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José María Codes Calatrava: «La gente que huye no tiene ni presente ni futuro»

José María Codes Calatrava: «La gente que huye no tiene ni presente ni futuro»

José María Codes Calatrava (Madrid, 1981) cuenta a Zenda que ha visto monstruos, que se parecían mucho a él y que le han cantado las verdades del barquero. Advierte sobre los refugios que se pueden transformar en cárceles y alaba a Roberto Bolaño, su escritor favorito, “el gran genio de la literatura del español del último siglo”. Este letrado de las Cortes Generales, doctor en Derecho y graduado en Humanidades que compatibiliza su labor en el Congreso con el ejercicio de la abogacía y la docencia universitaria, acaba de publicar en Huerga y Fierro su primera novela, Esos monstruos, un ejercicio literario enigmático protagonizado por una chica, La Chica, que se ha pasado la vida huyendo de sí misma, que arriba a una finca donde le pagan un pastizal para cuidar de un desconocido y que trata con una serie de personajes que han cesado sus respectivas fugas. Conversamos en el Varela:

***

—Señor Codes Calatrava, ¿ha visto monstruos alguna vez?

—Sí, en mi cabeza, sí. Y se parecían mucho a mí.

—¿Y qué le decían?

—Las verdades del barquero. Me decían las cosas que, probablemente, ni siquiera la gente que te quiere y conoce mucho se atreve a decirte. Y, sobre todo, me decían las cosas que no me quería decir yo.

—¿Diría que la realidad es monstruosa?

"La idea de desaparecer, de la que habla mucho Vila-Matas, un autor que me gusta mucho, me ha rondado por la cabeza"

—Absolutamente. Te obliga a replantearte tus creencias. “Creencias” es un término que no aplico en sentido religioso, que también, sino vital, experiencial… Creo que el despertar, de alguna manera, si no es monstruoso, al menos, es doloroso.

—¿Alguna vez ha decidido retirarse del mundo, como la protagonista de Esos monstruos?

—Más que decidir, he fantaseado mucho con ello. La idea de desaparecer, de la que habla mucho Vila-Matas, un autor que me gusta mucho, me ha rondado por la cabeza. No la desaparición física, sí como una situación de aislamiento. De soledad para tener paz. He fantaseado mucho con esa posibilidad y lo sigo haciendo.

—¿Le ha servido escribir Esos monstruos para desahogar, aunque sea parcialmente, esa fantasía?

—No sé si para desahogar… Sí, quizá, para encontrar internamente una situación parecida. Para intentar reflejar, al menos, internamente, qué sensación podría yo tener en una situación así.

—Una protagonista, La Chica, que “tenía pasado, pero no tenía presente ni futuro”, y que lleva toda su vida “huyendo, no sé muy bien de qué, quizá de mí”.

"Al final, el refugio último está en nosotros mismos. Tu refugio está en ti: como no encuentres paz contigo mismo, vas a estar huyendo permanentemente"

—A La Chica le pasa que está en permanente huida. La gente que huye no tiene ni presente ni futuro. La huida no es un concepto físico: la huida es un concepto interior, mental. Pienso que muchas personas vivimos en un momento de huir de tu propia vida, de huir de tu realidad. Yo creo que la chica tiene ese problema de huida perpetua hacia ninguna parte, y la más dura y la más terrible es la huida de uno mismo.

—¿Usted huye de algo?

—Sí. Siempre he estado huyendo.

—¿Y dónde ha encontrado refugios?

—Muchas veces, esos refugios no son tales: son cárceles. Al final, el refugio último está en nosotros mismos. Tu refugio está en ti: como no encuentres paz contigo mismo, vas a estar huyendo permanentemente. Puedes estar huyendo en una ciudad como Nueva York, Shanghái o México DF, rodeado de gente y haciendo planes todo el día, y puedes estar huyendo en algo que crees que es un refugio. Entonces, yo he encontrado refugio en mí.

—El Leñador, La Señora, El Médico… ¿qué tienen en común todos los personajes que orbitan en torno a El Hombre?

—La novela es una fábula, al final. Me gustaría que el lector saque sus propias interpretaciones. Creo que todos los personajes comparten una cosa: han dejado de huir. Algunos más que otros.

—El Hombre “se cansó de vivir y vino aquí a morir en paz”. ¿Cansarse de vivir es cansarse de huir?

