Si nos preguntan quién fue el primer emperador romano, muchos afirmaremos que Julio César, otros dudarán cuál es la respuesta más adecuada y solo los más reflexivos mencionarán a Octavio Augusto. Tal fue el poder que concentró Julio César, tan enorme fue su influencia y su importancia en la transición de la República al Imperio, que en el imaginario colectivo ha quedado la idea de que fue este general el primer gobernante en tener el poder absoluto. Aunque en realidad solo estuvo a punto de conseguirlo: Cayo Julio César murió 17 años antes del comienzo del imperio, y de que por primera vez un gobernante aglutinara en su persona el poder político, militar y religioso.
¿Cuál fue la importancia de Julio César en Roma?
Hasta la caída del Imperio Romano de Occidente se contabilizan 91 emperadores y 1 emperatriz. Pero Julio César, pese a ser uno de los políticos y militares más recordados de la historia de Roma, no figura en esa nómina. Julio César no fue emperador, pero sí “imperator”, y quizás esa sea la causa por la que solemos caer en el error de considerarlo como tal. El imperator era un general victorioso, y César acumuló numerosos triunfos en sus campañas. A partir del 27 a.C., cuando comienza la época de los emperadores con Augusto, ningún militar es ya señalado como imperator. Esta distinción corresponde solo al César, jefe de todos los ejércitos.
Julio César acumuló mucho poder porque destacó en muchas facetas de la vida pública. Este patricio tuvo una intensa vida desde su juventud: fue pontífice, abogado, pretor y cónsul. Desde esos primeros años entró en contacto con el poder y conoció su cara más oscura, cuando a punto estuvo de ser asesinado por los sicarios del dictador Sila. Formó el primer triunvirato con Pompeyo y Craso, sus aliados de entonces y que acabaron convertidos en enemigos durante la guerra civil. Múltiples son las batallas en las que se alzó victorioso: Farsalia, Alesia, Bibracte, Ruspina, Tapso… Pero Cayo Julio César no descuidó el gobierno y también elaboró numerosas disposiciones legales durante su mandato.
César también dedicó parte de sus esfuerzos a la literatura, que quedaron plasmados en dos obras, De bello Gallico y De bello civili. Ambos tratados han sido materia de estudio de profesionales y también de alumnos de latín, por su perfección sintáctica.
¿Cómo murió Julio César?
A Julio César le gustaba mucho el poder, y muy poco tener que compartirlo. Sus choques con el senado fueron constantes. Muchos veían en él a un tirano preparado para acabar con la República, y quizás no le faltaba razón. César fue un dictador —este término es diferente al que ha llegado hasta nuestros días: era un magistrado designado por votación del senado, los cónsules y la curia, nombrado para dirigir la nación en tiempos complicados— durante el periodo más largo de la historia de Roma, diez años, y luego ejerció el cargo de forma vitalicia hasta su asesinato.
El clima de enfrentamiento entre César y los senadores propició que 60 de ellos participaran en su magnicidio, en los idus de marzo. Hasta 23 puñaladas recibió el general romano. Según algunas fuentes —Suetonio— las últimas palabras que pronunció el hombre más poderoso del mundo de aquella época fueron dirigidas a Bruto: Tu quoque, Brute, filii mi! (¡Tú también, Bruto, hijo mío!).
¿Quién sucedió a Julio César en el poder de Roma?
A la muerte de Julio César le sucedió en el 43 a.C. el segundo triunvirato, formado por Octavio Augusto, Marco Antonio y Lépido. Enseguida el primero de ellos se mostró como el digno heredero de César, acumulando poder consular y caminando hacia una estructura de gobierno autocrático. Lépido se vio forzado a exiliarse y Marco Antonio se suicidó después de la derrota en la batalla de Accio en el 33 a.C. Desde esa fecha y hasta la proclamación de Octavio como primer emperador de Roma, en el 27 a.C, tuvo lugar una época de transición en la que se restauró la República, y también sus órganos de gobierno —de forma testimonial, sin poder en la práctica—.
Julio César no solo dejó un legado político, económico y militar, también contribuyó con su nombre para designar a los futuros gobernantes de Roma. Octavio Augusto fue el primero en asumir esta denominación, al igual que hicieron sus sucesores. El cognomen de César derivó en un título para sus sucesores, y su importancia fue tal que llegó a ser adaptados en otros países y culturas, “Kaiser” en Alemania, y “Zar” en Rusia.
Julio César en el cine y en la literatura
La figura de Julio César ha llegado hasta nuestros días gracias a los relatos históricos, a sus libros y aforismos (Alea iacta est) y al cine y la literatura. Una de las obras literarias más conocidas es la que le dedicó el dramaturgo inglés William Shakespeare, su tragedia es la más recordada de todas las dedicadas a Caesar. También fue importante la adaptación cinematográfica que Joseph L. Mankiewicz hizo de este libro. Marlon Brando, como Marco Antonio, Louis Calhern en el papel de César, y James Mason interpretando a Bruto, fueron sus protagonistas.
En la literatura destacan también la novela histórica Los idus de marzo, de Thornton Wilder, la obra teatral César y Cleopatra, de George Bernard Shaw. En la gran pantalla, Mankiewicz volvió a retratar al dictador romano en su Cleopatra, siendo Rex Harrison esta vez el que dio vida a Julio César. También hay que destacar que la figura de César sobresale en una de las series más populares dedicadas a la época previa al imperio, Roma (HBO).
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