José Balza será el encargado de clausurar el VI Festival Hispanoamericano de escritores, que se celebrará entre el 23 y el 28 de septiembre, con Venezuela como país invitado, en Los Llanos de Aridane, isla de La Palma, Canarias. Entre los autores venezolanos que viven en España participarán narradores como Juan Carlos Chirinos, Juan Carlos Méndez Guédez y Rodrigo Blanco Calderón, ensayistas como Francisco Javier Pérez, autores y autoras que se desempeñan en el periodismo, el ensayo y la novela, como Michelle Roche Rodríguez, Karina Sainz Borgo y Doménico Chiappe.
José Balza es uno de los secretos más excelentemente gritados por los lectores exigentes de todo el territorio de la lengua española. Saludado en su día por Julio Cortázar, autor de novelas de absoluto culto como Percusión y Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar, narrador breve de una exquisitez insoslayable, ensayista literario necesario para reflexionar sobre la literatura, a sus 84 años sus más de cincuenta libros publicados se han difundido por medio de pequeñas y prestigiosas ediciones de Venezuela, México, EE.UU., Colombia, Cuba y España, y sus piezas breves se han traducido al italiano, francés, inglés, alemán y hebreo. Recientemente, su novela Percusión (1982) ha merecido una edición comentada de la editorial Cátedra. En septiembre saldrá en Grecia la traducción de Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar (1974). Su obra se encuentra inspirada en gran medida por la vida del autor en el delta del Orinoco, donde nació en 1939 y reside desde hace años. Desde allí se dirige al mundo.
Comenta Juan Carlos Chirinos, escritor que preparó la edición de Percusión para Cátedra, que “quizá no haya en la literatura venezolana un autor cuya obra recorra tantos y tan diversos territorios —de la música a la arquitectura, de la pintura a la filosofía, de la ciencia a la vida cotidiana— como la de José Balza”. Toni Montesinos relata cómo Julio Cortázar descubrió a José Balza, gracias a un viaje a Venezuela y a una alumna de literatura: “Creo que nunca le agradeceré bastante que me haya dado los libros de José Balza, puesto que él había preferido no hacerlo por el momento y yo me hubiera marchado de Caracas sin saber nada de un escritor que me parece digno de ser conocido”. Para Cortázar, José Balza, de 34 años, ya es un escritor maduro: “Le tengo fe a Balza, creo que su obra futura será para él y para nosotros una gran experiencia”.
Cincuenta años después, parece que ya es tiempo de la “obra futura” de José Balza, así que pedimos a tres escritores que lo han leído bien que nos ofrezcan unas palabras sobre él y su obra.
EN PALABRAS DE ERNESTO PÉREZ ZÚÑIGA
El poeta y novelista Ernesto Pérez Zúñiga hizo el prólogo de la reciente nueva edición venezolana (Ediciones Eclapsidra) de Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar y afirma que “José Balza es uno de los escritores más relevantes de la última centuria en lengua española, y también lo será en el futuro, porque su obra es absolutamente precursora tanto en el estilo como en las propuestas éticas e ideológicas que la sustentan. Sus cuentos y novelas tienen en cuenta una multiplicidad de la psique humana que se plasma en puntos de vista diferentes con una plasticidad lingüística única. Y los temas que enfrenta son de una actualidad asombrosa, teniendo en cuenta que comenzó a proponerlos hace más de medio siglo: la relación del ser humano con la naturaleza como parte esencial de ella, la inspiración de esa relación en el mundo indígena, que nace de su origen en el delta del Orinoco; la interacción de la mente humana con un tiempo no newtoniano; nuevos modelos de ética y también de sociedad; nuevos modelos de conocimiento a través de un misticismo lleno de sensualidad. Todo lo lleva José Balza a la escritura de una manera especialmente consciente, proponiendo arriesgadas y lúdicas estructuras en sus cuentos, o estirando las posibilidades del idioma para expresar lo sutil y lo imprevisto en lo que el autor llama, con enorme modestia, “ejercicios narrativos”. Todo lo hace con una elegancia y una belleza únicas pero también extrañas. Es difícil hallar desde Cortázar un escritor que entregue a nuestro idioma tal diversidad de lenguaje, estructura e imaginación en la narrativa; pero también en los ensayos y aforismos. Hay que situarlo entre los grandes: Mujica Lainez, Antonio di Benedetto, o Saer. No sé por qué nombro ahora solo autores argentinos. Quizá porque, si Balza lo hubiese sido, ya hubiese tenido un reconocimiento equilibrado con la importancia de su escritura. Ahora bien, es venezolano. Y la literatura venezolana ha sufrido de miradas ciegas, de oídos sordos y del inmenso tapón de la dictadura. En cualquier caso, la mejor Venezuela habla a través de la escritura de José Balza: el sueño de nuevos modelos vivenciales, la fertilidad selvática de la naturaleza, la raíz de oro, los dedos de luz. También habla a través de José Balza la mejor literatura española, incluido Cervantes, a quien Balza dedicó un cuento especular y de algún modo profético: la posibilidad de que Miguel de Cervantes hubiese escrito en América. Y es así. Lo más probable es que Cervantes ya sea americano”.
