Como sabrá, La Isla del Tesoro apareció hace 140 años, concretamente el 14 de noviembre de 1883. Hoy es 14 de noviembre de 2023. Pero sigamos con la reflexión literaria: yo creo que este libro es una decantación perfecta de lo que un escritor debe hacer, e incluso sabe que debe hacer, que es ser parte de una tradición, pero introduciendo una novedad, un cambio, una ruptura. En el caso de La Isla del Tesoro, RLS es capaz de tomar prestados los loros de Robinson Crusoe, los esqueletos de las islas de Edgar Allan Poe, la elegancia de Henry James (quien por cierto lo admiraba profundamente)… es decir, la grandeza de los grandes, y mezclarla con la manera de contar de los best sellers de su momento, como O. Ballantyne y Fenimore Cooper. Toda esa tradición bien digerida y mezclada con su talento innato y una imponente imaginación puesta al servicio de una historia, es lo que convierte a La Isla del Tesoro en una obra única. Stevenson se hizo inmortal con La Isla del Tesoro, pero fue capaz de pintar literatura en cualquier estilo.

—Si me permite la pregunta, ¿qué ha querido decir con eso de la “llamada secreta”?

—Creo que no existen las casualidades y que esta ciudad está llena de fantasmas. También en esta casa habitan los fantasmas. Nosotros nos llevamos bien con ellos, como si estuviésemos en el castillo de Canterville de Oscar Wilde quien, por cierto, también anduvo por aquí, por esta ciudad, bebiendo y escribiendo. Como te decía, tu presencia aquí, en esta casa, donde el joven escritor fue tan feliz pero también vivió enfermedades y sufrió sus famosas pesadillas nocturnas que luego alimentaron esa fructífera imaginación, han tenido algo que ver. Y por supuesto, el padre del niño Stevenson, a quien adoraba y temía a partes iguales, pasó los últimos días de su existencia entre estas pareces que, como puedes ver, permanecen prácticamente idénticas a como eran entonces. Esta casa tiene un poder magnético, y tú no has sido ajena a él. Pero sigamos con la obra de Stevenson que es, al fin y al cabo, lo más importante.

—¿Cuál es la función real de esta casa tan “literaria”?

"Es nuestra manera de honrar su obra, pero también, en algún sentido, de convivir con su espíritu, al menos parte del que dejó entre estos muros"

—Ya habéis visto que en la entrada pone muy claro “Esto no es un museo”, porque realmente no lo es. Es una casa donde vivimos mi mujer y mis seis hijos, que está llena de libros, recuerdos, objetos de viajes, cosas relacionadas en gran medida con la vida de RLS. Es nuestra manera de honrar su obra, pero también, en algún sentido, de convivir con su espíritu, al menos parte del que dejó entre estos muros. Mi mujer, Felicity, proviene del mundo de la hostelería y fue ella la que decidió que, finalmente, que podíamos abrirla como bed & breakfast, pues de alguna manera es como recibir elegantemente a los amigos que pasan por Edimburgo y vienen a visitarnos. Se trata, como usted sabe, de una vieja tradición del Reino Unido.

—Sí, pero esta casa ya pertenecía a su familia materna, ¿no?

—Mi madre se enamoró de la casa y la compró en 1971. Ella no tenía ninguna intención de hacer nada público, lo que le gustaba era conectar a gente interesada en los viajes, los libros y la obra de RLS, invitar a amigos en reuniones particulares aquí. Por tanto, yo crecí formando parte de ese grupo al que yo llamé “Stevenson Mafia”. Crecí rodeado de gente que tenía algún interés particular o profesional en Stevenson; ellos alimentaron mi infancia y mi imaginación. En 1992, mi mujer y yo le compramos la casa a mi madre, que acababa de enviudar y abrimos la residencia, pero manteniendo el espíritu de Stevenson, no sólo en el edificio, sino también ampliando la “Stevenson Mafia”, profesionalizándola.

—¿De qué manera?

"El principal objetivo del Club es fomentar el interés por la vida y obra de Stevenson, lo que se ha correspondido con exposiciones, conferencias, lecturas, concursos literarios"

—Nos hemos constituido como parte oficial del llamado The Robert Louis Stevenson Club desempeñando en él el papel de Correspondence Secretary. El principal objetivo del club es fomentar el interés por la vida y obra de Stevenson, lo que se ha correspondido con exposiciones, conferencias, lecturas, concursos literarios y el mantenimiento del primer museo RLS de Edimburgo en su lugar de nacimiento (8 Howard Place) de 1925 a 1964, cuando la colección de recuerdos se transfirió al Museo de Escritores de Edimburgo, en Lawnmarket. Desde 1920, el club ha celebrado una cena o almuerzo anual en honor de RLS, en el que han hablado figuras públicas y literarias como Walter de la Mare, John Buchan, J. B. Priestley o Ludovic Kennedy. Desde entonces, los actos han sido incesantes, y algunos de ellos reseñables: en 1985, con motivo del centenario del Jardín de versos de un niño, el club lanzó un llamamiento internacional que recaudó fondos, entre otras cosas, para crear un monumento a RLS en los jardines de West Princes Street en Edimburgo, diseñado por el artista y poeta escocés Ian Hamilton Finlay, en forma de un bosquecillo de abedules alrededor de una simple columna de piedra, inaugurado cuatro años después. En 2000, el club celebró el 150º aniversario del nacimiento de RLS, con eventos y publicaciones. Actualmente, organiza eventos durante todo el año y publica las Noticias del Club RLS en abril y octubre. Siempre que es posible ofrece beneficios adicionales a los socios, como descuentos en compras de libros. 

—Hablamos de la casa, pero es cierto que RLS fue un escritor inquieto, viajero.

—Stevenson era el menos victoriano de los autores victorianos, y sus cartas se pueden leer como si estuviera escribiendo en el siglo XXI, pintando cuadros tan frescos como el día en que fueron escritos. Su vida fue un viaje a través de las gentes, porque era un gran observador del comportamiento humano, pero también fue un viaje completo y complejo desde Edimburgo hasta Francia, Italia, América y los Mares del Sur. Nunca perdió su deseo de conocer y su fascinación por divertirse aprendiendo.

—¿Existe alguna sucursal de ese club en España?

—Desgraciadamente, no. Pero os invitamos a participar. El club tiene miembros en todo el mundo, destacando, por su intensa actividad, el RLS Club de Monterey, en California, y la Association sur le Chemin de RLS en Cevennes, Francia. Debo decir que el Club siempre está dispuesto a dar la bienvenida a nuevos miembros. Quedan usted y su revista literaria (y todos los lectores de la misma) invitados.

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Adriá
Adriá
11 meses hace

Gracias, María José. La isla del tesoro es uno de mis libros favoritos de siempre y esta entrevista ha reavivado mi deseo de volver a las aventuras y al mar. Magnifica entrevista.