La tercera novela de Nathan Devers entra en el pantanoso terreno de los mundos virtuales y la forma en que afectan a la vida.
Vivimos en una sociedad aficionada a las pantallas, en la que vamos a cualquier restaurante y vemos como la comida se enfría hasta que la persona que la va a comer toma la foto perfecta que subir a la red de turno. Proyectamos, a sabiendas no nos engañemos, un mundo mucho más perfecto y luminoso del que habitamos; y lo hemos normalizado hasta el punto de aceptarlo como normal.
En Los vínculos artificiales Julien es un hombre infeliz. Su relación ha fracasado y ahora su ex se irá de viaje con un nuevo novio a la ciudad en la que estuvieron de viaje la última vez. Su trabajo no es maravilloso, toca el piano como puede por apenas una limosna y, por si fuera poco, vive en una zona a las afueras de París que no lo entusiasma en absoluto. Es, más que un fracasado, una persona aburrida, gris, alguien que no importa. Y entonces descubre el Antimonde, un universo paralelo creado a partir de Google Maps. Según su creador Adrien Sterner es un metaverso igual al natural, un mundo clonado a la perfección. Y allí, en Antimonde, nace Vange, el clon perfecto de Julien, tanto es así, que la vida le sonríe. Donde Julien fracasa, Vange tiene éxito. Y es precisamente esto lo que molesta a su creador: él no ha creado un mundo para que los avatares que lo pueblan sean simples personas.
Con un suicidio en directo en la primera página y una crítica nada velada al motivo por el que se retiran ese tipo de publicaciones. Avanza poco a poco en este escabroso tema recubriendo la novela de una pátina de humor sabiendo que el lector habitual se sentirá atraído por este tema del metaverso del que tanto estamos oyendo hablar pero que no termina de ser entendido por la mayor parte de la población. Encontraremos, como no podía ser de otro modo, una parte que, sin llegar a llamar ciencia ficción si que se adentra en una suerte de distopía con tecnologías más avanzadas de proyectos de simuladores de vida virtual que todos conocemos y que vienen muy al hilo de ese “Juntos y separados” que nos dice el narrador será el título del nuevo disco del protagonista y que se convierte en el gran resumen de la novela. ¿Qué pasa cuando la vida virtual es mejor que la real? ¿Hasta qué punto nos dejamos absorber por la ficción creada, deseando que cambien las tornas y se convierta en nuestra realidad? Esa es la gran pregunta que nos planteamos, dejando de ver el humor para encontrarnos con un debate a letra abierta en el que Steiner es el Dios virtual capaz de dominar un mundo que el protagonista siente como un lugar mejorado.
Nathan Devers escribe un libro en el que el humor se mezcla peligrosamente con la alienación de una sociedad no tan lejana a la que transitamos logrando hacer de su mundo, el nuestro. Y desde él lejos de lanzar una petición de ayuda nos promete un futuro en el que la tecnología crea un espejismo que oculta la más profunda soledad en una novela que logra ese hito que es la lectura fácil en un libro que mezcla paraísos, ilusiones y pesadillas a golpe de promesas que, en el fondo, pueden resultar terroríficas.
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Título: Los Vínculos artificiales. Autor: Nathan Devers. Traductora: Elia Maqueda. Editorial: AdN Alianza de Novela. Venta: Todostuslibros.
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