Con una lengua viva que va transformándose y con la idea de mostrar que hay caracteres humanos que perviven a lo largo de la historia, regresa el escritor Juan Gómez Bárcena con Ni siquiera los muertos, donde relata una persecución en el tiempo, con la conquista de México como trasfondo.
En una entrevista con Efe, el autor santanderino rememora que su relación con el país centroamericano empezó hace más de una década, leyendo las Crónicas de Indias, a un escritor como Juan Rulfo, y posteriormente pisando el terreno gracias a una beca. Allí empezó a darle vueltas a su nuevo título, publicado por Sexto Piso, pero fue unos años después, cuando el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió construir un muro en la frontera con México, lo que acabó de prender la mecha.
Quien se enfrente a estas páginas, de la mano del soldado Juan de Toñanes, acabada la conquista de México, viajará en el tiempo, desde la Nueva España del siglo XVI hasta la actualidad. «Fue después de oír a Trump cuando me surgió la idea de proponer el tiempo como un mapa, desplazar a alguien en el tiempo, más que en el espacio, en una obra con la estructura de una novela de aventuras del siglo XVI, con un personaje que se está buscando a sí mismo, con lo que ello tiene de mística, y que, a la vez, sirviera para reflexionar sobre los puntos de unión entre pasado y presente», argumenta.
A su juicio, en Ni siquiera los muertos, como ya ocurría en los fulgurantes relatos de Los que duermen, aparece «la circularidad del tiempo». «Muestro cómo hay unos caracteres humanos que perviven a lo largo de la historia, personajes que cambian de nombre, pero que son siempre el mismo personaje», apostilla. Citando a Walter Benjamin, piensa que a lo largo de la historia «siempre ha habido personas que están en los márgenes, orillados por los acontecimientos, a las que no se atiende, ni son respetados». A pesar de ello, «la historia humana es también una búsqueda de la dignidad, aunque generalmente interrumpida».
Juan Gómez Bárcena, que con Kanada fue finalista del premio Tigre Juan, en su nuevo libro enseña asimismo «cómo van cambiando los mecanismos de opresión, cómo cambian sus formas, pero siempre hay unos dominadores y unos dominados». A la vez, considera que los discursos van repitiéndose, y alega que en un momento de su relato el director ciego del Colegio de Santa Cruz cuenta a los niños una fábula de Esopo sobre una serpiente que muerde «una mano amiga», que es la misma fábula que utilizó hace un tiempo Trump para hablar de los inmigrantes. «Vino a decir el presidente norteamericano que había que levantar el muro para protegerse de las serpientes, en referencia a los mexicanos, que acabarían mordiendo la mano amiga, aludiendo a los estadounidenses», agrega. Sostiene por ello que, en parte, su novela «es un examen de cómo los mecanismos de opresión han ido cambiando, pero como tienen puntos en común siempre».
Asimismo, apunta que «hay una cierta visión del racismo, de la separación de lo puro y lo impuro, que tenían los españoles en el siglo XVI, exactamente igual como la tiene Trump en el siglo XXI, con lo que se puede afirmar que no hay un progreso espiritual al respecto, y que en momentos de inseguridad estas actitudes racistas se asientan ante las supuestas amenazas a la sociedad dominadora, que inevitablemente busca un chivo expiatorio».
En momentos de pandemia de coronavirus, el lector no puede más que quedarse atrapado en las páginas de Ni siquiera los muertos, en las que se alude a la epidemia de cocoliztli del siglo XVI, en la que murieron más de quince millones de personas. Gómez Bárcena remarca que «no es muy conocida fuera de América, porque apenas afectó a los europeos», y en la historia que ha armado le ha servido como «símbolo para ver la descomposición del mundo indígena, en un momento de crisis ideológica sin precedentes, con personas que se suicidaban en grupo o mujeres que no querían tener más hijos». «Lo que no podía prever mientras escribía —prosigue el novelista— es que el libro iba a coincidir con una pandemia».
Respecto a nuevos proyectos, Gómez Bárcena avanza que está ya de lleno en una novela ambientada en Toñanes, la aldea cántabra de apenas cien habitantes de la que proviene su familia, y donde lleva años explorando todo tipo de archivos. Su intención es contar, a «través de un microcosmos, el macrocosmos, por lo menos del mundo occidental».
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