Kazuo Ishiguro, Premio Nobel de Literatura, considera que al hacerse mayor se ha convertido en una persona «un poco más optimista respecto a la naturaleza humana», aunque cree que la inteligencia artificial plantea desafíos a la sociedad actual, como el desempleo masivo, sobre los que es necesario reflexionar.
Se trata de la primera novela publicada por el escritor británico, nacido en Nagasaki en 1954 y autor de obras como Lo que queda del día (Premio Booker) o Los inconsolables (Premio Cheltenham), tras ser galardonado en 2017 con el Premio Nobel de Literatura. Como ya hizo en Nunca me abandones, el Premio Nobel vuelve a recurrir a la ciencia ficción a través de Klara, una AA, una Amiga Artificial, especializada en el cuidado de niños. Klara será destinada a cuidar a una niña enferma, y aunque es un ser artificial se plantea no obstante cuestiones muy humanas, que Ishiguro traslada al lector en su novela: «¿Qué es lo que nos define como personas?, ¿cuál es nuestro papel en el mundo?, ¿qué es el amor?…».
Ishiguro ha considerado que no es inevitable que la sociedad se convierta en tecnológicamente más avanzada y tenga menos sentimientos, pero ha reconocido que en la actualidad existe esa tendencia. «Y uno de los problemas es que el modelo de negocio de las grandes empresas tecnológicas no favorece el bienestar de los seres humanos», ha constatado. Y, aunque ha dicho ser ahora más optimista sobre la naturaleza humana, ha señalado que lo es menos sobre los sistemas políticos o sobre cómo se organizan las sociedades: «Me preocupa la fortaleza de las democracias liberales».
También ha alertado sobre la posibilidad de que con estas formas de inteligencia artificial las democracias liberales tengan más difícil competir con sociedades autoritarias que pueden tomar decisiones económicas eficaces y tener sistemas de vigilancia sobre todos los ciudadanos de forma muy efectiva: «El análisis de izquierdas-derechas ya no es suficiente», ha dicho. En todas sus obras ha tratado de mostrar cómo en la relación con el poder la mayoría de las personas son «como sirvientes» y hay fuerzas ingentes que controlan, ha dicho el Premio Nobel de Literatura.
En su última novela, ha explicado, no le interesaba tanto determinar si Klara tenía emociones como los humanos o solamente reconocía emociones humanas, sino que quería «mirar a los seres humanos a través de esta máquina». En la novela, este robot «se convierte en una metáfora de los impulsos humanos y asume aspectos diversos de ellos y, en su determinación por hacer lo mejor por la niña acaba pareciéndose a un padre o una madre». «Cuando se trata de cuidar a nuestros hijos somos como máquinas programadas. Mi madre era así», ha señalado el escritor, que ha reconocido que su madre le influyó para su novela Klara y el Sol, aunque escribió parte de ella antes de que falleciera, a los 92 años: «Ella tampoco perdió esa fe infantil en lo bueno del mundo».
El autor ha asegurado que la concesión del Premio Nobel de Literatura no le influyó a la hora de escribir esta novela, ya que llevaba ya la tercera parte del libro cuando recibió el galardón. «Al volver esperaba que mis problemas de escritura hubieran desaparecido. Pensaba que mi estudio se habría ordenado y sería perfecto, pero todo estaba como lo había dejado antes de ir a Estocolmo. Como si el Premio Nobel me lo hubieran otorgado en otro planeta», ha recordado. Ishiguro ha explicado que no escribe a diario, como lo demuestra el hecho de que esta es su octava novela. «Dedico mucho tiempo a pensar, a reflexionar, a leer y a dialogar durante horas», ha señalado, el autor que ha dicho que nunca quiere escribir «un libro cualquiera»: «Prefiero no escribir nada antes que escribir un libro cualquiera».
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