En presente: Kenzaburo Oé es la conciencia de Japón. Hiroshima era una de sus permanentes obsesiones. El escritor japonés, fallecido el 3 de marzo, situó en la ciudad japonesa de las adelfas una obra clave de su obra ensayística, una mezcla de reportaje, diario y aguda reflexión intelectual que permitió conocer en profundidad el alma de los hibakusha, los supervivientes de la bomba atómica.
He aquí los fragmentos de tres obras del Premio Nobel de Literatura de 1994 —el autor nipón con estilo literario más occidentalizado— que me han marcado como lector.
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La presa (1957)
“De vez en cuando los adultos de la aldea pasaban rápidamente en silencio, con una seguridad que les hinchaba el torso. Me daban náuseas; me daban miedo; me retiraba de la ventana cada vez que los veía. Era como si, durante el tiempo que yo había permanecido en la cama, todos se hubieran metamorfoseado por completo en seres monstruosos que ya no tenían nada de humano. Y mi cuerpo me parecía tan pesado como si hubiera sido rellenado de agua mojada y me sentía totalmente extenuado”. (página 107)
Cuadernos de Hiroshima (1965)
“Vi cosas en Hiroshima que tenían mucha relación con la peor de las humillaciones, pero, por primera vez en mi vida, allí conocí a la gente más digna. Aún diría más, los conceptos de dignidad, humillación y vergüenza no son simples términos en el contexto de un lugar donde se ha sufrido la experiencia humana más cruel de la historia. Allí mantienen siempre su significado más profundo”. (página 113)
Un amor especial (1995)
“Hace veinticinco años nació mi primogénito con una anomalía cerebral, lo cual fue un golpe para la familia, por decir lo mínimo. Y sin embargo, como escritor, he de reconocer el hecho de que el tema central de mi obra, a lo largo de gran parte de mi carrera, ha sido la manera en que mi familia se las ha arreglado para vivir con este hijo minusválido. De hecho, debo admitir que mis ideas sobre la sociedad y el mundo en general, incluso mis pensamientos acerca de aquello, sea lo que fuere, que pudiera trascender nuestra limitada realidad, se basan en la experiencia con él y en lo que ha aprendido de ese modo”. (página 48)
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