La secuela de Joker ha sido recibida con los cuchillos afilados en uno de esos fenómenos de hacer leña del árbol caído que cada vez más se dan en esta sociedad polarizada por las redes sociales. Críticos, fans y espectadores casuales parecen haber convergido en una espiral trágica para la película de Todd Phillips, que tampoco ha obtenido los números en taquilla esperados pese a triplicar el presupuesto de la primera entrega. Mientras que Joker fue alabada, premiada y regada con ríos de dólares en taquilla hace cuatro años, a su secuela Folie à Deux parece estar pagando los platos rotos de 1) la fatiga de superhéroes, 2) el escaso gusto por los musicales de su público potencial y, sobre todo, 3) el ansia suicida de su director, Todd Phillips, y su equipo creativo, deseoso de (y avisos tampoco faltaban) alejarse cuanto más mejor de la franquicia de cómics DC con un homenaje al desencantado cine de Hollywood de los años 70.
En efecto, era ese cine donde películas como Cabaret o All that Jazz todavía tenían cabida en la escala de valores de los grandes estudios hasta que, precisamente en el año 78, la primera película de superhéroes, la monumental Superman de Richard Donner, dio un baño de fantasía al negocio del taquillazo. Joker 2 concibe los números musicales como fugas de fantasía del disociado Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), que en compañía de su flechazo, Harley Quinzel (Lady Gaga), proyecta sus fantasías y sentimientos en forma de canción. Y la terrible recepción que ha tenido el film en redes sociales solo anima a defenderlo un poco más.
Dotada de una factura técnica apabullante, esta producción de superhéroes solo tiene de tal cosa el título. Joker: Folie à Deux puede presumir de aprovecharse del cine franquiciado aprovechando el nombre a modo de golosina para un gran público que parece no tener demasiado claro a qué estaba asistiendo. La obra está destinada a desentrañar algo más el misterio de la personalidad de Arthur, pero sobre todo al retrato en negativo de una sociedad desnutrida en lo intelectual y desesperada en lo moral, deseosa de recibir al Joker como icono, pero no a integrar y cuidar a un hombre cuya vida ha estado carente de amor.
El problema de Folie à Deux es, probablemente, su déficit de peripecia argumental, la esporádica falta de creatividad de sus números musicales y un ritmo suicida, por pausado, con el que Todd Phillips parece querer retar al público potencial de multisalas. A favor de la obra: una fotografía exquisita, un diseño de sonido igualmente cuidado y dos interpretaciones, las de Gaga y Phoenix, de un patetismo arrebatador. La película, no obstante, apenas puede, desgraciadamente, remover sentimientos, porque las teclas que toca son todas espirituales, abstractas, esquivas e incómodas. Incluso en los momentos emotivos como el de la gran renuncia de Arthur al final del largometraje, lo que sucede en cierto modo es también una traición al espectador, al que el film emparenta con ese gothamita medio deseoso de la misma clase de ídolos que Lee y los seguidores del Joker. ¿Ejercicio de cinismo por parte de Phillips, o una vocación de riesgo inaudita en el panorama del blockbuster actual? El último plano del film, lamentablemente filtrado en redes sociales desde antes del estreno, ha reventado al fan purista pese a ser la consecución de la promesa hecha por Phoenix y Phillips con el primero de sus largometrajes.
La película abre el melón de la imposibilidad de ser feliz en un mundo cada vez más oscuro y, además, versa igualmente sobre la naturaleza egocéntrica de esa inevitable tristeza. ¿Está Arthur loco, o su maldad se fundamenta en una elección? ¿Es posible realmente elegir, y a qué precio? ¿A qué clase de representación estamos asistiendo? Es posible que Joker: Folie à Deux sea una película fallida, pero su bomba de profundidad de vocación suicida, su voluntad de pegarse un tiro en el pie como si de una broma se tratara, es absolutamente insólita en una película con este nivel de recursos. El tiempo hablará en su favor.
Buena crítica. Gran película.
Peor aún que la primera, y ya es decir! Aprovechar un nombre famoso para hacer lo que te da la gana sin respetar el personaje ni su entorno… Es la película perfecta para que los guays digáis que es una obra de arte cuando es basura básicamente…