Babelia dedica su portada al escritor José Donoso con motivo de la publicación de los diarios de sus años de formación. Una oportunidad única para conocer mejor al autor de Coronación.
«Guarden sus manuscritos. No boten nada de lo que escriben. Los diarios de vida, las notas de lavandería, las listas de amigos o enemigos, guarden todo”. Insistió mucho José Donoso en eso en el taller de Antonio Skármeta de 1988 del que fue invitado especial y en el que yo era un alumno más. Fue lo más cerca que estuve en vida de José Donoso (1924-1996), la única conversación literaria que mantuve con él, aunque era más bien un monólogo donde contaba con una mezcla de placer e ironía, cómo sus diarios sobrevivirían, en bóvedas infranqueables de las universidades de Princeton y Iowa, a cualquier guerra nuclear.
Confieso que esa presunción, la de ser descubierto entre las cenizas por los arqueólogos del futuro, me resultó cuando se la escuché a finales de los años ochenta un poco ridícula. No entendía el placer que encontraba en ser vecino de archivo de Charles Dodgson, alias Lewis Carroll. Confieso que había en mi distancia algo de prejuicio: Donoso representaba por entonces el escritor que había que ser, el que escribía novelas a lo Henry James en una casa con jardín, esposa y perro faldero. No sabía que estos diarios, que había dispuesto con cuidado que se leyeran íntegros sólo a veinte años de su muerte, iban a revelarme un escritor tan secreto y complejo como su vecino Charles Dodgson, el profesor de lógica que usaba su tiempo fotografiando niñitas. El José Donoso que todos leímos y conocimos se transformó en otro, otro que era el mismo cuando su hija Pilar se enfrentó a los cuadernos desclasificados de su padre y los comparó con las cartas de su madre. El contacto con estos textos le hizo escribir el maravilloso y terrible Correr el tupido velo, el retrato de una familia que ha elegido la deriva del náufrago como una forma de amarrarse al mundo.El personaje central de ese libro, un hombre que cultivaba sus demonios como otros cultivan sus hortensias, vuelve a asomarse de cuerpo entero enDiarios tempranos. Donoso in progress (1950-1965), ahora publicado por Ediciones Universidad Diego Portales. Ahora es Cecilia García-Huidobro la que se interna con sagacidad y valentía en los frondosos cuadernos para sacar petróleo de la voluntaria confusión con que Donoso amaba enturbiar las pistas. “Estoy perdido”, anota en su cuaderno de Buenos Aires de mayo de 1959. “Los árboles no me dejan ver la selva. ¿Me estoy poniendo paranoico? Hoy me pareció, recibí cuatro desaires: Ezequiel, al verme venir, se quiso esconder y luego, para no herirme, fue extraamable”. Y sigue con una serie de desaires tan amables como el primero.“Very depressing future. Lo importante es escribir para que se me pase, porque si no me voy a quedar en la pieza oscura. ¡Y NO QUIERO OTRA VEZ!”, consigna en agosto de 1964. A finales de ese mes anota que le cargan las novelas policiales: “¿Por qué? Leo el final primero; si no, no las leo. Pero ¿por qué? Porque si no me da miedo”. A final de ese mismo año está terminando El lugar sin límites, una novela que da más miedo que cualquier novela policial y anota en el inglés en que dice casi todo lo que le importa: “This certainly be one of the greatest stories of Latin America”.
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