EN PALABRAS DE CARMEN VERDE AROCHA
Para la poeta Carmen Verde Arocha, José Balza es “la sutileza, la precisión, la tersura, la agudeza, la paradoja incluso, la erudición que nunca satura, que incita, que seduce, y hallazgos sorprendentes de genuino talante poético sin duda abundan (o, generosamente, sobreabundan) en las novelas, cuentos y ensayos de José Balza. Es decir en toda su obra. No hay en realidad distinción. José Balza ha dicho en más de una ocasión que es incapaz de escribir un solo verso. Ante la evidencia de la poesía que colma, que satura su obra, densa, dulce, imponente (también aguda y cáustica cuando es preciso), nos queda claro que no necesita escribir versos. No hay que olvidar que la palabra prosa significaba, en sus orígenes, precisamente poesía. Nunca se ve tan claro esto como aquí. ¿Puede la erudición seducir? En el caso de un prosista de la talla de Balza, sin duda. Fruición es la palabra. Queremos siempre más. Balza, no solo es uno de los novelistas y cuentistas contemporáneos más sobresaliente de Hispanoamérica, sino que también es poseedor de una obra ensayística inmensa, generosa (al abordar las problemáticas de la música y la plástica), aguda, que ha tenido una importante penetración en las nuevas generaciones de ensayistas.
EN PALABRAS DE SILDA CORDOLIANI
“Conozco a José Balza desde hace más de veinte años. Poco a poco, lentamente, el admirado profesor de la Escuela de letras de la Universidad Central de Venezuela se ha convertido en fiel y entrañable amigo. Sé, me consta incluso, que como escritor y como intelectual es uno de los venezolanos más respetados y reconocidos fuera del país. Pero así como no es nada sencillo percibir el paso del tiempo sobre el rostro de las personas próximas, o sobre el nuestro propio, la verdadera trascendencia de Balza, el amigo, me resulta difícil de aprehender. Solo a veces me he visto sacudida por las circunstancias, obligada a distanciarme un poco del ser querido y frecuente para advertir que estoy ante un hombre especial, uno de esos seres que seguirán siendo recordados, nombrados, cuando ya ninguno de nosotros estemos de pie sobre la tierra. Solo a veces, como cuando lo vi compartiendo un podio con dos premios Nobel: Derek Walcott y su, por cierto, muy admirado Joseph Brodsky en Nueva York”. Esto lo escribí casi tres décadas atrás. Desde entonces hasta ahora la obra de Balza, sus ficciones y penetrantes ensayos, ha seguido multiplicándose y sorprendiéndonos. Los estudios y análisis que ella ha suscitado están lejos de agotarse, pues no se trata solo de la influencia de su escritura y pensamiento en el vasto panorama de nuestra literatura, sino también de que en ella aún se mantienen en la sombra registros insospechados, vertientes por descubrir y transitar.
EN PALABRAS DE JUAN CARLOS CHIRINOS
“José Balza decidió llamar a sus textos literarios «ejercicios narrativos» para dejar constancia de la condición provisional de su escritura y, además, de su continua metamorfosis, de su cambio imperceptible, como ocurre con el caudal del río Orinoco, a cuyas orillas nació. Como en pocas obras, la de Balza refleja meridianamente no tanto el territorio caribeño, amazónico o andino en el que nació, sino el que quizá sea su verdadero ser: el «país orinoquio», pues así como Egipto es un don del Nilo, Venezuela lo es del Orinoco. Y los libros de Balza son testimonio de ello”.
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