Empeño y convicción son dos palabras que encajan a la perfección con la historia de la plataforma española Filmin. Empeño, el de sus creadores, que lanzaron el proyecto hace una década (2010), en un país dominado aún por la piratería, un periplo que repasa con Efe uno de sus creadores, Juan Carlos Tous. Y convicción, la de creer en un negocio, el de las plataformas de vídeo bajo demanda, que ha acabado convirtiéndose en rey del espectro audiovisual español, en el que Filmin (dentro de sus posibilidades) se hace cada vez más fuerte.
—¿Qué supone para Filmin meterse en un mercado tan competitivo como el de la producción propia de series?
—Para nosotros es alcanzar la mayoría de edad. Era lo que nos faltaba. Hemos producido largometrajes, ficción, documentales, pero nos faltaba una serie, y creemos que este es el principio de un largo camino.
—Entonces, ¿es una apuesta definitiva? ¿Qué ritmo piensan seguir?
—Está por definir, porque dependerá un poco de los presupuestos anuales, pero la idea sería poder producir cada año un mínimo de una serie. Entendemos que para nosotros, con el tamaño que tenemos, es un proyecto ambicioso, pero nuestra idea es esa.
—¿Una plataforma necesita tener contenido propio para competir?
—No. Es una cuestión estratégica. Se puede competir con contenido ajeno. Lo único es que el contenido propio te ofrece la ventaja de poder dominar todos los derechos. Pero no es necesario. Nosotros hemos estado durante muchísimos años sin producir, solamente con contenidos ajenos, y aquí estamos: hemos conseguido tener un espacio en el mercado español y portugués.
—El no publicar datos de suscriptores o número de visionados es una regla no escrita de las plataformas pero, ¿nos puede decir más o menos el porcentaje de crecimiento de Filmin en estos meses, con la pandemia y el “quédate en casa” como coyuntura?
—La covid para todo el sector ha sido muy importante. La gente ha tenido mucho tiempo de probar plataformas, de suscribirse, de conocer, y nosotros hemos crecido en suscriptores y en tráfico. Las cifras más relevantes son que hemos pasado de facturar casi 7 millones de euros en 2019 a 15 millones el año pasado. Esto sí lo puedo dar porque es información pública, pero no las cifras de suscripción.
—Pero, ¿por qué no se publican? ¿Por qué tanto misticismo?
—Yo no sé por qué los demás no las publican, sé por qué nosotros no las publicamos, y es precisamente porque los demás no las publican. Es un círculo vicioso. Pero es de entender que si los grandes no lo hacen nosotros no podemos. Me gustaría que hubiese una transparencia, como hay en el mundo del cine. Pero tienen que empezar los grandes.
—Con tanta oferta y tanto boom de plataformas y producciones, ¿no está el mercado audiovisual a punto de empachar al consumidor?
—Sí, estoy de acuerdo. Pero nosotros buscamos presentar una oferta diferenciada. Ese es nuestro posicionamiento en el mercado. Yo creo que más que saturación va a haber mucho trasvase de suscriptores. Habrá suscriptores que estarán un mes en una plataforma que les ofrece una serie interesante y en otro momento estarán en otra plataforma.
—Qué diferente es hoy el mercado de cuando empezaron hace una década. ¿Tuvieron que remar mucho a contracorriente?
—Hoy la industria del cine se mueve alrededor de las plataformas, cuando hace diez años se nos veía como el principal enemigo. Yo defendía que éramos la gran oportunidad para la industria del cine, y se nos criticaba, pero hoy las grandes producciones giran en torno a las grandes plataformas que las producen.
—¿Cuál cree usted que fue el punto de inflexión que hizo que la gente dejara la piratería y aceptara masivamente pagar por contenido?
—Sin duda, la llegada de Netflix a España (2015). Con la llegada del primer gran operador hubo una campaña en medios y la gente empezó a descubrir que con un pago asequible se podía llegar a miles de contenidos (…). Eso abrió los ojos a mucha gente. Y nosotros estábamos ahí, ya llevábamos unos cuantos años luchando, pero sin esa capacidad de comunicación que ellos tenían. Entonces el usuario, a la vez que se encontraba con Netflix se encontraba también con otra opción, que era Filmin.
—Parece que el gobierno fue un mero espectador y ha sido el mercado el que ha puesto orden y legalidad.
—Es que es el mercado el que al final desarrolla el hábito de consumir. Aquí el gobierno poco podía hacer, perseguir la piratería como un acto ilegal, pero lo que no podía era fomentar un consumo legal, porque ahí dependía de los propietarios de los derechos de las películas, de quién las aportaba y quién era el que producía la tecnología. Ellos podían empujar, pero no podían constituir ese mercado. Sí que podían haber hecho más en cuanto a la persecución de lo que no era legal, pero no en fomentar un mercado como el que hoy conocemos.
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