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José Corredor-Matheos y el arte al trasluz poético

José Corredor-Matheos y el arte al trasluz poético

Han transcurrido dos décadas desde que José Corredor-Matheos (Alcázar de San Juan, 1929) obtuviese en 2005 el Premio Nacional de Poesía por su conjunto lírico El don de la ignorancia, libro publicado por la barcelonesa Editorial Tusquets el año anterior. Aquel galardón contribuyó mucho a resaltar una de las dos vertientes creativas principales, la poética, del escritor manchego, afincado en Catalunya desde muy joven. La otra faceta, la de crítico, ensayista, estudioso e investigador del arte se convertiría desde entonces en menos noticiosa, pese a su relevante importancia en España, así como en Europa. Esa sería una de las razones que pueden haber llevado a Álex Mitrani a rescatar una amplia selección de escritos corredorianos sobre arte en forma de entrevistas y artículos que fueron publicados en la prensa escrita y en revistas durante los casi tres lustros comprendidos entre 1961 y 1974.

Con esta iniciativa de recuperación de textos lejanos, pero que no dejan de tener hoy día gran valor conceptual e histórico, y que ha editado en 2024 el Museu Nacional d’Art de Catalunya, se ponen de relieve los comienzos de José Corredor-Matheos en una actividad que nacía cuando ya llevaba una década dedicado a la creación poética, en la cual había dado a conocer varios libros: Ocasión donde amarte en 1953, Ahora mismo en 1960, y Poema para un nuevo libro, obra de 1961 que obtuvo el Premio Boscán de poesía. Año muy significativo el primero de esa década de los sesenta tanto en la vida como en la dimensión creativa del autor, que en el mes de agosto inició un recogimiento espiritual en el monasterio de Montserrat que iba a repercutir en un distinto planteamiento de su poética, evidenciándolo en el libro de 1975 Carta a Li-Po.

"La crítica de arte de José Corredor-Matheos dio comienzo, en efecto, mediante incisivas entrevistas publicadas en el diario barcelonés de tarde La Prensa"

Fue asimismo en 1961 cuando mostró Corredor-Matheos una rama contigua a su faceta lírica, la de traductor de poesía, proyectándola al traducir al español y publicar una antología bilingüe de la poeta barcelonesa en lengua catalana Clementina Arderiu. Y también fue en 1961 cuando iba a emprender una paulatina y constante dedicación al mundo del arte cuyos primeros pasos los dio, merced al estímulo de Cesáreo Rodríguez Aguilera, en la Revista de actualidades, artes y letras. Este nuevo camino le llevaría a convertirse con el tiempo en una firma destacada en ese ámbito gracias a escritos diversos, investigaciones historiográficas y monografías de arte siempre provistas de extraordinaria originalidad crítica e interpretativa.

El libro Crítica d’art, 1961-1974 fue presentado en la propia sede barcelonesa de Montjuic de la institución editora, por sus siglas MNAC, en un acto en el que distintos especialistas pusieron de relieve el sello tan particular de las antedichas actividades del autor: la centrada en la poesía, con la intervención de Lola Josa, catedrática de Literatura española de los siglos de Oro en la Universitat de Barcelona y una autoridad en la exégesis de san Juan de la Cruz, poeta fundamental en la obra lírica de Corredor-Matheos, como esta filóloga ha evidenciado; y la circunscrita al arte, con la participación del historiador de la materia, docente universitario y compilador de la obra, Álex Mitrani, que ha aportado igualmente al volumen ideado por él un estudio relativo a las entrevistas corredorianas, las cuales constituyen una de las secciones del libro. Me refiero al texto titulado “La crítica com art de la pregunta”.

"En el rotativo La Prensa con fecha 14 de marzo, las preguntas las respondería Albert Ráfols Casamada, que se ocupó de crear las vidrieras del templo, concebidas desde el arte abstracto"

La crítica de arte de José Corredor-Matheos dio comienzo, en efecto, mediante incisivas entrevistas publicadas en el diario barcelonés de tarde La Prensa, cuya andadura remonta a la inmediata posguerra, y que mantenía bastante difusión aún a principios de los sesenta. En ese medio puso en ejercicio el alcazareño su proyecto de averiguación sobre qué pueda ser el arte a través de distintas entrevistas, una por semana, a quienes pudieran contribuir a arrojar alguna luz sobre asunto tan poliédrico. A tal fin planteaba preguntas muy idóneas a artistas plásticos, a críticos de arte, a escritores, y a filósofos. Esas entrevistas las publicó durante los años 1962 y 1963, y se las hizo, entre otros, a pintores como Manolo Millares, Josep Guinovart y Modest Cuixart, a poetas como J. V. Foix y Joan Perucho, también novelista, a críticos y ensayistas como Cesáreo Rodríguez Aguilera y Juan Ramón Masoliver, y a filósofos como Xavier Rubert de Ventós.

