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Juan Gómez Bárcena: «Una aldea insignificante puede ser una referencia universal»

Juan Gómez Bárcena: «Una aldea insignificante puede ser una referencia universal»

Actualmente una de las voces más destacadas de la literatura en castellano, Juan Gómez Bárcena fue durante años en su pueblo de Toñanes «el niño de los dinosaurios», alguien que, libreta en mano, buscaba un Compsognathus o el Eoraptor, como da cuenta en su nueva novela Lo demás es aire.

Bajo el sello de Seix Barral, este miércoles llega a las librerías la última novela del autor santanderino, en la que va mucho más allá de esta anécdota y, cual cartógrafo del tiempo, arma un absorbente relato que recorre varios siglos, con centenares de personajes y circunstancias de la vida cotidiana de esta aldea, a 38 kilómetros de su Santander natal, de donde procede su familia paterna; en 2022, treinta y dos casas, cuatro hoteles rurales, una iglesia, ningún bar.

En una entrevista con Efe, tras mostrar prácticamente todos los escenarios del libro, Gómez Bárcena reconoce que «sin romanticismos, se puede decir que esta es una novela que llevo escribiendo toda la vida», tomando como referencia la «microhistoria, esta disciplina que escoge un lugar muy pequeño sobre el cual hay una cantidad de documentación amplia». «Una aldea insignificante —prosigue— puede ser una referencia universal, que, además, tiende a ser más verdadera que cuando se centra en los lugares excepcionales o en los testimonios de las élites».

Novela visual, construida con técnicas de montaje cinematográfico, a su artífice, que ha pasado desde su juventud horas y horas en archivos parroquiales y preguntando directamente a los pocos habitantes de Toñanes sobre sus peripecias personales, le ha interesado narrar las vidas de muchas de estas personas, de forma prolífica desde 1626, porque «ninguno de ellos se cruza con los grandes acontecimientos históricos». Es por ello que cree que tienen «una vida más representativa de lo que es la vida humana a lo largo de los tiempos. He intentado que aparezcan personajes que encarnen todas las emociones humanas y todos los conflictos posibles, utilizando una aldea-mundo como referencia, que sirviera de visión panorámica para entender la realidad social en general».

Lola, Rosi, Llermo, Luisa, Óscar, Florita son algunos de los personajes que aparecen en estas páginas y que le hablan al narrador, en unas entrevistas que ha trabajado un poco como lo hacen Elena Poniatowska o Svetlana Aleksiévich, pero también están Emilio y Mercedes, muy parecidos a sus progenitores y que esperan un bebé en 1984, o Juan y Juliana, quienes en 1633 acaban de perder a su tercer hijo recién nacido, o Luis y Teresa, que se han conocido bailando el día de San Tirso, o el Monstruo, también apodado el Becerro.

«Tenía el desafío —descubre— de narrar un espacio, y si en mi novela anterior, Ni siquiera los muertos, narraba el paso del tiempo a lo largo de todo un viaje de sur a norte de México, aquí quería, lo que me ha llevado muchos quebraderos de cabeza pero también satisfacciones, escoger un punto muy pequeño y mostrar todas las capas del tiempo que allí se superponen«.

Defiende Gómez Bárcena, en su obra más personal, que se trataba de mostrar «cómo en un mismo espacio un mismo objeto puede tener vidas diferentes —con atención especial al momento en que descubren en su casa un ammonite— y como hay sedimentos de todas personas que han habitado ese lugar. A la vez, no quería una narración cronológica, sino jugar libremente con el tiempo, como si el propio pueblo, en cierto modo, recordara anárquicamente su historia y le vinieran flashes de todo lo que ha vivido, casi a ritmo de videoclip».

En la novela hay páginas en las que están todos los tiempos simultáneamente, de manera que en un mismo párrafo puede haber referencias a una situación del año —1639, a otra de 1901 y de 1668—. Todo ello consignado en los márgenes de las páginas con las fechas, como se hace en algunas películas. El hecho de que incluya estas fechas en los márgenes de las páginas se le ocurrió a «partir de los materiales de los archivos parroquiales que se conservan de Toñanes, en los que el párroco tendía a dejar un margen para apuntar allí los días de las partidas de bautismo o las defunciones». Algunos de los primeros lectores de la obra, con muchos saltos temporales, le han dicho que han consultado siempre estas fechas al margen, mientras otros solo lo han hecho en momentos de duda, pero considera que es «un procedimiento útil, sobre todo para ahorrar explicaciones». Para Gómez Bárcena, de este modo puede «saltar cinco siglos en una frase y que no haya mucho que explicar, mientras que si en el margen de la página no hubiera la referencia del año necesitaría unas cuantas palabras más para construir la imagen que quiero».

Siempre interesado en la musicalidad del idioma, sosteniendo que un libro es «ante todo lenguaje», el escritor no esconde que por primera vez en los diez años que lleva publicando, primero con Salto de Página y Sexto Piso, está parado, tras vaciarse, y sin ninguna idea precisa, aunque tiene la sensación de que se ha cerrado un ciclo y que ahora toca dejarse «llevar por ese siguiente paso, que todavía no se cuál es».

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Pepehillo
Pepehillo
2 años hace

Insignificantes somos nosotros, que apenas tenemos unos pocos años y, aunque, no sabemos casi nada, tenemos prejuicios sobre todo. Una aldea ha visto pasar generaciones que han dejado huella. ¿Qué hombrecillo actual es capaz de idear y construir algo tan bello y duradero como una de esas iglesias de pueblo?