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De cómo José Luis Cuerda pierde el tiempo

José Luis Cuerda

“Perder el tiempo es lo más ineludiblemente humano. Lo más poético también”

“Inteleto” de José Luis Cuerda en Me noto muy cambiá

Cuenta José Luis Cuerda en el prólogo de Me noto muy cambiá que existen en Albacete unas ideaciones cortas y muy peculiares, de nombre “inteletos”, cruce de travesuras y ocurrencias. En definitiva, pérdidas de tiempo que recopila en este libro. Además apuntala el cineasta con inteligencia que “ocurrencia” vale como sustantivación de lo que ocurre. Continúo su razonamiento manchego: ocurrencia por lo que ocurre; y lo que ocurre, pasa; y lo que pasa, tiene caducidad. En lo fugaz me da por pensar al leer este librito editado con cariño por ‘Pepitas de Calabaza’: cómo este tipo de ingenios verbales van perteneciendo cada vez más al pasado. Este prejuicio se me olvida pronto porque Cuerda, una vez más, me demuestra lo contrario: muchos de ellos han sido publicados en su presentísima cuenta de Twitter. Junta José Luis en su misal una mezcla de pasado, presente y futuro: truco habitual en sus películas cómicas. Por ejemplo, “Total” discurría en un clásico pueblo albaceteño (o español) pero el autor nos aseguraba que aquella aldea en medio de la nada era Londres en el año 2598.

Sus “inteletos” vienen de una tradición española que mezcla a Quevedo con Unamuno, pasando por Valle o Gómez de la Serna. A eso(s) suena Cuerda pero también tiene una pizca del norteamericanismo que ya llevamos en la genética hasta los que no hemos pisado nunca el Ohio de Ambrose Bierce (a este no sé si lo tiene leído): vamos, que en su libro veo a Groucho, a W. C. Fields o a Billy Wilder. Alberga el de Albacete semejante bendito cacao mental.

“El primer desnudo femenino que vi en mi vida fue el de mi abuela Filomena, y me pareció una desorganización”

De las páginas de Me noto muy cambiá saltan muchos de los temas recurrentes en Cuerda: las clases sociales (“Que durante la crisis el 1% más rico de la población mundial haya aumentado abundantemente aclara quién y para qué la provocan”, “Se empeñan en que vivamos cuantitativamente. Y no hay por qué”), el surrealismo (“He visto a Dios en un Vespino por la Castellana. O eso me ha parecido a mí”), la religión (“Reducción al absurdo de la Santísima Trinidad como problema matemático, cuando nadie se lo esperaba”, “La confesión y la absolución del catolicismo ayudan mucho a pecar. Lo facilitan tanto”) o, directamente, ese estilo marca de la casa que no puede encerrar ni dentro de sí mismo (“La relatividad no existe en absoluto”, “La ropa interior: un hecho del alma”).

“Me ofrecen el vizcondado de Mear y No Echar Gota, ¿lo acepto o no? Es una hipótesis de una deslumbrante hipóstasis que podría darme lustre”

Me noto muy cambiaUna filmografía y una obra literaria tan características dan siempre como resultado un sospechoso habitual. Por lo que dice, por cómo mueve las palabras, por dónde coloca la cámara, por la madre que lo parió; por tanto y por tanto, Cuerda ya tiene una legión de detectives que le sigue y un estilo que no le abandona porque es solo suyo. Este: el nivel del humano del que hablamos.

Me noto muy cambiá es otro pie más en su universo de solanas, otra pista más de por qué su arte se empuña y qué crímenes comete. Imprescindible para aquellos que queremos tener los “inteletos” de Cuerda para seguir trajinándonos la vida y necesario para aquellos que están empezando a conocerle: este libro contiene una sabiduría albaceteña que, da igual que titule así el prólogo, tiene más de trascendente que de ociosa, más de didáctica que de apática. Una pequeña joya pequeña.

“El futuro ni piensa en nosotros”

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Autor: José Luis Cuerda. Título: Me noto muy cambiá. Editorial: Pepitas de Calabaza Editorial. Edición: Papel.

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