El noir se ha adueñado de la España vaciada. El thriller pasea por pueblos habitados y también se deja ver por los abandonados, discurre por mágicas veredas y serpentea por oscuras llanuras, en busca de historias mitológicas que expliquen el origen del mal. Juan Carlos Martínez Barrio, que en sus dos novelas anteriores ya había usado esta ambientación antes de que esta moda llegase a las estanterías de las librerías, sigue apuntando en esta dirección con su nuevo libro —el tercero—, El puente y la lluvia (Fanes). En esta novela la aparición del cadáver encontrado en un parque de Burgos conecta con varios asesinatos sin resolver ocurridos en Madrid. Mientras se desarrolla la investigación descubrimos la historia de un joven que siglos atrás luchó para evitar que los salvajes acabasen con su pueblo.
*******
—En su libro se mezclan el thriller policíaco y la novela histórica. ¿Qué tal maridan estos dos géneros?
—La verdad es que es la primera vez que mezclo estos dos géneros, el thriller y la novela épica histórica que no está basada en hechos reales pero sí que se encuentra enclavada en un momento histórico determinado, en este caso el final de la Baja Edad Media. Creo que sí que maridan bien: la novela histórica casa perfectamente con la novela negra y también con la novela gótica.
—Hay una tendencia, que también vemos en su novela, de trasladar el noir a lo rural y dotar al thriller de un aire mitológico. ¿Es una influencia surgida por el éxito de la Trilogía del Baztán?
—En mi caso hay escritores que siempre han influido mucho en mi forma de escribir, como es el caso de H. P. Lovecraft, que siempre localizaba sus novelas en una misma área geográfica. Él lo hacía en Massachusetts, Stephen King lo hace en Maine y yo lo hago en mi pueblo, Poza de la Sal (Burgos), y en la provincia de donde viene mi familia, Soria. Y eso es algo que he hecho desde que publiqué mi primera novela. Creo que el noir bastante oscuro que yo suelo hacer encaja también con Burgos, con la ciudad —con las nubes, el viento, el frío, la catedral…— y con la provincia. Mi pueblo, Poza de la Sal, es medieval, tiene callejuelas estrechas. Son escenarios perfectos para ese género.
—La música está muy presente en su vida, sobre todo el heavy metal, y en su obra, a la que le ha añadido una playlist de Spotify.
—Sí. Claro. Yo escribo siempre con música. Eso es fundamental para poder concentrarme, pero sobre todo por las sensaciones que tengo al elegir a la música. Es lo mismo que me ocurre con el cine. Cuando escribo me imagino las escenas, y la música me ayuda a visualizarlas. No solo me pasa con el heavy metal, también con la música clásica.
—Mucha de esa música encaja también con esa parte de novela épica del libro. Con esas historias mitológicas.
—Efectivamente. Como tú bien sabes, Miguel, que también te gusta el heavy metal (risas), muchas de las letras de esas canciones hablan de historias mitológicas, de épocas pasadas…
—La lucha del bien y del mal.
—Sí. Eso siempre. Es algo que también ocurre con la música clásica en escenas dramáticas, como ocurre con el «Adagio for Strings» de Samuel Barber en uno de los momentos más famosos de Platoon. La música clásica es perfecta para describir las batallas, la guerra… En mi novela, hay un capítulo en el que la acción transcurre en un cementerio, y me parece que «La isla de los muertos», de Rachmaninov, encaja muy bien.
—Esta es su tercera novela y todas comparten el afán por desenterrar misterios del pasado, por viajar en el tiempo para descubrir el origen del mal.
—Sí. En todas ellas. No me gusta hablar de determinismos. Lo que busco es localizar el origen del mal. Es algo que está presente en todas las sagas de terror. En Alien también hicieron una precuela para localizar el origen del mal. En ese sentido, a mí me gusta presentar personajes a los que resulta muy difícil escapar a su destino, que luchan por librarse de su suerte, pero están muy condicionados por su herencia.
—Hernán Arauz, el inspector protagonista de su novela, tiene muy mal humor. Le ha salido muy burgalés.
—Tenemos un carácter un poco peculiar los de Burgos (risas). Este personaje principal es un cliché de la novela negra: un policía que tiene problemas personales, una persona amargada por unos hechos trágicos que le sucedieron en un pasado reciente. Todo esto hace que tenga el carácter tan oscuro y, sobre todo, un humor muy ácido, que a veces está incluso fuera de tono. Hernán hace unos chistes que dices «¡madre mía!», pero como es un profesional tan bueno, se le permiten ciertas licencias.