—Creo que sí. Lo que pasa es que en ese cansancio de vivir puedes encontrar la paz. ¿Por qué? Si interpretas que vivir es una huida, cuando dejas de huir, encuentras la tranquilidad.

Usted había escrito un libro de relatos. ¿Qué tal ha llevado el cambio a las distancias largas?

"Mi mayor referencia es Roberto Bolaño. Mantengo que es el gran genio de la literatura en español, probablemente, del último siglo, y sé que hay mucha gente por ahí con más nombre"

—Es la primera vez que me siento a escribir una novela. No te escondo que me ha costado. Yo, por deformación profesional, por el mundo del que vengo, he tenido que aprender a sintetizar. Me gusta sintetizar mucho cuando escribo, me cuesta enormemente enrollarme. Entonces, para mí, escribir un libro largo, y este no es un libro largo comparado con otras novelas… Escribir algo que tenga más de quince o veinte páginas me cuesta mucho, y este libro me costó. Hubo momentos que me resultaban enojosos. Las descripciones, los interludios… se me hacían complicados, y tuve que dedicarles más tiempo.

—Si tuviera que hablarme de tres escritores de referencia para usted, me nombraría a…

—Mi mayor referencia es Roberto Bolaño. Mantengo que es el gran genio de la literatura en español, probablemente, del último siglo, y sé que hay mucha gente por ahí con más nombre. Para mí, es lo máximo. Dostoievski es mi segunda gran referencia. Y, si tuviera que elegir a un tercero, te diría, a día de hoy, David Foster Wallace.

—¿Qué ha aprendido mientras escribía Esos monstruos?

"Me encantaría escribir otra novela, eh: lo que más me ha gustado en la vida es escribir. Lo que pasa es que lo he hecho muy poco, he centrado mis esfuerzos en otras cosas"

—La verdad es que nunca me había hecho esta pregunta… (Piensa) Pues mira, que es muy importante perdonarse a sí mismo. Es muy importante no ser inconsciente de tus monstruos, de las cosas que no te has querido decir. Pero una vez que te las dices, es muy importante no fustigarse ni obsesionarse: hay que ser capaz de seguir adelante.

—¿Pretende repetir la experiencia?

—Pues mira, otro gran aprendizaje que he tenido estos últimos años es que hay que vivir el presente (risas). Se me hace muy complicado pensar a largo plazo. Me encantaría escribir otra novela, eh: lo que más me ha gustado en la vida es escribir. Lo que pasa es que lo he hecho muy poco, he centrado mis esfuerzos en otras cosas. Pero ojalá encuentre la situación para poder continuar.

—Y, para acabar, un volantazo: ¿a qué se dedica exactamente un letrado del Congreso?

—Buena pregunta, sí. Además, ahora, que hay como mucho ruido… Nosotros lo que hacemos es asesorar jurídicamente, fundamentalmente, a la Mesa del Congreso, al Pleno, a la Junta de Portavoces y a las Comisiones. Hacemos un trabajo institucional, somos funcionarios. Nuestra función transversal es, insisto, sobre todo, el asesoramiento jurídico en las Comisiones ayudando a que las leyes salgan mejor redactadas.

—¿Y qué es lo más emocionante que le puede suceder?

—Pfff… (Risas) ¡No es una profesión muy emocionante!

—Esta va a pillar.

"Un acontecimiento que me resultó duro, porque fue duro para todos los españoles, fue la aplicación del 155 en Cataluña"

—Me cuesta muchísimo aplicarle ese adjetivo a la profesión que hago. Es cierto que puedes asistir, no como un actor principal, pero sí como un espectador privilegiado y, en ocasiones, pudiendo ayudar con tu trabajo, a actos con una relevancia política o histórica muy importante. Algunos te dejan mejor sabor de boca y otros peor.

—¿Por ejemplo?

—Yo estaba en el Senado, he trabajado ahí siete años y, en contra de lo que se dice, es una cámara muy útil. Un acontecimiento que me resultó duro, porque fue duro para todos los españoles, fue la aplicación del 155 en Cataluña. Me tocó participar como letrado en el procedimiento de aquello y no fue fácil. Luego, he estado en aperturas solemnes de legislaturas con el Rey, o, a nivel periodístico, nosotros entregábamos en el Senado el Premio Luis Carandell, y tenía la posibilidad de saludar a los Reyes… Eso es una suerte. Y, también tengo que decirlo, aunque suene chovinista: para mí, ha sido muy emocionante pertenecer a un cuerpo con compañeros tan ilustres.

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