Cada año lo mismo. Cenas de empresa y reuniones familiares. Silencios incómodos. Morderse los labios para no soltar verdades. Aburrimiento y ganas de terminar de una puñetera vez… Eso, cuando no nos tomamos un par de copitas de más y terminamos diciendo lo que pensamos sin pensar lo que decimos. Y se arma la de Troya. Remasterizada y en 3D.
Jugón confeso como soy, no se extrañarán si les propongo pasar la velada de una manera más lúdica, para limar asperezas y todo eso. Pero claro, ante un número de posibles jugadores tan flexible, que pueden ser cinco, diez o quince, no es plan de desplegar un tablero de la oca ¿no?
Por suerte tenemos “Babel”, del archi conocido Robert Abbott… ¿Qué quién es este fulano? Pues uno de los diseñadores de juegos más brillantes de todos los tiempos, uno que, por supuesto, no conocen ni en su casa. Este juego en cuestión fue publicado por primera vez en 1963, y editado en castellano en el año 2008 en el compendio “Diez Juegos que no se parecen a nada” (RBA, por si tienen interés)
¿Y en qué consiste Babel? Básicamente, un juego de negociación, regateo y subasta en el que todo el mundo participa a la vez. Permítanme que les haga un resumen rápido de las reglas:
Se juega con baraja francesa, de las de póquer, aunque puede adaptarse sin problemas a la baraja española. Se reparten diez cartas a cada jugador y se deja el resto boca abajo, como mazo para robar.
El objetivo del juego es obtener combinaciones de cartas con las que conseguir el mayor número de puntos. Estos puntos se basan en las manos del póquer.
¿Cómo funciona el juego? Para empezar, sin turnos. Los jugadores pregonan las cartas que necesitan y negocian por ella otra carta (o cartas). Nada impide que dos jugadores compitan pujando por una carta de un tercer jugador. Si la negociación se encalla en la mesa, todos los jugadores pueden coger una carta del mazo. No hay descartes.
¿Y cuándo termina el juego? Cuando un jugador anuncia que se planta. En ese caso todos contabilizan los puntos.
Todo esto está muy bien, pero es que en casa somos más de seis…
No hay problema. Añada una baraja por cada tres jugadores. Que un árbitro (usted mismo) haga de banca, anotando las puntuaciones y repartiendo nuevas cartas. Los jugadores ya no se plantan y termina el juego, sino que entregan su mano, recogen nuevas cartas y siguen ganando puntos. ¿Cuándo termina el juego? Al cabo de un tiempo estipulado de antemano (no abuse, una hora es más que suficiente).
Oriol Comas, diseñador profesional de juegos y el primero que me habló de este, me aseguró en cierta ocasión que llegó a organizar una sesión de babel para doscientos jugadores…
Y, miren, es un tipo serio y yo me lo creo.
Y pasen ustedes unas muy lúdicas fiestas.
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