—En el otro plano de su novela, viajamos a la Edad Media. Nos sitúa en un tiempo de miedos e incertidumbres, de cambio. ¿Hay similitudes con el momento actual que estamos viviendo en el siglo XXI?
—Efectivamente. Elegí la Baja Edad Media porque al final de este periodo hubo cambios muy fuertes. Aunque en la novela no aparece, en esa época está la peste negra en Europa, que mató a una cuarta parte de la población del continente. Este fue un momento de grandes cambios, dramáticos e incontrolables. Pero al final todas esas transformaciones que ocurrieron en el siglo XIV fueron para bien, porque llegó el Renacimiento y Europa se iluminó de nuevo después de tanta oscuridad. La cuestión es saber si ahora nosotros vamos a mejor o a peor, como dice la mayoría.
—Entre los capítulos aparecen unas páginas en cursivas escritas por el asesino que sirven para impulsar la acción. ¿Ha sido fácil o difícil escribirlas? ¿Cómo ha sido esa experiencia de meterse en la cabeza de un psicópata e intentar expresarse como él?
—No es tan difícil como parece. Como comentaba, tengo mucha influencia del cine, y en este caso me imaginaba una película donde la voz en off del narrador era la del asesino. A este personaje le doté también de un gran gusto por el cine, por la música, por la literatura… y en sus en sus comentarios habla de estas cosas. Como teníamos gustos comunes no me costó mucho meterme en su piel. La idea de poner sus textos en primera persona en cursiva surge para que el lector sepa que en ese momento de la narración está en la mente del asesino.
—¿Por qué nos seducen tanto los psicópatas? ¿Por qué nos gustan tanto las historias de sus crímenes?
—Es curioso. ¿Verdad? (reímos) Esto es algo que yo me he planteado muchas veces. Es un poco como esa frase que dice: «El problema es divertido, la solución es seria». Nos gusta leer historias de gente que sufre, también de gente que hace cosas que se salen de nuestra normalidad. Una historia de alguien a quien todo le va bien, que tiene éxito, que no tiene problemas, no es atractiva. En este sentido los psicópatas dan mucho juego al escritor. Sobre todo en ciertos géneros, como la novela negra gótica. Pienso —este es un tema que abordé en mi primera novela— que todos tenemos nuestros demonios dentro. Quizás quien mejor explica la atracción que tenemos por estos asesinos es Tarantino cuando dice que a él le gusta mucho la violencia en el cine, pero no en la realidad. A través de la ficción podemos sacar fuera esos demonios de los que hablaba.
—Este ha sido un libro trabajado, que le ha llevado cinco años. ¿Cómo compagina la escritura con su trabajo de economista?
—Pues muy difícil. No poder escribir todo el del tirón significa que a veces hace que pierdas el hilo argumental de la novela. En El puente de la lluvia ha sido todavía más complicado, al combinar las dos tramas en dos espacios temporales diferentes. Todo esto requiere un esfuerzo especial. Me gustaría poder hacerlo solo en un año. Ya no te digo como Stendhal, que dicen que escribió La Cartuja de Parma en un mes. Resulta complicado combinar la literatura con el trabajo; escribir cuando estás de viaje, en los aviones, en hoteles… Sobre todo requiere un gran esfuerzo de relectura para que haya un orden, una coherencia…
—Que no hayas cambiado el nombre a los personajes desde la última vez estuviste con la novela.
—Por ejemplo. No repetirte contando algo que ya has escrito antes. Tú a lo mejor no te das cuenta por estas interrupciones temporales que sufres en la escritura, pero el lector sí que se va a dar cuenta si hay un fallo.
—Se publica mucho y a la vez. Si las editoriales apuestan por las grandes firmas, las que aseguran ventas antes de llegar a las librerías, ¿cómo consigue un autor de provincias llegar a las grandes ferias y a presentar su libro en las ciudades importantes?
—El camino es arduo y tortuoso. Con esta novela mi editorial me está facilitando ir a varias ferias del libro. Sí que es cierto que se necesita un esfuerzo extra a nivel personal para la promoción, pero se puede conseguir. Para los autores más conocidos es mucho más sencillo porque tienen más puertas abiertas.
—¿Cuál es su próximo proyecto de escritura? ¿Tendremos que esperar otros cinco años?
—No. (risas) Espero que no. De hecho, estoy ya con la siguiente novela. Llevo ya unas cuantas páginas.
—¿Volveremos a Burgos?
—Y a Poza de la Sal. Claro que sí.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: