Su Majestad el Rey Felipe VI inauguró hace unos días una exposición singular, importante, significativa. Tiene lugar en el Museo Naval de Madrid y está dedicada al marino y científico español Jorge Juan.
España ha tenido personajes magníficos, que tuvieron actuaciones muy relevantes. Hoy viven en la memoria, en nuestra memoria, y por ello exposiciones como la que ahora ofrece el Museo Naval son tan necesarias, imprescindibles. Es una forma de reavivar su recuerdo, de renovarlo.
Jorge Juan nació en Novelda (Alicante) en 1713 y murió en Madrid en 1773. Vivió 60 años, que hoy no sabríamos decir si es mucho o poco, pero que en su caso fue una vida llena de trabajo y de excelencia, de entrega a la ciencia, a su país.
Los organizadores de la exposición han declarado que es tanta la importancia de Jorge Juan y de los campos a los que contribuyó con su trabajo e inteligencia que serían necesarias varias o muchas exposiciones para explicar su actividad. Pero en ésta que el visitante tiene la oportunidad de conocer puede hacerse una buena idea de lo que fue y de sus aportaciones más destacadas.
Jorge Juan, que era caballero de la Orden de San Juan (Orden de Malta), y que por ello guardaba celibato, fue miembro de prestigiosas instituciones científicas, nacionales y extranjeras, como la Real Academia de San Fernando, la Academia de las Ciencias de París, la Real Sociedad de Londres y la Academia de Berlín. Era conocido internacionalmente como “el sabio español”. No sólo fue reconocido dentro y fuera de España, sino que lo fue en vida.
El visitante puede disfrutar de variadas piezas, 113 piezas, procedentes de museos e instituciones como el Observatorio de París, la Biblioteca Nacional de España, el Archivo General de Simancas, el Museo Nacional del Prado, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, o el propio Museo Naval de Madrid.
Aparte de los cuadros y las esculturas, por ejemplo, le llamarán mucho la atención al visitante los instrumentos necesarios para medir el meridiano de la Tierra, la primera misión importante que desempeñó Jorge Juan, en compañía de Antonio de Ulloa, formando parte de la expedición francesa integrada por Louis Godin y Charles-Marie de la Condamine. El capitán de navío José María Blanco Núñez, en su obra La Armada en la segunda mitad del siglo XVIII, dice de Jorge Juan que todo lo que hacía lo hacía “con suma eficacia”.
Llama la atención la edad de Jorge Juan, 21 años, y de su compañero Antonio de Ulloa, 19 años, cuando les encomendaron formar parte de la misión francesa para medir el arco del meridiano. Sin duda ya tendrían conocimientos previos, pero ese trabajo, que se desarrolló durante casi diez años en el virreinato del Perú, les proporcionaría muchos otros conocimientos, aparte de una gran experiencia vital.
Jorge Juan aplicaba lo que aprendía en sus investigaciones y observaciones a la realidad, a sus trabajos y encargos, a sus misiones, por ejemplo a los astilleros de Ferrol y Cartagena, que fueron renovados por él, dotando a la Armada de lo que se llamó el “sistema Jorge Juan”, nacido de lo que aprendió en Inglaterra muy mejorado con sus propios estudios.
En este sentido hay que decir que fue espía. El rey le encomendó la misión de investigar la forma de construir los barcos ingleses y contratar a maestros constructores, así como adquirir todos los instrumentos que fueran necesarios para “impulsar” la arquitectura naval española, como recuerda en su obra el capitán de navío Blanco Núñez. Jorge Juan viajó a Inglaterra bajo una falsa identidad, y tuvo que salir del país antes de lo previsto porque fue descubierto.
Una de sus últimas misiones fue la de embajador de Marruecos, y en su casa de Cádiz organizó una tertulia, la Asamblea Amistosa Literaria, que pronto gozó de gran reconocimiento al asesorar a las más altas instancias. También en Cádiz fundó el observatorio astronómico.
En la exposición se puede seguir los diferentes reyes de la vida de Jorge Juan, los retratos de los científicos —también los franceses de la expedición del meridiano—, los abundantes instrumentos de su oficio, y manuscritos y ediciones antiguas de sus obras. No hay que olvidar que Jorge Juan escribió varios libros en los que recogió el resultado de sus trabajos científicos. Es muy interesante citar los siguientes títulos:
—Junto a Antonio de Ulloa, Relación histórica del viaje a la América Meridional (1748).
—Junto a Antonio de Ulloa, Noticias secretas de América (1826).
—Observaciones astronómicas y físicas (1748).
—Compendio de navegación (1757).
—Examen marítimo teórico-práctico (1771).
—-Estado de la astronomía en Europa (1774).
El Museo Naval de Madrid es un gran marco para albergar esta exposición temporal. Los cuadros, las esculturas, los instrumentos, los libros, las maquetas, el cuidado audiovisual… dan muy buena idea de quién fue Jorge Juan, uno de nuestro más ilustres marinos. A partir de estas piezas, de su recorrido por la exposición, el visitante tiene que insuflar vida a este recuerdo que hoy es Jorge Juan, como una historia trepidante y maravillosa, que hay que leer, o releer, para darle nueva vida. Jorge Juan es muy capaz de transmitirnos parte de su sabiduría, del espíritu con el que vivió sus días. Ése es el mejor homenaje que le podemos rendir.
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La exposición temporal «Jorge Juan: El legado de un marino científico» permanecerá abierta al público hasta el 31 de marzo de 2024 en el Museo Naval de Madrid.
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