La psicóloga y doctora del University College de Londres Julia Shaw, experta en criminalidad, arremete en un libro contra los mitos que vinculan la violencia machista con la testosterona, una «sugerencia ridícula para excusar la agresividad de los hombres» y que puede suponer «un peligro».
Así lo sostiene Shaw en una entrevista con Efe con motivo de la publicación de su libro «Hacer el mal» (Ediciones Temas de Hoy), en el que analiza los conceptos asociados con «la palabra maldad» e invita al lector a enfrentarse a «sus demonios internos para lograr una mejor versión de sí mismo».
La psicóloga reconoce que durante los últimos cien años «ha persistido el mito de que el motivo por el que la mayoría de las personas involucradas en comportamientos violentos son hombres es porque tienen más testosterona, lo que les hace naturalmente más agresivos».
Sin embargo, defiende Shaw, esa es una creencia «fundamentalmente incorrecta», como demuestra el hecho de que los hombres «pasan la mayor parte de su tiempo sin ser violentos».
La autora advierte además de que «pensar que los hombres no pueden controlarse y son naturalmente violentos es poner en peligro tanto a hombres como mujeres», por lo que cree que hay que apostar por que la sociedad «enseñe a los niños a tener más autocontrol».
Otro de los mitos que Shaw pretende desmontar en su libro es el que atribuye la criminalidad a la salud mental del agresor, creencia que el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha alimentado tras los recientes atentados de El Paso y Dayton.
Bajo esta creencia, según la psicóloga germano-canadiense, subyace la idea de que «la gente buena con mentes sanas nunca haría una cosa así».
«Gran parte del sufrimiento humano lo provocan aquellos que piensan que están al lado de los ángeles», avisa la doctora, que añade: «asumir que tú también eres capaz de asesinar es la única perspectiva sensata».
Además, considera que culpar a las enfermedades mentales de las atrocidades «es tremendamente estigmatizante» para aquellos que sufren patologías psíquicas y fomenta que la sociedad intente distanciarse de ellos «mental y socialmente».
La psicóloga trata de desmontar también las creencias que relacionan el mal con la diferencia y alerta de que esa idea puede propiciar la xenofobia, dado que encontramos a los extranjeros «más amenazantes».
«Generalmente, pensamos en nosotros mismos como los buenos, el malo es algo que sólo otras personas pueden ser», ha reflexionado la investigadora, que cree que encasillar a los individuos según ese tipo de categorías puede llevarnos a «deshumanizar a aquellos que percibimos como monstruos y a justificar los peores tipos de comportamientos».
«Si se llama asesino a alguien por haber asesinado una vez, es fácil olvidar la complejidad de su humanidad», ha mantenido la psicóloga, que destaca la importancia de las palabras para vislumbrar «cómo percibimos la humanidad ajena».
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