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Jorge Herralde, guerrillero estilográfico

Jorge Herralde, editor de Anagrama

Jorge Herralde ha anunciado ya oficialmente su pase a la reserva activa. El 1 de enero del próximo año dejará la dirección editorial de Anagrama y permanecerá como Presidente de su Consejo de Administración. Fundó el sello en 1969, en los tiempos en los que publicar libros podía ser todavía un acto subversivo. Porque Herralde, en el fondo, ha sido siempre un guerrillero estilográfico, alguien que cree que el papel impreso cambia a las personas o incluso cambia el mundo. Yo, en carne propia, también lo creo. Unos cuantos libros me han cambiado la vida, y algunos de ellos los publicó Anagrama. Mi primera deuda con Jorge Herralde, por lo tanto, es como lector.

Un editor, según la definición clásica, es alguien que busca personas con algo interesante que contar y las pone en contacto con otras personas interesadas en conocer ese algo. El problema de esa definición es saber a qué llamamos “algo interesante” en el mundo en que vivimos. O, dicho de otra forma, a qué tipo de autores y a qué tipo de lectores elegimos. Porque los libros pueden mejorar el mundo, pero también pueden empeorarlo.

"... le oí contar con naturalidad cómo había publicado una novela de un escritor importante sabiendo que, por sus características, no vendería más de trescientos o cuatrocientos ejemplares"

Herralde es Herralde no porque haya conseguido vender cientos de miles de libros, sino porque siempre supo elegir. Elegir en la pura intemperie literaria. Una vez, en una de esas cenas divertidas y un poco malvadas que Herralde comparte con sus autores, le oí contar con naturalidad cómo había publicado una novela de un escritor importante sabiendo que, por sus características, no vendería más de trescientos o cuatrocientos ejemplares. Alguien le preguntó entonces por qué, con esa certeza, la había publicado, y él, haciendo un gesto de obviedad, respondió que porque era un buen libro que lo merecía.

 Jorge Herralde, con Coral Majó y Anna Bohigas, en 1970. Foto: Colita

Jorge Herralde, con Coral Majó y Anna Bohigas, en 1970. Foto: Colita

Los cínicos dicen que este tipo de gestos románticos sólo se los puede permitir una editorial de espaldas financieras poderosas. Yo creo, más bien, que es al revés: una editorial llega a tener espaldas financieras poderosas porque se ha permitido antes esos gestos románticos. La mayoría de los fieles de Anagrama hemos sido en algún momento lectores de uno de esos libros que venden trescientos o cuatrocientos ejemplares, y por eso, por la fe que nos dejaban, acabábamos comprándolo todo, los best sellers, los raros, los exquisitos, los de agitación y hasta los extravagantes. Y acabábamos descubriendo, de ese modo, literaturas que nunca hubiéramos descubierto de otra forma.

"Los libros de Anagrama, sin youtoubers ni estrellas televisivas, se reeditan en dosis lentas pero perdurables"

¿Qué es “algo interesante” en el mundo de hoy, por tanto? En esencia, lo mismo que puede seguir siendo interesante en el mundo de dentro de treinta años y lo que lo fue ya hace cuarenta. Por eso los libros de Anagrama, sin youtoubers ni estrellas televisivas, se reeditan en dosis lentas pero perdurables.

Un editor, como un político (si se me permite la comparación a contrapié), vive de su credibilidad, de que confíen en él. Jorge Herralde ha conseguido que los lectores en lengua española lo hagan durante casi cinco décadas. Sin desfallecimiento. Sus autores –incluso los que se separaron de él con discordia– saben que haber publicado en Anagrama es como un doctorado honoris causa, una bendición que incluso en nuestro egotismo de creadores parnasianos puede ser reconocida.

Yo creo que los Presidentes de los Consejos de Administración –que no tienen que madrugar mucho al día siguiente– beben y trasnochan más que los Directores Editoriales. Es la parte positiva de este paso a la reserva activa de Jorge Herralde, que, como siempre supimos, morirá con la estilográfica puesta, hablando de libros y compartiendo malicias amables de la vida literaria. De esa vida literaria de la que él lleva siendo protagonista, con honor, desde hace tanto.

Jorge Herralde, en Anagrama, en los años 80.

Jorge Herralde, en Anagrama, en los años 80.

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