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Jorge Bustos

Retraté a Jorge hace aproximadamente un año, para una entrevista que le hicieron en este mismo medio.

Es una mañana fría de enero, y vuelvo a tener el placer de volver a retratarlo, charlar con él y poder conocerlo mejor. Es un gusto y un placer tenerlo por aquí.

Para saber más sobre Jorge:

Jorge Bustos nació en Madrid en 1982. Se licenció con Premio Nacional en Teoría de la Literatura pero se decidió por el periodismo. Empezó escribiendo en revistas y prensa local. Fue reportero en la revista Época y redactor en La Gaceta de los Negocios. Sobrevivió como articulista freelance en Zoom NewsJot Down o El Confidencial. En 2015 se incorporó a la redacción de El Mundo, donde actualmente es jefe de opinión y columnista, además de cronista parlamentario y deportivo. Colabora como crítico literario en El Cultural. Participa como tertuliano de radio y televisión en COPE, Telecinco y La Sexta, y forma parte del consejo asesor de la Fundéu.

La granja humana fue su primer libro. Con El hígado de Prometeo quedó finalista del Premio Internacional de Ensayo Jovellanos. En Crónicas biliares recogió el estallido de su vocación literaria. Su cuarto libro es Vidas cipotudas, un recorrido por los momentos estelares del empecinamiento español. También escribe tuits. Y es bastante madridista.

Aquí su recomendación literaria a los lectores de Zenda: Memorias: Mi medio siglo se confiesa a medias, de César González Ruano

Hacer carrera en periodismo no es fácil. Mucho menos cuando se llega sin padrinos, procedente de la filología y en pleno año 2005, momento en que la industria tradicional empezaba a descomponerse por el doble efecto de la crisis económica global y la crisis digital del periodismo. Empecé por el escalón más bajo, un modesto diario local gratuito que se repartía por los barrios de Madrid y que se llamaba El Distrito. Aún existe. Pero leía de forma compulsiva y soñaba con escribir columnas en un diario nacional. Poco a poco fui conociendo gente y ampliando referentes. En ese proceso de formación, el descubrimiento de los grandes periodistas españoles —Chaves Nogales, Pla, Camba, Wenceslao Fernández Flórez, Ruano— fue para mí como una epifanía vocacional: se podía ser un escritor en periódicos con todas las de la ley, cosa que ya sabía por Umbral o Campmany, pero me remonté a esos cinco grandes y los absorbí con fruición. De ellos el menos reivindicado por razones ideológicas es Ruano, que sin embargo fue el mejor pagado de todos y el más influyente y el menos ideológico, en realidad. Por eso vuelvo a sus MemoriasMi medio siglo se confiesa a medias una y otra vez. Compré mi ejemplar en una librería de viejo de la calle Prado para regalárselo a mi padre. Pero cuando mi padre lo hubo leído, fui y se lo quité sin que se diera cuenta: necesitaba tenerlo en mi casa y no era fácil encontrar otra edición. Me costó 60 euros y ya no se reedita porque es un autor prohibido por el sectarismo de guardia. Aunque hace poco creo que algún editor quijotesco rescató este título del purgatorio.

Ruano es el maestro ineludible de cualquiera que quiera aprender el arte de la columna: el ritmo de la frase, la originalidad en la percepción, la independencia en el enfoque, la claridad de pensamiento, la ironía maligna o el punto sentimental. Todo está en Ruano, como sabía Umbral, que lo saqueó sin rebozo. Durante muchas noches me acostaba leyendo sus artículos. Recomiendo al lector del siglo XXI que lo haga y se reencuentre con el placer ligero de la gran literatura de periódico.

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