La serie la encabezaría Corredor-Matheos acaso nada casualmente, en virtud de su reivindicación de lo sagrado en el arte y en la vida, entrevistando, para la salida del periódico el 21 de febrero de 1962, a uno de los dos artistas catalanes que dejaron su sello en el santuario leonés de la Virgen del Camino, y de algún modo enlazaban con el vínculo que había adquirido el arquitecto Gaudí con León y su provincia, para la que creó en la capital la Casa Botines, y en Astorga la sede del palacio arzobispal. Aludo a José María Subirachs, que materializó las magníficas esculturas de ese lugar sacro dedicado a la Patrona de la región y que también había inspirado versos a Miguel de Unamuno.

"A continuación, y hasta el año 1974, se van sucediendo comentarios corredorianos sobre arte y sus tendencias en boga, sobre creadores españoles y foráneos, y sobre acontecimientos artísticos"

Un par de semanas después, en el rotativo La Prensa con fecha 14 de marzo, las preguntas las respondería Albert Ráfols Casamada, que se ocupó de crear las vidrieras del templo, concebidas desde el arte abstracto. El primero afirmaba en el vis a vis periodístico que “la obra de arte es lo único que recoge el pálpito de la vida de su época”. Del segundo anotaría el entrevistador la siguiente respuesta: “El arte abstracto no representa al hombre desde el punto de vista exterior, sino que expresa interiormente sus problemas, inquietudes, vivencias, de manera más profunda que otras formas artísticas más fáciles de entender a primera vista.” (41)

El volumen Crítica d’art, 1961-1974 incluye una colaboración de Raúl Gimeno titulada “Dos vías de conocimiento de Corredor-Matheos: poesía y crítica”. Su primer epígrafe lleva el elocuente título de “Poeta doblado de crítico”, y el último párrafo del ensayo aporta esa reflexión tan oportuna para valorar tanto la mirada corredoriana sobre el arte como aquellos poemas suyos inspirados en artistas, aunque añadiría que no solo sobre las composiciones de ese tenor, sino también sobre otras muchas: “El poeta está presente, tímidamente, en los textos de crítica artística y el crítico, cuando el poema surge de la experiencia estética ante una obra de arte, presta palabras al poeta.” (25).

"En la publicación balear de Camilo José Cela publicó José Corredor-Matheos en septiembre de 1970 un artículo que ilustra muy bien la simbiosis que se da entre su lectura del arte y su propia creación lírica"

La selección de artículos, ensayos breves y otras clases de escritos se abre con el titulado “El realismo social en la pintura de Todó”, aparecido el 7 de julio de 1961 en la Revista Gran Vía de actualidades, artes y letras. A continuación, y hasta el año 1974, se van sucediendo comentarios corredorianos sobre arte y sus tendencias en boga, sobre creadores españoles y foráneos (Eduardo Chillida, Francesc Torres Monsó, Godofredo Ortega Muñoz, Joan Miró, Joan Brotat, Eduardo Arranz Bravo, Rafael Bartolozzi, José María Martorell, Oriol Bohigas, David Mackay, Will Faber), y sobre acontecimientos artísticos, destacando las bienales de Venecia. Los daría a conocer en varios medios, entre ellos las revistas Siglo 20, Cuadernos de Arquitectura y Urbanismo, Destino y Papeles de Son Armadans.

En la publicación balear de Camilo José Cela publicó José Corredor-Matheos en septiembre de 1970 un artículo que ilustra muy bien la simbiosis que se da entre su lectura del arte y su propia creación lírica. Es el titulado “Ortega Muñoz: el paisaje se pinta a sí mismo”. En las reflexiones contenidas ahí se lee la obra pictórica del artista extremeño de San Vicente de Alcántara desde una visión zenista de la realidad que es sensiblemente parecida a la que aflora en los días en los que el escritor manchego iba creando los poemas del primero de sus libros de influjo extremo-oriental, Carta a Li-Po. A esta prueba me remito:

“Ortega Muñoz me hace pensar en lo que dicen los maestros zen. Si el zen es el ¡oh! de las cosas, si es la visión directa y limpia, la vida corriente con una diferencia, la visión del hombre corriente con una diferencia, cabe pensar que ese pintor oriental al que se conoce por Ortega Muñoz sabe algo, aunque no lo sepa, y también aunque lo sepa, de todo ello” (110).

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Autor: José Corredor-Matheos. Título: Crítica d’art, 1961-1974. Selección de textos de Álex Mitrani. Editorial: Museu Nacional d’Art de Catalunya

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